Los problemas que acosan a Cristina Fernández de Kirchner son múltiples y de distinta gravedad. La mayoría tiene que ver con su futuro político y con los avances de la justicia que la podrían llevar a la cárcel por ser la jefa de un colosal sistema de enriquecimiento ilícito.
Por Alfredo Leuco
Pero en ese plano, ella se siente fuerte como para seguir poniendo el cuerpo y afrontar los cimbronazos.
Lo que realmente más la preocupa y la tiene muy inquieta es su relación con su hija Florencia. La ex presidenta nunca fue una madre demasiado presente pero ahora es abuela y se encuentra con importantes dificultades para que sus nietos crezcan con la mayor felicidad posible.
El caso de Máximo se puede manejar porque se trata de algo bastante habitual: la separación de los padres y la necesidad de un régimen de visitas. Pero lo de Florencia es infinitamente más angustiante y complicado por varios motivos.
Laura Di Marco, nuestra colega y compañera de radio Mitre, fue al hueso anoche en el programa de Luis Majul. Dijo que “Florencia tuvo varios intentos de suicidio”. Está claro que hay un desequilibrio emocional muy fuerte más allá de las facturas que le pasa el cuerpo con los temas del bajo peso y la inflamación de brazos y piernas.
Alguna vez alguien tan cercano a Cristina como es Eduardo Valdés llegó a hablar de “anorexia y ataques de pánico”. Toda esa información confirma que Cristina está muy alterada y triste por dos motivos principales. Su hija la responsabiliza por todos los dramas que está atravesando y además, no se puede hacer cargo de su hijita, Helena.
De hecho, Florencia sigue en Cuba y la nietita de la ex presidenta está al cuidado de su padre, la ex pareja de Florencia, el militante Camilo Vaca Narvaja.
Nada indica que Cristina esté afrontando semejante desgarro con la ayuda de un profesional del psicoanálisis. Algunos dirigentes que merodean el Instituto Patria se asustaron un par de veces cuando vieron a Cristina aflojar como pocas veces, agachar la cabeza y llenar sus ojos de lágrimas.
La fortaleza política en la que se formó en toda su vida no alcanza frente al dolor que le produce las acusaciones de Florencia. En las próximas horas seguramente la justicia autorizará a Cristina a viajar a Cuba para verla.
Sería un caso prácticamente inédito. Es muy difícil, casi imposible, que se autorice a viajar al exterior a alguien que está siendo sometida a un proceso de juicio oral y público que recién va por la cuarta sesión en la lectura de las acusaciones. Pero para que no tenga ninguna excusa que le de solidez a su victimización como perseguida política, es muy probable que le den permiso para encontrarse en La Habana con Florencia.
No la deja dormir la incerteza sobre cuál va a ser la reacción de Florencia cuando la vea. Las facturas que ella le pasa son históricas. Desde su ausencia en momentos culminantes de su vida adolescente hasta el depósito de más de 5 millones de dólares termosellados en la caja fuerte que Florencia tenía con sus ahorros en el Banco Galicia.
Florencia se vio obligada a aparecer en varias sociedades armadas en la estructura de la asociación ilícita para delinquir y ella jamás se enteró y nunca quiso entrar en política y mucho menos en cuestiones sucias de corrupción y lavado de dinero.
El propio contador arrepentido de los Kirchner, Víctor Manzanares no tuvo problemas en denunciar todas las estafas que la familia hizo pero siempre dejó a salvo a Florencia. Ella es inocente, según Manzanares.
Pero ella tiene que rendir cuentas ante la justicia y demostrar su inocencia. Cristina no sabe qué hacer con Florencia ni con Helena. La nenita, apareció disfrutando en una pileta de natación y jugando al aire libre aquí en Buenos Aires en una foto con su padre y en algunas historias de su cuenta en Instagram.
Camilo tiene nombre y apellido de revolucionario pero en su perfil se define como “Sociólogo, docente e hincha de All Boys” y exhibe fotos, entre otros con Victor Hugo Morales, Diego Capusotto, Rafael Correa y el Papa Francisco.
Florencia tiene un carácter muy fuerte y es capaz de gritarle a su madre como solo Néstor se animaba a hacerlo. No entiende razones y quiere borrarse del mapa de la Argentina porque, entre otras cosas, dicen que se siente acosada por el periodismo y porque tendría una nueva relación sentimental.
Florencia es un caso insólito porque la justicia también tiene con ella una actitud llena de privilegios. Nunca presentó los papeles formales y rigurosos que aseguren que no hay otra posibilidad que tratarse en Cuba mientras que en Argentina hay especialistas y médicos tan o más buenos que los cubanos. Y aquí hay una aparatología de última generación. No es muy grave lo que ella tiene.
Lo más complicado tiene que ver con lo anímico y sicológico. Insisto: Laura Di Marco dijo anoche por televisión que tuvo varios intentos de suicidio. Eso no es broma. Es gravísimo. Pero en lo físico la cuestión no es tan cuesta arriba. Se trata de un linfedema, una afección que le hace acumular líquido en el tejido blando debido a una obstrucción en el sistema linfático.
Mucho tiene que ver con la somatización, dicen los especialistas. Florencia se separó a fines de 2015 de Vaca Narvaja, nunca se casaron y convivieron muy poco tiempo.
En su momento Cristina, a través de un video, reconoció las dificultades de su hija pero como suele hacer con todo, puso las culpas afuera y responsabilizó a los medios y a la justicia porque la persiguen. Como si los periodistas o los fiscales hubieran colocado tantos millones de dólares en su caja de seguridad o la hubieran obligado a figurar en las empresas lavadoras de dinero sucio de la familia Kirchner.
Cristina no se hace cargo de nada pese a que su hija la responsabiliza a ella. Cristina dijo que todo empezó con el “stress que le generó la persecución feroz a la que fue sometida”. Florencia estaba en el festival de cine de La Habana, donde premiaron la película sobre Santiago Maldonado de la que ella fue coguionista y que cuenta una historia llena de falsedades que no tuvieron ningún sostén en la justicia.
Después Florencia, supuestamente fue a hacer un curso de cine pero no pudo ni empezarlo. Quedó internada en el Centro de Investigaciones Médicas más famoso de Cuba al que solo acceden algunos burócratas y privilegiados del régimen comunista.
Hubo idas y vueltas que nunca dejaron en claro nada. Papeles firmados por médicos que no son especialistas en los temas. Escribieron que Florencia tenía “trastornos alimentarios por stress post traumático” pero no aportaron mayores precisiones científicas irrefutables en sus informes.
El abogado Carlos Beraldi presentó recursos en la justicia que no fueron contestados formalmente. Hoy todo está confuso y oscuro. Lleno de preguntas. ¿Tiene autorización Florencia para seguir indefinidamente en Cuba?
¿Está refugiada para no comparecer ante la justicia hasta que pasen las elecciones y especula con un indulto para todos si su madre gana las elecciones? Nadie puede asegurar nada. Es un tema delicado en el que nadie quiere meterse.
¿Cuándo viaja Cristina a Cuba a ver a Florencia? ¿Por cuánto tiempo la van a autorizar? ¿Traerá nuevas evidencias de su actual estado de salud? ¿En qué medida esto influye en la campaña electoral de Cristina?
¿Cuánto tiempo y energía le lleva esta relación conflictiva con su hija y el poco contacto que tiene con su nieta? La banda del Instituto Patria se hace todas estas preguntas pero tienen un único temor. Que Cristina, finalmente, abrumada por este delicado tema personal, ponga algún impedimento para ser candidata a último momento.
Otros dicen que eso es imposible. Elogian a Cristina por su fortaleza como cuadro político y dicen que todo será mejor si ella vuelve al poder. Que desde el llano los problemas serán peores y mucho más difícil de solucionarlos.
La familia Kirchner no imaginó nunca que la lucha por volver a conducir a la Argentina les produzca semejantes adversidades. Cristina está en problemas. Su hija y su nieta, también.
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