Por Remo Erdosain
—Festejá solo -exclama José mirándolo a Marcial- yo con ese milico facho, machista, racista y mataputos, no me junto.
—¿Milico facho Bolsonaro? -se pregunta Marcial- ¿vos me estás hablando de Juan Domingo Perón acaso, el discípulo preferido de Mussolini, según uno de sus biógrafos?
—No lo metás a Perón en el baile, vos sabés muy bien que hablo de Bolsonaro que no tiene nada que ver con nuestro conductor -responde José- Bolsonaro es un invento de lo peor de Brasil, un “monstruo” apoyado por los milicos, la cana y los evangelistas.
—Insisto -dice Marcial- en que los sustentos de ese monstruo, como lo llamás vos cagándote en la gente que lo votó, no me parecen muy diferentes a los del peronismo en 1945.
—Falta la clase trabajadora -digo.
—¿Y quién te dijo que la clase trabajadora no lo votó a Bolsonaro? -descarga Marcial.
—Los muchachos del Peté -digo- creían que en esta elección se iba a producir algo así como un 17 de octubre, pero a favor de Lula... él mismo dijo que el pueblo en las urnas iba a hacer tronar el escarmiento...
—El escarmiento tronó pero al revés -exclama Marcial- fue un 17 de octubre al revés, un 17 de octubre para que Lula siga preso, para que los ladrones que robaron en nombre de la política y la revolución, sigan presos... Se dijo en algún momento -señaló- que con Bolsonaro estaban los mismos actores que en el origen del peronismo... si así fuera, lo que está faltando en Brasil es la Iglesia católica que en 1945 se jugó a favor del peronismo.
—En su lugar están los evangélicos, las iglesias mayoritarias de Brasil.
—Que hagan política y que en más de un caso se expresen haciendo lo peor de la política, no quiere decir que sean mayoritarios -responde el cura Ramón.
—La Iglesia Católica hace rato que en Brasil dejó de ser progresista -digo.
—Yo no pretendo que sea progresista ni que sea conservadora, pretendo que sea fiel al Evangelio -dice el cura.
—¿Y al Papa? -dice José
El cura Ramón parpadea y sonríe con sus dientes enormes, mientras mueve las manos como si estuviera por agarrar algo.
—No me vas a correr con la vaina -exclama- ... sí... también al Papa.
—Se lo pregunto, porque me da la impresión de que usted no está muy conforme con lo que dice y hace este Papa.
—Tus impresiones una vez más están equivocadas.
—¿Entonces está de acuerdo con el Papa?
—La pregunta está mal hecha y ofende -aclara el cura Ramón- un sacerdote no debe responder a esa pregunta porque esa pregunta no tiene respuesta.
—¿Pero si usted fuera Papa, qué haría?
—En primer lugar, no tengo por qué responder acerca de algo que nunca va a suceder. Ser Papa, mijito, no es como ser primer ministro, alcalde o presidente... es otra cosa, para los católicos es otra cosa y, por lo tanto, yo no puedo hacer especulaciones sobre lo que haría... ¿o qué te creés?... que el Papa es algo así como un político con sotana que hace promesas para ganar votos y quiere quedar bien con todo el mundo?
—Es lo que siempre creí -responde Marcial y nos guiña el ojo.
—Estás equivocado, pero además que estés o no equivocado no importa, porque las exigencias, los tiempos de la Iglesia son propios y no tienen nada que ver con las especulaciones que hacen ustedes sentados en un café.
—Mesa de café en la que usted nos acompaña siempre.
—No digo que no, pero yo no vengo al café a hacer teología o a discutir la misión evangélica de la Iglesia.
—Estábamos con que Bolsonaro ganó en Brasil -digo para salir de un tema que no da para más.
—No festejen antes de tiempo -advierte José- hay segunda vuelta.
—Me parece que Haddad no gana ni aunque haya tercera o cuarta o quinta vuelta... les guste o no, Bolsonaro es el nuevo presidente de Brasil y chau Peté, y chau Lula.
—Yo -digo- no me apresuraría en firmar certificados de defunción; una elección no siempre define un nuevo proceso histórico.
—La elección de 1946 -dice Marcial- definió un proceso histórico, para mal, pero lo definió... pues bien, ahora Bolsonaro marca un antes y un después.
—Puede que sí, puede que no -dice el cura Ramón- Brasil es muy grande y muy complicado para hacer afirmaciones tajantes y menos como argentinos.
—Digan lo que quieran -sostiene Marcial- pero hay buenos datos como para suponer que lo que ocurrió el domingo pasado en Brasil no es una anécdota o una elección más... fue derrotado el Peté, fue derrotado Lula, fueron derrotados el populismo y la izquierda, fueron derrotados los viejos partidos políticos y fue derrotada la retórica de una progresía a la marchanta.
—Respondo con un dicho campero -dice el cura- no está muerto quien pelea... y yo no creo que ese Brasil progresista como vos lo llamás con tono peyorativo, renuncie a seguir peleando por lo que cree que es justo... hay mucha pobreza, hay mucho racismo, hay mucha explotación inhumana, como para que nadie más se mueva.
—Se abre una nueva etapa histórica -dice Marcial- en América Latina y en el mundo... el populismo está en retirada...
—Más o menos, más o menos en retirada -explico- el populismo de izquierda estará en retirada, porque el populismo de derecha goza de buena salud en Europa y está desarrollándose sano y fuerte en estos pagos... lo de Brasil es un ejemplo cabal... ¿o te crees que Bolsonaro es un demócrata liberal...? Nada de eso, es un populista autoritario...
—Llamalo como quieras -responde Marcial- él viene desde afuera de la política para tratar de arreglar los desaguisados de los políticos...
—Yo no tengo por qué defender a los ladrones del Peté, pero no me vengas con el cuento de que Bolsonaro no tiene nada que ver con la política... hace treinta años que es diputado... si eso no es un político profesional, no sé qué es un político profesional con todas las mañas y los arrumacos de los políticos profesionales...
—A mí lo que me preocupa -dice el cura Ramón- es que en Brasil hay cada vez más pobres y cada vez más violencia y cada vez más corrupción... con esa fórmula ninguna nación puede estar tranquila.
—Con represión, racismo y machismo no se van a arreglar los problemas... tampoco con fórmulas monetaristas que han hambreado al pueblo... - exclama José.
—Te advierto -responde Marcial- que las mujeres, los negros, los pobres y los gays lo votaron a Bolsonaro... ustedes lo mejor que pueden hacer por lo tanto es callarse la boca por unos cuantos años... chorearon a cuatro manos, no se han hecho una autocrítica por todas las cagadas que han hecho... Bolsonaro será bueno o malo, pero aún, si fuera malo, a este Bolsonaro lo inventaron ustedes, los del Peté, con sus venalidades, sus corruptelas, sus afanes compulsivos para enriquecerse...
—No comparto -concluye José.
ElLitoral
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