Por Alberto Buela (*)
Desazón, desconcierto, confusión es lo que ha provocado “el no” del pueblo colombiano al acuerdo de paz entre su gobierno y las Farc entre los mass media internacionales y sus esbirros, los analfabetos locuaces que fungen de periodistas o analistas políticos.
Lo que muestra la existencia de un pensamiento único y políticamente correcto que condiciona la lectura e interpretación de los hechos políticos que acontecen en el mundo.
El acto presidido por el secretario general de las Naciones Unidas, hablando en inglés a un público que habla castellano y ante presidentes de una docena de países hispanoparlantes, se mostró como una imposición donde la decisión ya había sido tomada antes de la elección. Pero el domingo el pueblo llano de Colombia lo desmintió y le dijo “no”.
¿Cómo se explica esto? ¿qué hay detrás de semejante desplante? Hay un pueblo con memoria que recuerda que las Farc produjeron 220.000 muertos, 25.000 desaparecidos y unos 21.000 secuestrados. Y que el acuerdo de paz no contempla el juicio a los criminales confesos, ni la reparación de los daños ni la devolución de los miles de millones de dólares por extorsión y secuestros.
Un nuevo acuerdo de paz tiene que ser más equitativo para los intereses de los afectados por el accionar de las Farc, esto es, el pueblo colombiano más pobre.
Otro ítem es aclarar el origen real y verdadero de las Farc. Oficialmente se las hace nacer en 1964 cuando Manuel Marulanda las funda, pero su origen real se produce como consecuencia del asesinato de Eleicier Gaitán en 1948, cuando la CIA alienta y alimenta al comunismo en toda Nuestra América, mientas lo persigue en Norteamérica, para justificar el surgimiento de los dictadores en la región, por temor al comunismo y así manejarnos a gusto e piacere, como efectivamente lo han hecho.
En definitiva, las Farc fueron un instrumento de dominación de imperialismo norteamericano sobre Colombia. Y esto es así, porque la amada Colombia no puede ser soberana pues es el único gran espacio suramericano con carácter de bioceánico. Y esto es intolerable para la geopolítica de los Estados Unidos. No al ñudo en 1902 los yanquis le mutilaron la provincia de Panamá.
El no del pueblo colombiano se inscribe en a línea del Brexit inglés a integrar la Unión Europea y del rechazo de Dinamarca al tratado de Maaestricht. No sea cosa que el diabolizado Donald Trump de la sorpresa en noviembre y derrote los intereses del imperialismo internacional del dinero de Wall Street y su representante H. Clinton.
Hay algo que el gobierno mundial no puede hacer a pesar de contar con todos los medios: dinero, dinero, propaganda, propaganda, y es con el corazón de los pueblos y sus movimientos de autodefensa y preservación en su ser. Ya Perón advirtió: cuando los pueblos agotan su paciencia hacen tronar el escarmiento.
(*) buela.alberto@gmail.com
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