Sr Presidente de la Nación
Ing. Mauricio MacriDe mi mayor consideración
La Argentina que usted preside ha sufrido demasiado en los últimos años y reclama un período de sosiego y de paz.
El sediento en el desierto se puede conformar con un poco de agua que le permita un pequeño descanso en su desventura, pero está muy lejos de tener el alivio de gozar de la frescura y la tranquilidad que podría tener en su hogar.
Es a esa paz a la que me refiero, la que equivale a unos pequeños sorbos de agua luego de estar abandonado en el desierto.
El sediento en el desierto se puede conformar con un poco de agua que le permita un pequeño descanso en su desventura, pero está muy lejos de tener el alivio de gozar de la frescura y la tranquilidad que podría tener en su hogar.
Es a esa paz a la que me refiero, la que equivale a unos pequeños sorbos de agua luego de estar abandonado en el desierto.
Sr. Presidente, por decisión exclusiva de Dios, usted fue el instrumento que tenía en sus manos esa cantimplora que necesitábamos extremadamente en el desierto, porque la sed terminaría por abatirnos definitivamente. No estábamos en condiciones de ser muy exigentes ni pretenciosos, cuando en nuestra desesperación lo vimos en el horizonte, no esperábamos que fuera un bombero, simplemente un aguatero.
Cualquiera que hubiese llegado en su lugar para nosotros hubiera significado exactamente lo mismo, un paliativo para tirar algo más hasta salir del desierto.
Cuando se acercó a nosotros y antes de aliviarnos efectivamente nos aseguró que su agua era limpia y cristalina, fresca y pura. Y la aceptamos porque no teníamos otra alternativa.
Pero a poco de comenzar a beberla nos dimos cuenta que esa agua se asemeja mucho a la que habíamos botado antes porque estaba podrida.
Todavía tenemos la esperanza de que ese gusto se deba a que son los primeros sorbos y nuestra sed nos enmascare su verdadero sabor.
Cuando se acercó a nosotros y antes de aliviarnos efectivamente nos aseguró que su agua era limpia y cristalina, fresca y pura. Y la aceptamos porque no teníamos otra alternativa.
Pero a poco de comenzar a beberla nos dimos cuenta que esa agua se asemeja mucho a la que habíamos botado antes porque estaba podrida.
Todavía tenemos la esperanza de que ese gusto se deba a que son los primeros sorbos y nuestra sed nos enmascare su verdadero sabor.
Sr. Presidente, ha tenido ya más que suficiente tiempo para demostrarnos a quienes confiamos en usted, que se trataba de algo razonablemente bueno y que podíamos tener algún atisbo de esperanza para salir de este infierno al que nos colocaron los herederos de los terroristas que nos mutilaron la Patria hace 46 años.
Pero a medida que avanzamos en este pedregal que continúa siendo la República, vamos corroborando que a usted le falta algo fundamental para por lo menos alcanzar un estado de reposo, de letargo. Eso que le falta a usted, Sr. Presidente, son agallas.
Lamento tener que decírselo de esta manera, pero prefiero no hacerlo de una manera más folclórica, más telúrica, exclusivamente por respeto a su investidura.
Pero debe tener presente que a esa investidura hay que dignificarla. Vea cómo perdió la sociedad el respeto a la que lo precedió, que hasta ha llegado a inventar calificativos despectivos hacia ella, por el tremendo rechazo que esa sociedad siente.
Realmente no le deseo eso para usted también. No quisiera de ningún modo que con el paso de algunos años, por ahora no creo que sean más que tres si continúa por este derrotero, le suceda lo mismo que a la que ocupaba el mismo sillón que usted ocupa en la actualidad.
A ella la aborrecen por ser ladrona, asesina, ególatra, soberbia, despiadada y porque nos ha condenado a un calvario que será muy difícil de abandonar. Y de todo corazón, no deseo para usted que lo recordemos por ser un cobarde.
Tiene todo lo que necesita para demostrarnos que no es así, pero en tanto continúe escuchando a ese grupo decolaboradores que tiene a su alrededor, conocidos como Durán Barba, Peña, Avruj y otros de menor cuantía, podrá arreglar medianamente la economía del país, pero le garantizo que no llegará a buen puerto, porque en esos tres años que le quedan para su gestión, habrá logrado torpedear el posible futuro que busca.
No sé a ciencia cierta si usted es un pusilánime o un ingenuo, le repito, espero de todo corazón que sea el segundo de los casos.
Si es así, si efectivamente se trata de ingenuidad, le insto fervientemente que cambie de asesores porque lo están llevando al matadero. Y no es eso lo peor, porque si se tratara sólo de usted y su gobierno, se cambia y listo, pero el país todo estaría definitivamente en el horno.
Muchos que lo ayudaron a llegar, entre los que me incluyo, vemos con estupor y cada día con más desazón, el que usted actúe como si fuera un flan ante la presión de los terroristas que siguen mandando en este país como si nada hubiese cambiado.
Pero a medida que avanzamos en este pedregal que continúa siendo la República, vamos corroborando que a usted le falta algo fundamental para por lo menos alcanzar un estado de reposo, de letargo. Eso que le falta a usted, Sr. Presidente, son agallas.
Lamento tener que decírselo de esta manera, pero prefiero no hacerlo de una manera más folclórica, más telúrica, exclusivamente por respeto a su investidura.
Pero debe tener presente que a esa investidura hay que dignificarla. Vea cómo perdió la sociedad el respeto a la que lo precedió, que hasta ha llegado a inventar calificativos despectivos hacia ella, por el tremendo rechazo que esa sociedad siente.
Realmente no le deseo eso para usted también. No quisiera de ningún modo que con el paso de algunos años, por ahora no creo que sean más que tres si continúa por este derrotero, le suceda lo mismo que a la que ocupaba el mismo sillón que usted ocupa en la actualidad.
A ella la aborrecen por ser ladrona, asesina, ególatra, soberbia, despiadada y porque nos ha condenado a un calvario que será muy difícil de abandonar. Y de todo corazón, no deseo para usted que lo recordemos por ser un cobarde.
Tiene todo lo que necesita para demostrarnos que no es así, pero en tanto continúe escuchando a ese grupo decolaboradores que tiene a su alrededor, conocidos como Durán Barba, Peña, Avruj y otros de menor cuantía, podrá arreglar medianamente la economía del país, pero le garantizo que no llegará a buen puerto, porque en esos tres años que le quedan para su gestión, habrá logrado torpedear el posible futuro que busca.
No sé a ciencia cierta si usted es un pusilánime o un ingenuo, le repito, espero de todo corazón que sea el segundo de los casos.
Si es así, si efectivamente se trata de ingenuidad, le insto fervientemente que cambie de asesores porque lo están llevando al matadero. Y no es eso lo peor, porque si se tratara sólo de usted y su gobierno, se cambia y listo, pero el país todo estaría definitivamente en el horno.
Muchos que lo ayudaron a llegar, entre los que me incluyo, vemos con estupor y cada día con más desazón, el que usted actúe como si fuera un flan ante la presión de los terroristas que siguen mandando en este país como si nada hubiese cambiado.
Usted Sr. Presidente se comprometió con nosotros de que entre otras cosas terminaría definitivamente con el curro de los DDHH, fueron sus palabras, inventado por las organizaciones marxistas que con varios sellos de goma se mueven con total libertad por nuestro país. Sin embargo a más de un año no sólo no ha cumplido con ese compromiso, sino que se muestra totalmente rendido a los pies de este gente que no se ha propuesto otra cosa que la de mantener en vilo a todos los ciudadanos de bien con esta falacia de los desaparecidos y de los genocidas. Para ello cuentan con la complicidad criminal de un sinnúmero de mercenarios que ofician ora de periodistas, ora de politólogos, ora de opositores, ora de aliados, pero que en conjunto significan una formidable fuerza de choque para continuar con esta vileza que nos sojuzga de mil maneras desde hace ya 34 insoportables años.
Señor Presidente, usted también se comprometió con las familias de los hombres de las FFAA que subyacen en verdaderos calabozos dignos de un gulag bolchevique, sin que tengan la más mínima consideración a sus edades y enfermedades, todo como producto de la venganza y a juicios amañados y con miles de testigos falsos a la que los sometió la hidra marxista derrotada por ellos en la guerra que vivimos en los 70.
Ni siquiera hablemos ya de todos los derechos constitucionales a los que se les privó y de las humillaciones a las que sometieron a estos y sus familias, ignorándose por completo como si jamás hubiesen existido los miles de víctimas de esa subversión apátrida que sí tuvo sus riquísimos resarcimientos.
A todo eso usted Sr. Presidente ha claudicado. Y le aseguro que esa traición tendrá su castigo.
Le repito no se lo deseo de ningún modo porque sé positivamente que eso también redundará en mi tragedia y en la de millones de argentinos que veremos regresar las jaurías que gracias a Dios pudimos desterrar. Por su inacción, por su falta de palabra, por su inaceptable pánico a enfrentarse a estas alimañas, nos está exponiendo a la ira del pueblo que le restará su apoyo en las próximas elecciones.
La sociedad argentina exige el castigo que merecen los perpetradores de todas sus desventuras, pero a pesar de existir miles de pruebas contra ellos, esas que en cualquier situación similar bastaría una sola para decretar el encarcelamiento del delincuente, la justicia busca denodadamente infinitos artificios para seguir burlando lo que la ley establece y así mofarse por añadidura de esa sociedad que se haya cautiva de todos estos menesterosos judiciales.
¿Cuánto más Sr. Presidente tendremos que soportar seres como Carlotto y compañía que le marcan la cancha a usted y a sus funcionarios los que raudamente se movilizan para no irritarla?
Hay un viejo adagio que dice que cuando uno puede y no quiere, cuando quiere no puede. Debería tenerlo presente porque puede llegar el momento que se le cumpla a usted y será demasiado tarde.
Respetuosamente le sugiero, Sr. Presidente, que vea el proceder de un colega suyo, el presidente Trump de los EEUU y de cómo a él no le tiembla el pulso cuando tiene que enfrentar a toda esta suerte de sabandijas que al verse descubiertos y que sus planes se han desbarrancado, les ponen toda suerte de trampas y acosos para denostarlo desatando todas las fuerzas infernales en su contra.
Precisamente él está cumpliendo con lo que se comprometió con su pueblo, ese que lo llevó a la casa Blanca y al que le responde tal como dijo que lo haría.
Creo que allí es donde usted Sr. Presidente debería abrevar para hacer grande su gobierno, para cumplir con el compromiso que adquirió con nosotros, con el pueblo que lo ayudó a llegar.
A usted no le tiembla el pulso cuando a la hora de autorizar aumentos se refiere, pero si parece caer en un parkinsonismo cuando la cosa es contra los agentes de la izquierda vernácula, esa que desde hace décadas viene mortificando a nuestra nación.
Dios quiera Sr. Presidente que estas sencillas sugerencias le sirvan, porque de no ser así, le pronostico que le sucederá lo mismo que al que fuera homónimo suyo de Chile. Este actuó del mismo modo que usted lo está haciendo.
Llegó con el apoyo del pueblo chileno harto de los marxistas en el gobierno desde la ida de Pinochet. Esos activistas introducidos en todos los estamentos del estado como jueces, fiscales, periodistas, empresarios, etc. lo torpedearon sin misericordia y el hombre no tuvo las agallas para enfrentarlos, desoyendo una vez más los reclamos de los que lo ayudaron a llegar. ¿Cuál fue el resultado?
Pues que en las próximas elecciones hartos de los políticos los que lo votaron no fueron a votar totalmente desengañados, por lo que perdió su caudal electoral. Pero hete aquí que los marxistas, que no duermen, sí fueron a votar en manadas y lograron colocar nuevamente a su gente en el gobierno con las consecuencias que hoy sufre el Chile profundo, no el que muestran los shopping y creen ver los argentinos que compran y veranean.
Esto es lo que le vaticino a usted Sr. Presidente si continúa por este rumbo.
Si el pueblo tolera aún la catarata de aumentos a los que nos somete, es pura y exclusivamente porque aguardamos que usted actúe como prometió, que haga justicia con los que demolieron la República y con aquellos a los que se comprometió terminar con el curro de los DDHH.
Si usted cumple con eso tendrá su apoyo, caso contrario, si continúa escuchando a los genios que lo rodean, terminará peor que el pobre de De la Rúa.
No sería eso lo peor, desde luego, pero nosotros, los argentinos y por ende la Patria, definitivamente será un infierno.
Si usted cumple con eso tendrá su apoyo, caso contrario, si continúa escuchando a los genios que lo rodean, terminará peor que el pobre de De la Rúa.
No sería eso lo peor, desde luego, pero nosotros, los argentinos y por ende la Patria, definitivamente será un infierno.
Y algo más Sr. Presidente, porque cuando uno juega con esta clase de seres desalmados, le recuerdo otro viejo adagio. Este dice, “el que pega primero pega dos veces”. Si usted por su ingenuidad, parsimonia, falta de agallas o cobardía, como quiera llamarlo no hace lo que tiene que hacer, es decir a lo que se comprometió, da el golpe de gracia contra éstos definitivamente y estos rufianes vuelven, el primero que caerá bajo el látigo de la justicia, esa que no quiso aplicar a los enemigos de la Patria, se la aplicarán a usted y a los suyos. Y en lugar de verla a ella y a sus desalmados tras las rejas, lo veremos a usted y a sus colaboradores en esa terrible situación de la que no podrán salir jamás.
Recuérdelo porque este tipo de seres no tiene ni conmiseración, ni misericordia, ni sentimientos y la venganza es su norma, y si no lo cree, vea a los soldados que los derrotaron en la guerra. Al enemigo ni piedad es su grito de combate.
Dios lo ilumine Sr. Presidente a tomar las decisiones correctas.
Con respeto.
Rollo Tomasi(Nombre ficticio pero que trae la verdad en esta carta)
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