La
ex montonera Cristina Liprandi, participó en julio de 1970 de la toma armada de
La Calera. Dice no saber hasta qué punto fue un error el asesinato de Rucci,
hecho en democracia.
Por
Carlos Paillet
El
1° de julio de 1970, durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, una
célula de la organización peronista Montoneros tomaba por las armas la
localidad cordobesa de La Calera.
El
grupo guerrillero se apoderó de armas de
la Comisaría, asaltó el Banco de Córdoba y la oficina de correos; pero un error
de planificación en la retirada derivó en la muerte de uno de los cabecillas
del grupo, Emilio Maza, y en la detención de otros. Maza murió en el hospital
San Roque luego de ser herido de bala por las fuerzas de seguridad el mismo día
de la toma, pero en horas de la tarde, en una casa que tenían como refugio en
barrio Los Naranjos.
Cristina
Liprandi, por entonces de 21 años, formó parte de aquel operativo guerrillero y
quedó presa en la Cárcel de Mujeres Buen Pastor. Estaría ahí poco tiempo. Al
año se fugó junto a otras detenidas, entre ellas Ana Villareal, pareja de Mario
Roberto Santucho, fundador del Ejército
Revolucionario del Pueblo.
En
marzo de 1973 fue otra vez apresada y alojada en Devoto, pero se benefició con la amnistía que decretó
Héctor J. Cámpora para presos
políticos al asumir la presidencia del país, el 25 de mayo de ese año.
A
casi 42 años de aquel episodio, Liprandi concedió una entrevista a La Voz del Interior en ocasión de
visitar la ciudad de Córdoba (vive en General Villegas, provincia de Buenos
Aires) para participar de un acto de homenaje organizado por la corriente
kirchnerista Peronismo Militante.
Liprandi
no habla de arrepentimiento por haber tenido que empuñar las armas para reivindicar sus ideas; aunque sí de “autocrítica” por crímenes que cometió Montoneros, como el del ex titular de la CGT
José Ignacio Rucci.
–¿La toma de La
Calera se produjo durante el gobierno de Onganía. ¿Por qué llegaron a esa
decisión armada?
–Se planteó la toma
de La Calera para recaudar fondos,
por un lado, y por otro, armas,
fundamentalmente. Y un poco para gestar
lo que iba a ser después la organización político-militar, que fue Montoneros.
Éramos muy poquitos, cinco acá y seis o siete en Buenos Aires.
–¿Cómo ve a la
distancia lo que hizo Montoneros?
–Como organización política militar, en
un momento determinado, con una coyuntura especial que existía en la Argentina,
y fundamentalmente desde el peronismo, la única perspectiva que teníamos los
jóvenes era quebrar la historia. Mirándolo desde hoy, creo que no lo vamos a
reivindicar si se refiere a los métodos. Pero eran las posibilidades que
teníamos. No había otra forma. Hoy fundamentalmente la lucha se tiene que dar en democracia y por eso estoy con el proyecto
nacional.
–Montoneros asesinó
a Rucci. ¿Hicieron su autocrítica?
–A partir de (el
crimen de) Rucci hubo conflictos internos importantes. No sé hasta qué punto
fue acertado. Hubo errores, como en todos los grupos. Pero éramos la parte más
radicalizada del peronismo como juventud y no
teníamos otra forma de expresar nuestra disconformidad con lo que estaba
pasando.
–A través de las
armas...
–La toma de las
armas fue una cuestión circunstancial, pero no lo fundamental de nuestra
práctica política. Pero hay que ver qué pasó a través de la historia: las
proscripciones a Perón, los fusilamientos a Valle Tanco y Cogorno... Cuando uno
genera violencia en el pueblo, el pueblo de alguna manera responde, y
generalmente son los jóvenes.
–¿Cree que se
darían las condiciones para que jóvenes repitan aquella historia?
–No. Las luchas
tienen que ser políticas, en democracia. Como dice Cristina (Kirchner), con
diálogo, con proyectos.
–Una cuestión que
se les achaca a los militares genocidas es que no expresen un mínimo gesto de
arrepentimiento. ¿Y ustedes?
–No conocí ningún
arrepentimiento de los tipos que me torturaron. Ningún ser humano se imagina
las cosas que hicieron. Y ninguno se arrepintió.
–Tampoco se
arrepintió Montoneros...
–Está bien, pero no
hubo torturas. No conozco hechos puntuales de 30 mil desaparecidos en manos de
militantes. Los conocí con la represión de un cuerpo armado que se conformó
para devastar al país. Uno puede hacer autocrítica, pero había un pensamiento,
un concepto ideológico. Era lo que significaba el hecho político militar,
mostrar los sueños y los ideales que tenía una juventud.
Militancia K y
juventud
“Yo soy un granito de arena que contribuyó a que hoy
estemos donde estamos. Participo con
proyectos desde la organización Peronismo Militante de General Villegas. Me
parece que la juventud hoy está cumpliendo un rol fantástico”, señala Liprandi.