Mientras Cristina Fernández de Kirchner habla de reforma política, el ex intendente Mario Ishii sale a buscar a los traidores del kirchnerismo.
Por Roberto Cachanosky
Con los antecedentes que han mostrado los Kirchner en estos 6 años, se hace difícil tomar en serio la convocatoria de Cristina Fernández al diálogo y a la reforma política. Para ellos las convocatorias al diálogo siempre han sido un simulacro de apertura que, en definitiva, solo pretendía dar una apariencia ante la sociedad. El caso más reciente que recuerdo es marzo de este año cuando el gobierno convocó a los representantes del campo a una mesa de diálogo en los que participaban Débora Giorgi y Randazo. Incluso la misma Cristina Fernández sorpresivamente un día se hizo presente en una de las reuniones generando expectativas de diálogo. ¿En qué quedó todo eso? En la nada. Durante algunas semanas debatían si el bife de chorizo entraba o no en las restricciones a las exportaciones o si las mollejas eran parte de la canasta familiar. Todo muy poco serio porque, en definitiva, no había voluntad de diálogo. Néstor, por personalidad, no luce como una persona que quiera dialogar. Para el la democracia es tener algunos votos y después imponer como si estuviera en una dictadura.
Otro ejemplo que puede darse sobre la supuesta actitud dialoguista del gobierno se remonta al año pasado, cuando Kirchner -que no tiene ningún cargo público, ni fue electo para nada- sistemática y permanentemente dinamitaba las reuniones entre el entonces jefe de Gabinete Fernández y la mesa de enlace, ante la pasiva mirada de Cristina que, como luego lo confirmó, parece estar pintada en el cargo que ocupa y Moreno parece tener más poder que ella.
Pero para no remontarnos a ejemplos tan antiguos como marzo o el año pasado, basta ver lo que ocurre actualmente. Cristina Fernández de Kirchner habla de una profunda reforma política mientras Kirchner, mediante su peón Mario Ishii, intendente renunciado de José C. Paz, informa que deja el cargo o se toma una larga licencia porque tiene que salir a recorrer la provincia de Buenos Aires buscando a los intendentes traidores que no apoyaron la boleta de Kirchner el 28 de junio. Es decir, mientras Cristina habla de reforma política y transparencia, los soldados de Néstor buscan venganza porque los intendentes testimoniales no cumplieron con su palabra de tratar de llevar de las narices y como rebaño a los votantes el 28 de junio pasado.
Cristina habla de reforma política a menos de dos semanas que su marido implementara una formidable máquina de tergiversar la democracia con las candidaturas testimoniales y después que adelantó antojadizamente las elecciones y repartieron dineros de los contribuyentes en el conurbano para captar voluntades.
Mientras tanto, todo parece indicar que Duhalde puede llegar a quedarse, primero con la jefatura del PJ bonaerense y luego con todo el PJ. Si esto ocurriera, y viendo que las candidaturas testimoniales no funcionaron, ¿será que ahora los Kirchner se dan cuenta que se quedan sin el aparato bonaerense y temen por su futuro electoral en el 2011, si es que tiene algún futuro electoral? ¿Estarán buscando implementar alguna reforma política que les permita sobrevivir al fracaso que sufrieron? No los sabemos. Pero sí sabemos que el matrimonio se ha caracterizado por usar la mentira como forma de gobierno. Jueguitos para la tribuna que después quedan en la nada.
Otro ejemplo al respecto. En la patética conferencia de prensa que dio Cristina el lunes siguiente a las elecciones, en la que solo le faltó multiplicar por el logaritmo neperiano el resultado electoral para tratar de mostrar que habían ganado las elecciones, dijo en esa conferencia de prensa en la que, por cierto, con la postura dialoguista que la caracteriza, limitó la cantidad de preguntas, que no había ningún motivo para hacer cambios de gabinete. A la semana movió todas las fichas del tablero ministerial. Seamos sinceros, ante semejantes comportamientos uno no sabe si son unos improvisados o unos mentirosos. Son demasiadas las contradicciones entre el discurso del matrimonio y sus actos. Es muy fuerte el contraste entre lo que dicen y lo que hacen. ¿Por qué, después de años de descalificar al que piensa diferente, de usar el dinero de los contribuyentes como instrumento de poder político personal, de utilizar descaradamente la Quinta de Olivos como unidad básica, de tenerlo a Moreno mintiendo con la inflación y demás acciones reñidas con los más elementales principios republicanos, tenemos que creer que ahora sí se han vuelto demócratas, republicanos, dialoguistas y transparentes?
Que el resultado electoral les haya significado un cachetazo que los dejó mareados durante varios días no quiere decir que vayan a cambiar de personalidad. En todo caso, este llamado luce más a un intento por ganar tiempo y, sobre todo, ganarle de mano la agenda a una oposición que es incapaz de sentarse a acordar algunos puntos básicos de principios republicanos y económicos.
¿Por qué esta falta de iniciativa? Porque así como en el kirchnerismo hay un alto grado de soberbia, del otro lado también vemos casos de soberbia aguda, dónde algunos se piensan que solo ellos son la inmaculada concepción y deciden quiénes merecen entrar en el cielo y quienes no. Soberbia que tampoco les funcionó porque, por ejemplo, en el caso del ARI, tuvieron varios "elegidos" por la "inmaculada concepción" que terminaron pasándose al bando kirchnerista, así como, en su momento, Borocotó y Paola Spátola traicionaron el voto de la gente.
En definitiva, el domingo 28 de junio, en forma apabullante, la mayoría de la población votó rechazando la prepotencia kirchnerista y decidió ponerle un límite al matrimonio votando a diferentes candidatos. Delegó en esos candidatos, como en toda democracia representativa, la función de limitar el poder de los Kirchner. Cómo esas personas a las que se les delegó el poder de poner límites todavía están en la luna de Valencia, sale el kirchnermismo a tratar de ganar el centro del ring proponiendo, por una cuestión de conveniencia política, una agenda que nadie sabe de qué se trata concretamente. Larga otro anuncio tipo tren bala o créditos para inquilinos y el resto no sabe qué contestar.
Francamente, entre las avivadas de los Kirchner y la vanidad de algunos opositores, resulta difícil imaginarse que se despeje el horizonte económico. Si la oposición no se pone las pilas no estarán cumpliendo con el voto que recibieron de limitar al matrimonio. Y, mientras tanto, los Kirchner seguirán haciendo anuncios vacíos de contenido para crear un nuevo tema de conversación ya que la gripe porcina tiende a agotarse como tema de debate.
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