miércoles, 17 de noviembre de 2010

La dama de negro

Más cerca de una Morticia digna de un remedo que podría bien titularse "Los Locos Kirchner", trata de mostrarse compungida pero con mano de hierro para ser la conductora de un movimiento político que sin líder puede desaparecer.


Por Darío

La dama de negro juega a ser la viuda inconsolable que se refugia en su santa misión de guiar a los argentinos hacia su destino de grandeza.

Con maquillaje de tono discreto que acentúa una palidez inexistente, con falsas ojeras, ahora acorta notablemente sus discursos, evita los gestos que la caracterizan y que tanto irritan.

Inexorablemente su voz se quiebra al nombrar al difunto convertido en santo por obra y gracia de la muerte... y de la estupidez humana.

Así, más cerca de una Morticia digna de un remedo que podría bien titularse "Los Locos Kirchner", trata de mostrarse compungida pero con mano de hierro para ser la conductora de un movimiento político que sin líder puede desaparecer.

La publicidad desenfrenada pagada por el pueblo parece dar sus frutos, no sería de extrañar que empezáramos a ver a los costados de las rutas esas especies de santuarios tipo Gauchito Gil, con banderas montoneras con el agregado de alcancías como para no perder la costumbre kirchnerista.

La dama viste de negro caro, carísimo, este luto extraño que bien podría ser si fuera honesto, una forma de recordar a la democracia que ellos asesinaron.
También yacen en sus tumbas la Justicia y la Verdad.

Sí, la dama debe vestir de negro ante tanta tragedia que desató con su cómplice muerto.

La muerte no redime a quien fuera una mala persona, que bastardeó a Dios y en su último momento pidió por Él en una extremaunción dónde más que arrepentimiento fue temor al castigo eterno.

Ante tal hecho la dama de negro no busca la reconciliación de los argentinos, no se siente tocada por la tragedia, no cambia el rumbo, prosigue abrazada a una causa de odio y de dinero.

En este velatorio ha sido la figura central desplazando al fallecido, el cajón cerrado obliga a mirarla a ella, que con gestos agradece de manera permanente a quienes desfilan ante el ataúd e inclusive a veces se levanta para abrazarse con quienes exageran el dolor como premio a tal manifestación.

Luego vuelve a su lugar, acaricia constantemente el cajón para no dejar dudas sobre su dolor, a su lado dos inexpresivos seres simulan ser los hijos.

La dama tiene razones para vestir de negro aunque ella no lo sepa, la están velando a ella.

Mientras tanto, nuestra Patria agoniza, si la dejamos morir ¿no seremos como la dama de negro?

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