El fenómeno populista como gobierno es una dictadura indirecta y como movimiento de oposición es un camino violento y demagógico para instaurarla.
Por Carlos E. Viana
Una gran confusión
Las últimas ideas sobresalientes favorables al populismo fueron elaboradas por un argentino, Ernesto Laclau. El mismo dijo que era un fenómeno difícil de definir, por la falta de limites y en esto tiene algo de razón, es complicado conceptualizar lo confuso. No fue el primero que utilizó este término para explicar un fenómeno político, sobre el que se ha opinado mucho y tan ampliamente, que se confunden en esta palabra, populismo, regímenes y acciones políticas colectivas muy diferentes. Por ejemplo se los tilda de populistas a Donald Trump, Juan Domingo Perón, Cristina Kirchner, Hugo Chávez, Adolfo Hitler, etc.
Se tiende a confundir lo popular con lo populista. Winston Churchill, Ronald Reagan o Charles De Gaulle fueron líderes populares, pero es difícil declararlos populistas, cuando invariablemente respetaron las libertades civiles y el orden de las instituciones democráticas.
Con respecto a una oposición populista, ya no estamos hablando de un régimen, sino de quien se vale de ciertos medios para instaurar un gobierno. En este último sentido serían populistas Pablo Iglesias de Podemos en España y Donald Trump durante la campaña política que lo llevo al poder. Otra vez la confusión identificando manifestaciones muy diferentes.
Intentaremos aclarar en lo posible este tema, partiendo del significado que se le ha dado a esta palabra, tan mencionada en los círculos políticos y periodísticos. Por motivos de comprensión periodística, obviaremos una critica a las teorías de Laclau, pero intentaremos ver el significado que se le atribuye con gran imprecisión y vaguedad a este término.
Uso del término
Para precisar lo que comúnmente en la actualidad se menciona como populismo, situémoslo primeramente en un fenómeno político, en el que al menos hay un sector importante que lo denomina así, incluyendo a periodistas, políticos o a filósofos como Laclau. Siguiéndolo al filosofo lingüista Ludwig Wittgenstein, deberíamos extraer su significado del uso popular y académico del término. Este se encuentra asociado a manifestaciones populares de muchos grupos pobres, sin suficiente poder individual, salvo el de la unión que se da particularmente en cada uno de ellos y de la actividad fuera de lo legal con la cual se expresan estos sectores. Estas manifestaciones se exteriorizarían por fuera de los límites institucionales. Mientras que quienes como Laclau, ven al populismo asociado a lo popular y a la lucha por la justicia de los oprimidos, hay otros que pensamos que la ruptura de las instituciones que resguardan las libertades y derechos de todos, es una represión contra quienes no piensan y sienten de la misma manera y, en última instancia, favorables a oligarquías dominantes o que pretenden transformarse en esto. Sin embargo continuamos en la confusión.
Las notas específicas del fenómeno populista
La otra manera de distinguir un significado más preciso del populismo, es describir el fenómeno observando ejemplos concretos, en lo cual hay acuerdo al menos en llamarlos populistas, ya se esté a favor o en contra.
Para esto tomemos dos ejemplos, con respecto a los cuales la opinión predominante, es llamarlos populistas. En este sentido hasta el mismo Laclau le llama populistas a dos ejemplos paradigmáticos, el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner en Argentina y el de Hugo Chávez en Venezuela.
Características compartidas
Podríamos denominar populista al fenómeno considerado, como Anarquía, pero no es la anarquía porque en ésta un gobierno pierde el control sobre el orden social, como en el caso haitiano. Es decir, hay aspectos anárquicos en el populismo, pero nunca es el Leviathan de Hobbes, con un estado de naturaleza, donde solo se conserva el poder individual. En consecuencia la anarquía es parcial, porque el gobierno conserva una buena parte del poder institucional, que no utiliza en plenitud en base a sus cálculos políticos.
También la demagogia ha sido atribuida como una característica del populismo, lo cual es cierto, pero no es distintiva, porque hay gobiernos democráticos que la emplean sin ser populistas. Que un político mienta y adule al pueblo, no significa de por sí que sea populista, pero si es cierto que un gobierno populista utiliza buenas cuotas importantes de demagogia.
Como sostuvo Laclau, la creación del enemigo sería otra característica del populismo. Esto también es cierto, pero no es una nota exclusiva, porque basta citar a Bismarck, para ver como él construyó un enemigo en Napoleón III, para que la guerra franco-prusiana, creara un sentido de identidad nacional, para unificar políticamente Alemania. Bismarck, gran estadista, tenia algunas características autoritarias y populares, pero nadie lo acusa de populista, fue un conservador autoritario.
Estos regímenes populistas se llaman a sí mismos como democracias, basándose en que fueron electos en comicios libres, es decir que tienen legitimidad de origen. ¿Pero qué pasa con la legitimidad de ejercicio? Es decir, con el respeto a las libertades individuales. Esta repuesta intentaremos responderlas en el siguiente párrafo.
El populismo necesita plata
La otra característica del populismo es la plata que recibe un gobierno demagógico, en un momento de crisis económica. El populismo necesita plata para ejercer la demagogia. Cuando se produjo la gran baja del precio de la soja en el caso de los Kirchner y la del petróleo con Chávez, los sumieron en una crisis económica que les quitó popularidad. Ambos perdieron popularidad. Los Kirchner perdieron las elecciones de su heredero y Maduro debió recurrir a implantar la dictadura directa, con el apoyo de las fuerzas armadas.
Lo distintivo
Debemos identificar, no solo las notas comunes con otros fenómenos políticos, sino las notas esencialmente únicas de los regímenes políticos en los cuales encontramos acuerdo en considerados como Populistas.
Una nota distintiva es que el gobierno maneja a varios de estos grupos supuestamente espontáneos, que operan reprimiendo las libertades fundamentales. De esta manera el gobierno no utiliza directamente la estructura del Estado para reprimir inconstitucionalmente, lo que lo transformaría en una dictadura clásica, pero sí a sus grupos que aparecen como independientes de él. El gobierno reprime por medio de ellos, que se disimulan en un desorden generalizado, donde reina la inseguridad, para proteger a los propios grupos ilegales que le responden al régimen. Hay sobrados ejemplos de estos grupos pro gubernamentales y violentos en los dos gobiernos considerados como ejemplo.
La represión no se ejerce desde el gobierno, no obstante existe, lo cual transforma al régimen político en una dictadura indirecta. Esta es la característica distintiva, que encontramos en los dos regímenes considerados, a los que se denomina populistas. Es decir, una inseguridad creada por el propio gobierno, para que en este medio ilegal quede disimulada e impune la acción de sus grupos de acción directa.
En medio de huelgas salvajes, piquetes, cortes de calles y delincuentes sueltos, el gobierno asienta la represión que caracteriza a esta forma de dictadura indirecta, que pasa inadvertida por la confusión de esta semi-anarquía provocada.
La democracia queda así vaciada de lo que Aristóteles consideró su nota esencial, la libertad. En este aspecto es honesto Laclau cuando dice que el populismo no busca la libertad, sino el lograr reivindicaciones, mediante la creación de enemigos.
En ambos casos observados, encontramos una gran inseguridad publica y además múltiples manifestaciones publicas, por fuera de los cánones constitucionales y con restricciones y violaciones de los derechos de muchísimos otros habitantes. Es decir la legitimidad de ejercicio de un régimen democrático no se cumplen en aspectos básicos, como la libre circulación, el derecho de propiedad, las agresiones a individuos y grupos y hasta a los medios periodísticos independientes. Respecto a esto último es amenazada la libertad de prensa, amedrentando a periodistas y llegando en algunos casos puntuales al asesinato. Se traslada la presión también a empresas que quieren estatizarse o ser compradas por otros grupos detentados por grupos afines al gobierno.
La cultura libre
Sin embargo hay una nota más profunda que hace correr el riesgo de caer en un populismo, cuando se suman las causas dadas anteriormente. La cultura debe ser libre, es decir no solo debemos defender nuestra propia libertad sino también en los demás. Esta se basa en que alguien no solo valora su libertad, sino la de los demás. El avasallamiento de los derechos y libertades individuales es un valor nacional, ante cuya violación se manifiesta una desaprobación colectiva, como en el caso del espionaje en Watergate, al cual desaprobaron demócratas y republicanos además de todo el periodismo.
El defecto de la cultura hispánica, que hemos heredado de los musulmanes, que estuvieron 800 años en España, es que queremos ser libres cada uno, pero como observamos en los regímenes islámicos la libertad individual no es un valor sobresaliente de la cultura.
Otras naciones occidentales, han atravesado graves crisis económicas como Estados Unidos y Gran Bretaña, pero no cayeron en el populismo.
Naciones muy cultas como Alemania o Austria tuvieron un populismo de oposición, que seguidamente veremos que devino en un régimen totalitario. Aquí el populismo fue una transición hacia el totalitarismo.
El populismo como oposición
Hasta ahora hemos hablado del populismo como régimen de gobierno, pero también se ha utilizado el término para mencionar a grupos opositores que se expresan contrarios al régimen democrático, pero bajo la cobertura de este nombre. Sin embargo, crean un enemigo y utilizan grupos violentos para amedrentar encubiertamente a quienes no piensan como ellos. Fueron los casos del Nacional Socialismo, el fascismo y las acciones directas de Lenin y sus intelectuales comunistas antes de tomar el poder político. Después la dictadura fue directa, no había espacio para la semi-libertad del populismo. Estos movimientos fueron sólo populistas desde la oposición, porque ni bien obtuvieron el poder político institucionalizado, instauraron un régimen totalitario, que si bien es por lo general demagógico, no admite el desorden, sino todo lo contrario, la verticalidad disciplinada en todos los niveles, en base a una ideología que adquiere caracteres casi religiosos.
Otro ejemplo actual es Podemos en España y los cultores del Socialismo del Siglo XXI.
Conclusión
En definitiva, un régimen populista cree y exalta la legitimidad de origen, es decir elecciones, pero elimina cualquier manifestación de legitimidad de ejercicio, que es la que protege las libertades y derechos individuales. Pero esta situación que crea el populismo, no puede perdurar, en parte porque es muy inestable, pero también porque el gobierno que la provoca tiene por finalidad instaurar una dictadura popular clásica. Precisamente es lo que le ocurrió a Maduro, su populismo se volvió inmanejable y entonces instauro una dictadura clásica, que hasta perdió su carácter popular.
Los Kirchner, por su parte, tuvieron un tropiezo grave con parte de la ciudadanía que es democrática, pero también hubo otra causa en la que coincide con el populismo venezolano y que ya indicamos, la caída de los precios de los commodities que las respectivas naciones producen.
El régimen populista puede conceptualizarse entonces como una dictadura Indirecta.
Las notas distintivas son dejar avanzar la inseguridad y la anarquía, para reprimir indirectamente a la oposición o cualquier otro grupo o líder importante. Esta represión la ejercen grupos que le responden al régimen, disimulados por un gran desorden e inseguridad. El objetivo de institucionalizar un gobierno dictatorial. Esta es su finalidad, porque quienes lo provocan no creen en la libertad, sino solo en la autoridad que ejerzan ellos una vez obtenido el gobierno. En esto coincide Laclau, no solo al desvalorizar la libertad individual, sino al afirmar que el populismo debe identificarse con un líder.
El populismo sería otro tipo de régimen, fuera de la clásica distinción entre democracia, autoritarismo y totalitarismo. Llamarlo “democracia delegativa”, como lo hace un gran politólogo, Guillermo O’Donnell y otro gran constitucionalista Gregorio Badeni, que lo denomina “democracia populista”, es quitarle a la democracia su nota esencial, la libertad individual. En ambos casos denominar como democracia, expresión de la libertad, a un tipo de gobierno, electo popularmente, pero que ejerce el poder político sin respetar las libertades esenciales para una democracia, es darle un don que no le pertenece. El fenómeno populista como gobierno es una dictadura indirecta y como movimiento de oposición es un camino violento y demagógico para instaurarla.
Prof. Dr. Carlos E. Viana
Politólogo
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