sábado, 7 de febrero de 2009

¿También tú, Bruto?


A medida que pasa el tiempo se consolida la orientación política del Presidente Lugo hacia una alianza estratégica con los gobiernos de izquierda más reaccionarios de Hispanoamérica.

Por José Leopoldo Decamilli

Lo que antes de ser electo eran señales aisladas (el peregrinaje a Cuba, meca del comunismo totalitario; los abrazos afectuosos al déspota venezolano y a sus perrillos falderos de Bolivia, Ecuador y Nicaragua; el beso en la frente a la Sra. Bonafini, que expresó alguna vez el piadoso deseo de que el Papa Juan Pablo II se pudra en el infierno; o su repetida aparición en público con del puño en alto, el símbolo de la violencia revolucionaria marxista), en nuestros días ya no son presunciones o sospechas alimentadas por el pertinaz silencio del Sr. Lugo. Las declaraciones y medidas concretas del Gobierno confirman que el Presidente del Paraguay se ha incorporado a la confabulación de las fuerzas políticas que se obstinan en imponer a los pueblos de América ideologías totalitarias y sistemas de organización social y política que han sido responsables de la muerte de millones de seres humanos en todos los rincones del mundo, que ha privado de libertad a sus comunidades y las ha condenado a la miseria.

El Sr. Lugo está siguiendo al dedillo el libreto escrito por Fidel y por el energúmeno venezolano para socavar las instituciones que garantizan el Estado de Derecho y de las libertades de la democracia. Para asegurarse en el poder se desarticulan las instancias que pueden obstaculizar sus propósitos y controlar críticamente su gestión política.

Una de sus primeras medidas fue la reorganización del Ejército Nacional. También busca el control de la Corte Suprema de Justicia y soslaya la autoridad del Congreso.

El Sr. Lugo viola la Constitución de 1992 cuando firma acuerdos (como los sucritos el 16 de agosto pasado) y los lleva parcialmente a la práctica sin el consentimiento del Congreso Nacional, ignorando lo que disponen los Artículos 137 y 207 inc. 9.

Consciente de que la Constitución vigente constituye una barrera para sus intenciones (y tal como sucedió en Venezuela, Bolivia y Ecuador), sugiere que es necesario reformarla.

La conquista de la opinión pública se lleva a cabo por medio del monopolio de la información. TELESUR es un excelente instrumento de adoctrinamiento y el Gobierno completará la propaganda política internacional con un programa propio. La segunda vía es la educación. Se enseñará a los analfabetos a leer y escribir (¡una iniciativa excelente!) pero con la asistencia de internacionalistas adiestrados para insuflar los principios del “Socialismo del Siglo XXI”.

El Sr. Lugo ha engañado al pueblo paraguayo al ocultar sus propósitos. Además, ¿qué confianza puede inspirar una persona que afirma combatir las dictaduras que pretenden eternizarse en el poder cuando se alía a movimientos totalitarios que mantienen a sus pueblos aherrojados y hambrientos desde hace decenios?

En abril del 2008 decía todavía que cuando terminara su mandato se iría a su casa para dedicarse a leer. Ahora, repentinamente, manifiesta que podría seguir gobernando “si el pueblo lo pide y las leyes lo permiten”. Fidel Castro viene diciendo lo mismo desde hace cincuenta años, y el Teniente Coronel repite igual cantilena desde hace diez años.

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