martes, 19 de diciembre de 2017

JUBILACIONES


Hagamos un ejercicio para tratar de explicarles a los jubilados y al resto de los ciudadanos cómo es que debería funcionar el sistema previsional y cómo es que funciona en la actualidad.

Por Denis Pitté Fletcher

Supongamos que hoy fundamos la República Argentina desde 0 kilómetro. Y sancionamos todas las leyes necesarias para sentar las bases que el gobierno y los ciudadanos deben cumplir.

En el sistema jubilatorio (aún no tenemos ni un solo jubilado porque estamos arrancando de cero), tenemos dos posibilidades.

O creamos una caja de jubilaciones “individuales” (estatal o privada), donde cada trabajador hace sus aportes mensuales (que se colocan en determinadas inversiones para que se vayan valorizando con el paso del tiempo) y el día que se jubila se le paga la jubilación conforme a lo que aportó y lo que tiene “ahorrado”.

O creamos un sistema de “reparto”, donde los actuales trabajadores realizan sus aportes para pagar no sus futuras jubilaciones, sino las jubilaciones de los jubilados que se jubilan –valgan las redundancias- desde el día cero. En este sistema, lo que hacemos es un simple cálculo: para que se recaude una jubilación del 80% de un salario normal, se necesita quitarle a cuatro trabajadores un 20% a cada uno. Y ahí tenés una jubilación completa, sin que el Estado (es decir, el resto de la sociedad) deba poner un solo peso.

La Argentina optó por este último sistema durante la gestión del kirchnerismo: Sistema de reparto.

El punto es que esa relación de 4 activos (trabajadores) por cada 1 pasivo (jubilado) dejó de existir hace mucho tiempo. Y actualmente la relación está, en la mejor de las cuentas, en 1,5 activos por cada 1 jubilado.

Como dato de interés, durante el gobierno del kirchnerismo se pasó de 80.000 pensiones por invalidez a 1.300.000 pensiones por invalidez, sin haber tenido una guerra, ni un tsunami, ni ninguna plaga generalizada. Un “curro” más del kirchnerismo para comprar votos a la gente pobre. Porque el que no tiene nada para vender, vende su voto. Y eso las izquierdas populistas lo tienen muy claro.

Obviamente, ese 1,5 de activos no puede ser saqueado al punto de generar una jubilación del 80% de un salario normal. Y, en consecuencia, es el Estado (el resto de los argentinos) quienes deben completar el 2,5 faltante. Y para ello el Estado debe cobrarle impuestos a los ciudadanos, que en lugar de destinarse a obra pública, salud, seguridad, justicia, educación, redes de contención social para niños, etc., van a parar al pago de jubilaciones.

Hoy, del total de lo que el Estado recauda en impuestos (o, si se quiere ver diferente, del total del gasto del Estado o gasto público), debe destinarse en términos redondos el 50% a pagar jubilaciones, pensiones, pensiones por invalidez y otro rubros similares. Reitero: 50%.

Así no hay país que resista. No hay economía en el mundo que resista. Los argentinos tenemos los impuestos más altos del mundo –¡¡del-mun-do!!-, y al no poder imponer nuevos tributos porque serían impagables para las personas, el Estado fabrica dinero (pesos) para poder pagar esas jubilaciones. Y ese dinero fabricado es el que produce inflación, que la pagan los más pobres pues los salarios se perciben a mes vencido y durante los días del mes los bienes van subiendo de precio. Es decir, es un impuesto disfrazado de aumento de precios, para así poder culpar a los fabricantes y a los comerciantes y no al gobierno.

El gobierno del presidente Macri ha decidido pagar el altísimo déficit que genera el gasto público (se recauda menos de lo que se gasta), tomando préstamos de dólares en el exterior. Por tal razón, ingresa al país una masa enorme de dólares, que el gobierno le canjea al Banco Central por pesos para poder así pagar las jubilaciones. A su vez, el Banco Central, para que esos pesos no aumenten la masa de moneda que circula y generen inflación por su exceso, ofrece letras (lebacs y otras yerbas) con altas tasas de interés para que los Bancos compren y así se aspiren los pesos excedentes de las calles. Lo que trae endeudamiento interno, a la vez que sobrevalúan el valor del peso (hoy el dólar debería rondar los $ 25 y están a $ 17,5) y el peso sobrevaluado hace que los que exportan ganen poco y que los bienes importados sean mucho más baratos que los nacionales, generándose así la quiebra de las empresas nacionales productoras de diversos bienes.

En materia de jubilaciones, lo primero que debería hacer el gobierno del presidente Macri, y que contaría con el apoyo del verdadero pueblo trabajador y jubilado, es derogar inmediatamente las jubilaciones de privilegio, y en forma retroactiva. Si es necesario, por decreto de necesidad y urgencia. El ex juez Zaffaroni percibe hoy una jubilación de $ 385.000 (con medio aguinaldo se va a $ 577.500), lo que no lo priva de tener un discurso socialista, de distribución de la riqueza, de derechos humanos, de igualdad, y de haber sido parte del kirchnerismo que impuso el sistema de reparto, avalado por fallos de la Corte Suprema que este juez integraba.

Es algo francamente inadmisible, repugnante, injusto, y cuantos más adjetivos descalificativos se nos ocurran, sostener ese tipo de jubilaciones, que en el país las hay por miles, ¡¡por-mi-les!! Y que el gobierno ni siquiera menciona como parte del problema.

Luego de esa decisión patriótica y correcta podremos hablar con mayor autoridad moral sobre un sistema jubilatorio consistente, viable, justo y que permita a los jubilados tener una vejez digna y sin angustia.

Mientras tanto, el juez Zaffaroni y tantos otros, disfrutan de sus viajes al exterior y de sus cuentas bancarias bien llenitas.



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