A mi casa llegó la oscuridad disfrazada de promesas que nunca se cumplieron, se llenó de extraños que robaron los muebles, vaciaron la despensa, podaron los árboles para hacer leña e hicieron un fuego inmenso.
Por Darío
Camino por mi casa entre penumbras para no ver lo que de ella queda, tal vez porque las sombras me ocultan los estragos del tiempo.
Mis pasos por las ruinas que alguna vez fueron mi orgullo ya no son firmes, quizás porque en mi corazón hay más desencanto que esperanza.
La luz de la luna se filtra por una ventana rota y me ilumina un poco el alma.
Escucho del jardín con rosales sin rosas el canto inútil de la cigarra que quiere ser pájaro.
Aturde mis pensamientos hasta que una luciérnaga jugando a ser chispa eterna de Dios roba mi mirada y con ella se pierde en la noche.
Ya no hay flores compitiendo a ser la más hermosa o perfumada que embriague los sentidos.
Sigo caminando tembloroso pero mi paso se hace firme al acercarme a mi destino.
Aparta mi mano alguna telaraña que entorpece mi rumbo y con ella algún mal momento también se aleja.
Qué pena es ver mi casa destruida sin nadie que la habite con amor, invadida por extraños que la han robado con el paso del tiempo.
Alguna vez fue el orgullo del vecindario que la veía brillar con su césped cuidado donde los niños jugaban inocentes, llenando con sus risas todos los ámbitos.
Es verdad que el tiempo pasa, nos quedan de los recuerdos lo bueno, lo malo un poco olvidado.
Pero a mi casa llegó la oscuridad disfrazada de promesas que nunca se cumplieron, se llenó de extraños que robaron los muebles, vaciaron la despensa, podaron los árboles para hacer leña e hicieron un fuego inmenso.
No quedan vidrios sanos para detener al frío ni puerta que detenga a nadie, hasta el crucifijo que velaba sobre ella ya no está.
En el patio ennegrecido por las cenizas sólo caminan horribles fantasmas de pañuelos blancos que quieren adueñarse del lugar.
Hacen una siniestra ronda a un esqueleto que baila burlón con una bruja de oscuro ropaje.
Siento que el frío me cala los huesos, me envuelvo en mi manta celeste y blanca, busco el crucifijo perdido y lo encuentro en mi corazón.
Ya no siento temores, mi casa aunque en ruinas, se ilumina toda, huyen los espíritus perversos manchados de sangre inocente, porque esta casa no es sólo mía, es de todos los que sienten conmigo que hay que defenderla, porque esta casa... es la Patria.
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MUY BUENO, TODOS DEBERIAMOS SENTIRNOS ASÍ Y TENER LA VALENTIA DE RETOMAR AQUELLO QUE NOS PERTENECE QUE ES LA PATRIA HOY PERDIDA, USURPADA
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