Por José Luis Milia
Es probable que a partir de los últimos acontecimientos, tanto nacionales como internacionales -inundaciones del noroeste de Buenos Aires, suba del precio internacional de la leche en polvo o el triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas- los analistas meteorológicos, los económicos y los politólogos deban dedicarse a leer la borra del café, tirar las cartas o simplemente hacerse adeptos del I Ching.
Nadie de esta rara especie de autodenominados “futurólogos” o quizás solo algunos pocos elegidos, acertaron con esto que ha sucedido, tanto en Argentina como en el mundo, pero como hoy lo que más nos “preocupa” a los argentinos son las elecciones de USA- inundaciones o precio de la leche son, salvo para aquellos que lo sufren o se alegran, cosas menores- habría que comentar algo sobre esto.
Ha dejado de ser gracioso el modo con que periodistas, ayudados por politólogos, se dedican a opinar sobre quien le convenía más a Argentina que ganara las elecciones americanas. En realidad una respuesta honesta sería nadie, primero porque la relación de poderío económico y militar entre nosotros y el norte es desmesurada y poco se puede hacer y segundo porque nadie ha dicho que USA ha dejado de lado su alianza con el Reino Unido que, por si nadie se ha dado cuenta, sigue siendo nuestro enemigo; pero como de hablar se trata no les podemos quitar su curro que sólo molesta a los que piensan y divierte a los ignorantes.
En este tema de USA todos los que pretendían tener conocimientos profundos de la sociedad americana siguieron el mismo manual que frecuentan desde hace años. Siguen creyendo que Estados Unidos son las elites “izquierdosas” de las universidades de la Ivy League, los actores de Hollywood, y la high society que vive en los suburbios de New York, Chicago, Filadelfia, Boston y San Francisco. En su análisis no cuentan ni el medio oeste y su gente ni los mineros del carbón ni los pescadores de Alaska y siguen poniendo como ícono maldito de los republicanos a la NRA (National Rifle Association) olvidando que en los ocho años de Obama esta creció de cinco millones de afiliados a siete millones. También olvidan -¡tantas cosas han olvidado!- que a quince años de la masacre de las torres gemelas, el equipo de campaña de Hillary Clinton estaba plagado de gente que aporta o es activista de los hermanos musulmanes.
Pero no carguemos las tintas contra los adivinadores vernáculos, al fin y al cabo lo que ellos sostenían ya venía predigerido desde el norte, todas las cadenas periodísticas apoyaban a Hillary, los mercados y ni hablar de establishment, todos decían lo mismo, todos oraban ante el altar del voto hispano, ya que descartaban que el voto negro en su mayoría iría -¿fue?- para ella sin darse cuenta que a los hispanos, al igual que a cualquiera, sea de la etnia que sea, que ya haya obtenido su ciudadanía les importa un carajo el futuro de los inmigrantes.
En su desprecio intelectual por eso que llaman “el americano medio” se olvidaron que este es un tipo que crece con solo dos o tres certezas, primero que en el país de sus padres si se esforzaban crecían, segundo que sin esfuerzo nada se logra y tercero que saben que, como viene sucediendo desde hace más de doscientos años, a los dieciocho años siempre existe la posibilidad, de tener que ponerse los borceguíes, cargar un rifle y matar o morir por la patria porque esa es - y creen en ello firmemente- la tarea que Dios le dio a su país; y ayer, contra todo pronóstico, demostraron ser mayoría.
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