jueves, 17 de marzo de 2016

Mis abuelos Isabel y Antonio , pudieron hacerlo


Mi abuela era española, de Lugo y sabía lo que significaba vivir con poco y nada en su pueblo natal y siempre nos decía..."No hace falta tener millones para ser feliz".. y en parte tenía razón porque estas palabras las expresaba desde otros tiempos, cuando muy joven ya en argentina, pudo tener su primera casa,  que construyó en las horas de descanso cuando regresaba de trabajar sus 10 horas de corrido con mi abuelo. Isabel se llamaba la abuela y trabajaba en el Hospital San Juan de Dios de La Plata como mucama y allí fué que conoció al Dr. Arturo Illia, el ex presidente de la Nación, cuando hizo su residencia médica. Nos comentaba que era un hombre sencillo, humilde, que caminaba desde la Plaza Castelli sus seis cuadras ida y vuelta para tomar el tranvía 8 que iba desde el Cementerio hasta la Estación de trenes de La Plata, la misma que sirvió de escenografía para la película "siete años en el Tibet" con Brad Pitt.


Los hijos y nietos siempre supimos que jamás faltó un plato de comida a la mesa o la ropa lavada y planchada porque, pobreza no significaba "mugre" y abandono. Cuentan que en esa época en cada casa donde había mujeres no podía faltar la máquina de coser "Singer" porque para modistas no alcanzaba. Las chicas sabían coser, bordar, levantar puntos de medias de hombre y mujer, cocinaban y además iban a la Escuela y trabajaban.

No debe haber peor dolor para un joven que sentirse excluido laboral e intelectualmente.


Los gobernantes, artífices de estos modelos, deberán rendir cuentas algún día sobre el desastre que dejaron sembrado sobre el territorio de nuestro país con las medidas que aplicaron para tener cautivas a varias generaciones, llenando sus propias arcas con el hambree ignorancia de esos jóvenes, destruyendo cualquier posibilidad de crecimiento, burlándose de los verdaderos Derechos Humanos que tanto pregonan cuando asoman la cabeza en cualquier tribuna política.


Nunca estuve en una gue­rra, en la cár­cel o tor­tu­rado y tam­poco sufrí el dolor de la exclusión por haber tenido posibilidades de estudiar y trabajar para formarme y ayudar a formar a los míos, pero eso no me hace mejor que aquellos que todos los días pierden el tren del futuro promisorio. 


Estudiar no es solamente aplicar la inteligencia o ejercitar el entendimiento para adquirir el conocimiento de una cosa, aprender un arte o una profesión, memorizar el contenido de algo, eso es lo que encontramos en la enciclopedia, pero su alcance es mucho mas amplio porque en el mismo contexto está el pensar, trabajar, dialogar, analizar cada uno de los temas que nos permiten ir conociendo aquello que nos permite desarrollar nuestro intelecto. 


Parece mentira que con muchos mas medios que en los tiempos de mis abuelos Isabel y Antonio, nos resulte mas difícil poder incorporar al sistema a todos los jóvenes que han sido excluidos por no enseñarles que con trabajo y estudio se puede lograr mucho mas que fumando un porro o tomando una"birra" para llenar ese vacío que los dirigentes distraídos se encargaron de provocar. 


Nos han llevado a vivir en guerra con la delincuencia que nos mata como a moscas, todos vivimos enrejados dentro de las viviendas y cuando alguno de los que delinquen son detenidos, salen mas rápido que el tiempo que demora realizar la denuncia por robo.


Culturalmente nos fuimos para la basura. Nos tor­tu­ran todos los días por la tele­vi­sión con noti­cias men­ti­ro­sas y pro­gra­mas deca­den­tes para idio­ti­zar mas aún a lo que queda de inteligencia.


Los canales de noticias que desde la pantalla nos informaban al instante sobre lo que ocurría en el país y el mundo, se han convertido en conciertos de rock, desfiles de moda, programas deportivos, fines de semana con noticias de criminales detallando como se mató a esta o aquella persona, los romances de Vicuña y la China, o Pampita con el nieto de Mirta o la belleza que para el periodista representa mostrarnos las progresistas villas de emergencia en todo el país.


En el turf los "burreros" llaman "doblar el codo" cuando falta poco para llegar al disco y es ahí donde me encuentro por eso es que debo hacer caso al médico que siempre me dice..."No se ponga ner­vioso y evite la ten­sión" . Nos rodea el peligro y nos damos cuenta que a pesar de ser muchos mas los que convivimos en un mismo sitio, cada día estamos mas solos y viviendo en la era de las comunicaciones, con Celulares de última generación, ya no dialogamos porque los sonidos "guturales" o las letras , han reemplazado a la palabra con sentimientos. 


Si es cierto que existe un Dios, debemos agradecerle por haber creado en esta parte del planeta un territorio inmenso con ríos, mar, montañas, cordillera, glaciares, praderas, selva, paisajes hermosos, un clima para todos los gustos y una tierra que cuando cae una semilla al suelo, nos devuelve una planta o una flor. 


Pues bien, llegó la hora de tomar unos mates, por eso con el termo bajo el brazo, me voy un rato a la plaza para encontrarme con los vecinos que, aún no pensando como yo, dialogan sobre los temas que preocupan a unos y otros. Seguramente no solucionaremos los problemas del país, pero...¡que lindo sería!

Cuando hoy veo a los jóvenes dando vueltas por todos lados sin hacer nada, con esa mirada triste, perdida, sin capacidad para resolver los problemas mas simples de la vida, no puedo evitar la comparación con el tiempo de la abuela.



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