Hay que viajar y hablar menos; conocer en profundidad el país y no declamarlo; leer la historia pero no anclarse solamente en ciertos pasajes de ella; hay que “distribuir” menos lo que no se alcanza a producir y dejar de atacar a esos productores porque cuando se extingan no habrá nada que distribuir.
Por Juan Salinas Bohil
Los dos Presidentes Kirchner andan de campaña a mil. Uno de ellos, desde Jujuy, mostró que las elecciones son la verdadera preocupación (¿la única?) de los políticos al afirmar que “en octubre vamos a ganar y a llenar las urnas,” y agregó: “Llegó la hora de la distribución del ingreso”. La otra no le va en zaga en eso de distribuir y todos los días, de pie ante la claque del aplauso fácil y por la cadena televisiva semiprivada de la Felicidad da rienda suelta a su extensa oratoria mientras reparte dinero y más dinero para la construcción de “obras”. De acuerdo a la agenda oficial no hace casi otra cosa que participar de esos actos.
La Rosada distribuye a manos llenas porque mientras haya para repartir, ¿por qué se va privar de ver feliz al pueblo? Los dueños del conurbano bonaerense son los que más reciben porque es en sus intendencias que se percibe la pobreza a gran escala. ¿Pobreza?: ¡miseria! ¿Hay pobres en Argentina? ¡Qué barbaridad! ¡A dónde iremos a parar! Cuando invadan la ciudad habrá que irse al shopping.
Uno de los dos Presidentes en ejercicio descubrió en la provincia de Salta que existe la pobreza, y con ello que todos los males no se solucionaron desde que su matrimonio arribó al Poder el 25 de mayo de 2003 como había hecho creer a algunos. Con seguridad debe estar mal informada. Quizás, la cantidad de vuelos que realiza al exterior le impide saber qué suelo está pisando. Como es sabido, se necesita cierto tiempo de adaptación sobre el suelo terrestre después de haber permanecido muchas horas en el aire.
Pero la Presidente no es la única que muestra devoción por los pobres. La señora de Eduardo Duhalde se preguntó si Cristina Fernández le daría su Rolex a los pobres, y la señora Carrió hizo gala de su Opción por los pobres, que traducida en la praxis-compromiso de liberación, constituye el primer capítulo en la metodología de la teología latinoamericana de la liberación. Las tres se refieren, como es lógico, a la pobreza material y no a la del espíritu. Y pensar que con tanta preocupación, si el INDEC no mintiese, cada día se contarían más pobres. ¡Pobres los pobres!
También se confundió cuando en una de sus alocuciones diarias dijo que “en los años 50 fuimos construyendo una poderosa clase media, que nos hizo distintiva en toda la América del Sur”. La verdad es que la clase media existe desde siempre, y en Argentina, desde la época de la Colonia, fortificada hasta el infinito por la fabulosa mezcla de lo inmigrante con lo criollo en las últimas décadas del siglo XIX. Y ese sector se destacó mucho más allá de los estrechos límites de cierta América mestiza que con su decadencia bolivariana hoy pretende encerrar a nuestro país.
Desde la Residencia de Olivos en uno de sus últimos discursos, uno de los Presidentes en ejercicio expresó: ...“esta ruta que tantos los beneficia, porque estamos en un corazón agrícola ganadero, como es Coronel Suárez y General Lamadrid, también es parte del dinero de las retenciones. Y yo quiero decirles que también es parte del dinero de las retenciones la autovía Córdoba-Rosario y también es parte de las retenciones los fondos que el Estado necesita para mantener un tipo de cambio competitivo y también para poder subsidiar el gas oil y también para seguir subsidiando la generación de energía eléctrica para los sectores de la producción y de la industria”…
Visto para todo lo que sirve el dinero que se le saca al campo hemos de pensar que es el único sector productivo del país. ¿Y los demás? No vemos a los productores agrícolas ganaderos viajar en el avión presidencial con decenas de funcionarios amigos, gobernadores amigos, industriales amigos del campo “nacional y popular”, sindicalistas amigos y periodistas amigos del gobierno central, es decir, el gran elenco estable de la Casa Rosada.
Hay que viajar y hablar menos; conocer en profundidad el país y no declamarlo; leer la historia pero no anclarse solamente en ciertos pasajes de ella; hay que “distribuir” menos lo que no se alcanza a producir y dejar de atacar a esos productores porque cuando se extingan (y ésa es una evidente política de Estado) no habrá nada que distribuir.
Correo de Buenos Aires
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