martes, 21 de junio de 2016

¿LADRONES? NO, SÓLO ESTUPIDOS



Por Enrique Guillermo Avogadro

"El destino no hace acuerdos
Y nadie se lo reproche.
Ya estoy viendo que esta noche
Vienen del Sur los recuerdos".

Jorge Luis Borges

Si no fuera tan trágico, Almodóvar seguramente nos haría morir de risa con lo ridículo de lo sucedido esta semana en un convento de Gral. Rodríguez, pues creo sólo la imaginación del genial español podría construir una escena tan bizarra; recordemos que fue capaz de parir "Mujeres al borde de un ataque de nervios", que aquí hubiera titulado en singular, mirando al Calafate. En esa película tendría un papel protagónico Hebe de Bonafini quien, además de sugerir al Juez que la llamó a prestar declaración indagatoria que usara la citación como supositorio, explicó a sus fanáticos que José López, el arrojador de valijas, era un infiltrado de los servicios y de los medios de prensa en el "movimiento nacional y popular" en el que, millones mediante, milita; y tendría un cómico rol Fernanda Herrera, la increíble abogada hot del preso.

Lo más recalcitrante del kirchnerismo residual (Kunkel, Recalde, Di Tullio, etc.) se metió en un brete complicado ya que, al igual que lo había hecho con Ricardo Jaime y Leopoldo Báez, salió a intentar despegar a sus jefes del accionar de los grandes gerentes de la corrupción de sus gobiernos y, con ese fin, prefirió presentar a Néstor (q.e.p.d.) y a Cristina como un par de estúpidos, ignorantes por completo lo que sucedía bajo sus pies; ésta, ni lerda ni perezosa, aceptó esa posición en la absurda carta que, en reemplazo de su esperada oralidad, publicó en Facebook.

Pero nadie en la Argentina ya cree que, con personajes como esta pareja, unos miserables usureros que concentraron tanto las decisiones políticas y sobre todo crematísticas, algún funcionario o "amigo" pudiera actuar como éstos lo hicieron sin tener órdenes de esos patrones de la vereda, en especial por los recuerdos, que vienen del sur patagónico: Julio De Vido y Julio López cumplían idénticos roles en la Intendencia de Río Gallegos y en la Provincia de Santa Cruz, cuando este par de presuntos lelos ejercían el poder más absoluto. Es que cada uno de los miembros de la asociación ilícita que, encabezada por los Kirchner y gobernó nuestro país en la década "relatada", desempeñaba funciones que servían al propósito general de robar, sin tasa ni medida.

Sergio Schoklender, que mucho sabe de esto, afirmó que el botín representaba un PBI argentino, es decir, nada menos que US$ 540 mil millones; esa cifra debe ser exagerada pero, sin dudas y dado el tamaño relativo de Brasil, podemos asegurar que aquí el latrocinio ha sido infinitamente mayor que en nuestro vecino, donde hay ya muchos políticos, funcionarios y empresarios presos condenados a largas penas de cárcel, para vergüenza nuestra.

Este tema, el de la impunidad local, nos lleva necesariamente a la conducta de los jueces federales que, como siempre he sostenido, nunca se vendían sino que se alquilaban al patrón de turno, que pagaba esos servicios con sobres que llegaban desde la SIDE. Desde el 10 de diciembre, el gobierno de Cambiemos ha terminado con esa abominable práctica y los magistrados se ven librados a su propio albedrío. Por eso y frente a la posibilidad de una pueblada frente a Comodoro Py, todos ellos han acelerado bruscamente las causas que cajonearon durante años y tanto inquietan a la nuestra "abogada exitosa"; debieron aparecer filmaciones de "La Rosadita" o un tipo tirando bolsos con fortunas por encima de las tapias de un convento para que estos penosos personajes se vieran ante la necesidad de actuar, ahora en defensa propia.

Cuando, más arriba, dije que es trágico, me refería a que todo ese dinero -estancias, autos, aviones, barcos, departamentos, bolsos, cuentas en paraísos fiscales, derroches incalificables- faltó en alimentos para los chicos desnutridos, seguridad en nuestras rutas, la luz y el gas que necesitamos, escuelas, hospitales, viviendas, ambulancias, remedios, cloacas y agua potable. Lo lamentablemente es que todo esto nuestra corrupta sociedad lo sabe desde hace años, y sólo reaccionó cuando se inquietaron sus bolsillos; no necesitaba de obscenos bolsos de dinero para conocer los hechos, pero prefirió ignorarlos.

Por mi parte, llevo más de una década calificando a ambos Kirchner como genocidas, aplicándoles la definición que, para esos delitos, utiliza el Tratado de Roma, que en la Argentina tiene rango constitucional desde 1994: "Se entenderá por 'genocidio' cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial ...". Lo que se hizo a través del "modelo" durante estos años con los más desposeídos de nosotros, reviste exactamente esas características porque fue ejecutado desde el Estado y, en tal medida, impide que prescriban las causas contra los responsables; dada la sempiterna morosidad de nuestra Justicia, no es un dato menor.


Pero, claro, lo sucedido no sólo ha golpeado al kirchnerismo sino que muchas compañías constructoras argentinas están poniendo las barbas en remojo. En este tema, como para bailar el tango, se necesitan dos: el empresario que paga y el funcionario que recibe, y ambos son condenables. Desde las cárceles brasileñas, Marcelo Odebrecht (condenado a diecinueve años de prisión) y muchos de sus colegas, pueden contarle a los locales qué pasa cuando los jueces trabajan en serio; por lo demás, las coimas se transforman en sobreprecios, que pagamos todos. Y la habitual excusa -"pagaba o no podía trabajar"- es de una rampante inmoralidad.

Otro sector que está conmovido por los hechos es, obviamente, la Iglesia. El fantasma del fallecido Obispo di Monte, que sobrevuela el caso por la elección de su último domicilio y que tantos secretos de la obra pública se llevó a la tumba, constituyó un fuerte cross a la mandíbula de la jerarquía eclesiástica, que reaccionó tarde y mal.

Ahora, cuando a pesar de sí misma la Justicia se acerca tanto a la ex Presidente y -enriquecimiento ilícito, Hotesur, Los Sauces, dólar futuro, etc.- la empuja inevitablemente hacia las rejas, se ha instalado en los medios y en la opinión pública la discusión acerca de si la detención de Cristina o, incluso, de Hebe de Bonafini podrían afectar la gobernabilidad del Gobierno, como en su momento pensaban respecto a Milagro Salas. Obviamente, estoy enrolado entre quienes, no sólo dicen que no lo harían sino que creo que esas medidas resultan esenciales para el futuro moral de la República, aunque el costo que debamos afrontar, como sociedad y como sucede en Brasil, sea elevadísimo. Votamos por Cambiemos para corregir el rumbo; si no lo logramos, habremos caído en el definitivo fracaso y confirmaremos nuestra historia reciente, que nos señalaba como un país inviable desde que Discépolo escribiera su tan actual "Cambalache".

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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