miércoles, 27 de mayo de 2009

Desenfoques


Habría que preguntarse ¿en manos de quien estamos? ¿Cómo salimos de estos inescrupulosos que se valen de cualquier cosa con tal de atornillarse en el poder?

Por Marcela Lentini

Desde que este gobierno comenzó su mandato algo se confirma con el paso del tiempo: el esposo de la presidenta ejerce un primordial papel cada vez más consolidado dentro del mismo. Al principio pareció algo anecdótico y singular, lo que generó un significativo rechazo y una fuerte crítica, sin embargo no hubo impedimento para que progresivamente colocara a sus “soldados” (como le gusta decir, aunque se jacta de ser anti-militar) en los lugares desde donde se podía controlar absolutamente todo. Ella varias veces dejó trascender cambios en el gabinete, relanzamientos de su gestión, pero los “soldados de Néstor” siguen allí firmes, confiados y con carta blanca para atropellar todo lo que pueda ser un escollo. Para demostrar quien manda y lo que le pasa a los que lo desafían.

Si el gobierno lo ejerce alguien que no ha sido electo para ese cargo y además sube y baja el pulgar a quien se le cante… ¿Es o no esto un golpe de Estado técnico?. La trascendental crisis que vive el país, producto entre otras cosas de la violencia promovida y la confrontación permanente con sectores representativos de la sociedad, resaltan la reflexión anterior.
Hemos visto a una presidenta que insiste en imitar hasta el ridículo el tono “evitista” ganándose el calificativo de actriz frustrada en todos los medios, muestra un tono preocupante al hablar, un discurso abundante en retórica pero sin contenido y una significativa fatiga física en las escasas entrevistas que ha concedido.

No podemos tampoco dejar de lado algunos hechos accesorios a la crisis económica actual y al panorama electoral. El primero, cuando un piquetero oficialista (todavía no expulsado y con inexplicable goce de impunidad) anunció la posible salida a la calle de sus fuerzas de choque en abierta amenaza contra la libertad del pueblo de elegir a quien mejor le parezca en las próximas elecciones. El segundo, unas declaraciones nada afortunadas del propio ex presidente extorsionando al pueblo con el archiconocido “nosotros o el caos” y dejando por sentado que la autoridad era él. Presurosos salieron ministros y ex ministros a decir que no había querido decir lo que dijo. Idas y vueltas, dimes y diretes, mentidas y desmentidas. Toda una conexión-desconexión de hechos reveladora de que hay interferencias en los pasillos del poder.

¿Qué ha estado pasando?. Difícil de entender si miramos al responsable legal del problema, pero no al verdadero. Hemos mezclado, hasta la confusión, el poder real con el poder difuso y, atendiendo y exigiéndole al primero, se nos ha olvidado y opacado el segundo, como si enfocamos un primer plano y todo lo demás queda borroso.
El “ex” presidente ha seguido usurpando a su esposa, en lugar de desmantelar de una vez por todas estas tramas y dejándola que gobierne ella como considere conveniente ¿o será que ella no puede gobernar porque no tiene la capacidad ni los atributos para el cargo? ¿qué oscuras razones hay detrás de esta absurda “democracia conyugal·”?

Se ha revelado el auténtico poder paralelo al Estado: una rosca alrededor de la presidenta desde el principio confirmada. Su esposo, su cuñada y otros grupos de “escogidos” ciudadanos, parece que son quienes manejan el país a su antojo, razón por la que la mandataria únicamente ha estado luciendo modelos en sus viajes, inaugurando cloacas, asfaltos y zapaterías y poniendo cara de “yo no fui”.

El pago a manifestantes con fondos públicos, la coacción a intendentes y gobernadores y otras muestras del “apoyo popular” en los actos de campaña, demuestran la “calidad institucional” tan prometida en la campaña presidencial de 2007. Tenemos un gobierno tan “democrático y pro derechos humanos” que ante el primer conflicto y cacerolazo no tuvo mejor idea que aplicar el método fascista de mandar a su “camisa negra” con sus esbirros a golpear a unos cientos de manifestantes desarmados e intentar instalar la teoría golpista junto a la presentación del problema agrario como una lucha de clases. Para la pareja presidencial es imperdonable que un chacarero tenga una camioneta, pero ¿no es imperdonable que ellos sean multimillonarios siendo que hace tres décadas viven de la política e hicieron durante la dictadura unos buenos “morlacos” gracias a privilegiados contactos con el gobierno militar de su provincia sureña? Sobra material fotográfico y denuncias de cómo “apretaban” a quienes no podían pagar hipotecas o préstamos, método que trasladaron luego a sus incursiones políticas.

Lo que demuestra que no tienen talante democrático ni tampoco inteligencia ni capacidad. Solo saben apretar, extorsionar, gritar y usar el dinero como herramienta de sometimiento.

Habría que preguntarse ¿en manos de quien estamos? ¿o acaso las listas colectoras, testimoniales, domicilios truchos y jueces electorales complacientes son una muestra de racionalidad y respeto a la ley? ¿Cómo salimos de estos inescrupulosos que se valen de cualquier cosa con tal de atornillarse en el poder?

Es posible que haya que incluir, entre las soluciones políticas que se manejen pasadas las elecciones (sea cual fuere su resultado), la variable de qué hacer con alguien que no termina por ejercer la autoridad que se le ha delegado dejando los grandes problemas en manos de un poder fáctico que se muestra virulento como nunca antes ha ocurrido. Hay que enfocar bien y desnudar a los verdaderos responsables que andan tras bambalinas. Movamos el zoom y veamos lo profundo, ya que la forma es la misma de siempre.

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