Por
Jorge E. Rulli
Nuestra
Argentina navega en mares de tormenta. Todos nos interrogamos sobre su deriva,
pero apenas si tenemos algunas presunciones de lo que puede llegar a ocurrir u
ocurrirnos. Los contrincantes han posibilitado que, de manera insensata, hoy el
buque navegue sin mayor gobierno. Los postulantes a darle un rumbo nuevo no
existen, sí son muchos por lo contrario, los que quieren hacerse cargo de los puestos de
mando, seguramente por el mando mismo. Las alianzas entre los candidatos son
diversas y sorprendentes, cambian como en un caleidoscopio. Una idea fija y
hasta precaria los acompaña y es la de que con una soja a 600 dólares la
tonelada, a la Argentina no debería irle mal en el contexto internacional ni
debería estar en problemas, tal como se encuentra ahora… A partir de ese
tremendo esfuerzo intelectual, no parecería caérseles una sola idea nueva, al
menos respecto a la posibilidad de cambiar el rumbo y de tener un proyecto
propio. Estamos en medio de la noche negra, cuando todavía el amanecer parece
un sueño loco. La pesadilla de la modernidad colonial con que nos dieron forma
de República en el siglo XIX vuelve a travestirse imaginando poscolonialidades
que nos permitan subirnos al tren de China, sin perder por ello los favores del
Imperio norteamericano. Un nuevo ALCA con el coloso asiático, no resultaría
contradictorio de esa manera con la base del Comando Sud que, el Gobernador
Capitanich permite instalar en Resistencia o con la radicación de Monsanto en
la Provincia de Córdoba, que festeja nuestra Presidente. Por lo demás, los que
muchos años atrás gritaban contra el ALCA como si fuera una amenaza, sin
advertir para nada, que el ALCA era la soja y que ya estaba instalado y con los
propios consentimientos u omisiones, ahora callan, significativamente…Seguimos
siendo amplios y plurales, tal vez porque muchos fueron alguna vez sectarios y
excluyentes, y fueron reconvenidos y se rebelaron, y por fin aprendieron, pero
a destiempo y cuando no correspondía…Cuarenta años después malinterpretan la
deposición de Lugo en Paraguay y la leen con las mismas claves con que no
supieron leer en los años setenta el golpe militar en Chile y en el
Uruguay, golpes de Estado, que se
cernían como enormes amenazas sobre nuestra incipiente primavera del año
73…Lamentablemente, la situación dista de ser la misma. Hoy la tragedia
paraguaya pasa por los monocultivos de Soja, por los intereses de la empresa
Monsanto y por la ocupación brasileña de los territorios del país hermano. La
Argentina que ahora políticamente enmudece, tiene responsabilidades importantes
en esa sojización compulsiva que alguna vez fue bolsa blanca contrabandeada
desde nuestra orilla, y que ahora es olvido, olvido histórico que tenemos ante
el pueblo paraguayo, ocupado por los “brasiguayos” con respaldos descarados del
Brasil de Lula y de Dilma.
Cuando
el desgobierno, los desgarramientos entre cómplices de ayer, la ineptitud y la
corrupción generalizada son la comidilla de cada día en esta Argentina
kamporista, volvemos a pronunciarnos a favor de salir del cepo y de la trampa
de la sojización. Lo decimos hoy desde Córdoba, pero lo hemos repetido a lo
largo de los últimos quince años desde cada lugar de la Argentina en que hemos
podido tener un micrófono o una tribuna para replicar nuestras voces. La soja
expresa las nuevas relaciones coloniales de las que alguna vez nos hablara
Scalabrini Ortiz, y con ella, igual que en aquellos años con la Gran Bretaña y
con las exportaciones de trigo y de carne, ahora tampoco existe la posibilidad
de tener un Proyecto de país. Con la soja, seguiremos como ahora, en estos días
aciagos, en que olvidados de aquel apotegma tan primario que nos enseñara
Perón, cada sector, cada corporación y hasta cada argentino, cree que puede
salvarse solo, en un país que carece de un proyecto común, en un país que
continúa navegando a la deriva. Nadie puede realizarse en un país que no se
realiza y menos todavía, cuando quienes lo conducen sólo piensan en sus propios
y mezquinos intereses. La Crisis en la que estamos, como todas las crisis,
contiene enormes dificultades pero también contiene grandes oportunidades.
Ojala que sepamos aprovechar estas últimas. Aún es tiempo de barajar y dar de
nuevo, aún es tiempo de acunar el sueño de una Argentina que olvide los rindes
de cosecha y los record de exportaciones, para considerar de nuevo la felicidad
de su Pueblo e imaginar una República dónde los niños vuelvan a ser los únicos
privilegiados.
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politicaydesarrollo@gmail.com
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