viernes, 1 de abril de 2016
UN PASO ADELANTE EN LA ECONOMIA, UN GIRO COPÉRNICANO EN LA POLÍTICA
Por Jorge R. Enríquez
Cuando Mauricio Macri estaba por asumir la presidencia, muchos temían que, además de los graves problemas económicos que debería afrontar, tendría serias dificultades de gobernabilidad. El kirchnerismo y otros exponentes del populismo se frotaban las manos imaginando un gobierno impotente y breve. Eran verdaderos agoreros o pronosticadores de catástrofes.
Argumentaban que el gobierno de Cambiemos nacía muy débil, ya que no contaba con la mayoría absoluta en ninguna de las cámaras del Congreso. En el Senado, en particular, su situación era dramática, porque el bloque del PRO era minúsculo, y ni siquiera con la suma del de la UCR podía arrimarse al peronismo, que le sacaba una ventaja enorme y lo habría de manejar con comodidad.
Las iniciativas oficiales se empantanarían en ese terreno farragoso, pronto estallaría la crisis y un extendido clamor cruzaría toda la República para pedir el regreso triunfal, desde El Calafate, de la
única líder del pueblo argentino.
Pero algo salió mal. Hace tan solo unas horas el Senado dio sanción definitiva a las leyes que derogan la “ley cerrojo” y la “ley de pago soberano”, y autorizó al Poder Ejecutivo a realizar todos los actos necesarios para arreglar el conflicto con los holdouts y dejar atrás el default. Lo destacable es que no solo esa iniciativa se aprobó cómodamente en la Cámara de Diputados, sino que en el Senado
obtuvo más de los dos tercios, porque fue acompañada por parte del bloque del Frente para la Victoria.
Se trata de un hecho de extraordinarias proyecciones económicas, debido a que reinstala a la Argentina en el concierto internacional y pavimenta el camino para la llegada de inversiones y de créditos a largo plazo para modernizar la arcaica infraestructura que nos dejó la “década ganada”. Pero es, sobre todo, un hito político. Cambiemos se asienta sólidamente en la administración y demuestra que es mucho más que un equipo de técnicos bien intencionados. Hace política sin titubeos, con diálogo y búsqueda de consensos pero también con firmeza y un rumbo claro. En solo tres meses ha tomado decisiones de considerable peso, como la salida inmediata y no traumática del cepo y el arreglo de la deuda.
Mientras tanto, aquellos que en sus ensoñaciones se preparaban para un regreso triunfal deben lidiar con otro regreso.
No será a Balcarce 50 sino a una arteria menos grata: la melancólica avenida Comodoro Py.
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