lunes, 27 de mayo de 2019

IMPUNIDAD PARA LOS K

El regreso del guerrero fue demoledor. La vuelta de Jorge Lanata a la tele fue contundente en el rating y en el contenido de su denuncia. Tuvo sus momentos de ironía y humor, por supuesto.

Por Alfredo Leuco

Ver a la imitadora de Cristina manejando los hilos del títere Alberto Fernández fue de alto impacto. Esa imagen vale más que mil palabras. Del ridículo nunca se vuelve decía Perón y Lanata tuvo varios momentos donde dejó en ridículo el relato y la mentira de Cristina y su gente. Ese vagón del tren donde todos leen el libro de Cristina fue una forma de tomarnos por tontos a todos.

Podría haber sido un divertido spot de campaña o de propaganda, pero los medios K lo “vendieron” como una noticia que realmente ocurrió. Y fue claramente algo armado de manera burda. Es que no pueden con su genio.

No se conforman con la realidad de que el libro fue un gran éxito. Además, nos quieren vender que en el tren todos lo iban leyendo. Son insaciables a la hora de recaudar y de mentir. ¿No será mucho? Salvo que el tren haya salido de la estación Instituto Patria con rumbo al penal de Ezeiza que algunos pícaros bautizaron “Pabellón Néstor Kirchner”.

Precisamente en ese sector de la cárcel se planificó el “Operativo Impunidad”, el plan para que Cristina no vaya presa que fue denunciado anoche por Lanata y también, por Luis Majul. Escuchar a los personajes de la opereta en vivo y en directo, en audios absolutamente legales nos hizo sacar varias conclusiones.

Primero: Cristina fue la jefa del operativo. En varios momentos, algunos personajes oscuros del mundo de los espías que fueron los engranajes de todo esto, van desde Instituto Patria, donde reina Cristina, a la calle 25 de mayo, sede de la ex Side y luego AFI.

Intervienen varios militantes kirchneristas que estuvieron entre los topos al mando de Oscar Parrilli al que ellos llaman “viejo inútil” en línea con el rótulo de “pelotudo” que le había puesto Cristina.

También aparece “el gordo Juan” que fue el lugarteniente de Parrilli, Juan Martín Mena y otros personajes menores, como Carlos Zelcovich, el correo del Zar o de la zarina que en un momento dice: “En Dolores agarraron viaje. Hay que declarar allá”.

Nombran a Víctor Hortel (a) “El Negro” que fue el inventor del “Vatayon Militante” para llevar a los presos a los actos de Cristina y ahora es abogado de Lázaro Báez. Todo tiene que ver con todo. Hay personajes de la banda, que son delincuentes todo terreno.

Pero las dos piezas claves de la “Operación Impunidad”, son las dos alas del cristinismo que aman y odian al Papa Francisco. Las encabezan Eduardo Valdés y Horacio Verbitsky que se repelen entre sí, pero los une el espanto ante la posibilidad que Cristina, la jefa de ambos, vaya presa.

Por eso, su principal objetivo es ensuciar y destituir al fiscal Carlos Stornelli y al juez Claudio Bonadio para voltear la causa de los cuadernos y los graves testimonios de los arrepentidos. Disponen de mucho dinero para inventar denunciantes, fabricar “testigos” y “testimonios”, untar periodistas y facilitar las cosas en algunos pasillos de tribunales.

La plata la sacan de todo lo que robaron y también aportan fortunas algunos empresarios que participaron del cartel de los sobreprecios y coimas, que tienen tanto o más interés que Cristina en que se caiga esta causa que es la más importante de la historia argentina contra la mega corrupción de estado y el sistema de recaudación ilegal más colosal que se haya montado.

Eduardo Valdés y Horacio Verbitsky son los dos autores materiales de la operación cuya jefa espiritual y autora intelectual es Cristina. Valdés fue embajador en el Vaticano y es uno de los principales nexos entre Cristina y el Papa y aplica su experiencia como lobista empresarial.

En las escuchas lo definen como “el amigo del amigo de Dios”. Es como para poner el grito en el cielo. Porque esta Armada Brancaleone se comporta como un elefante en un bazar. Son torpes y patéticos y por eso más peligrosos.

Roberto Baratta, uno de los principales recaudadores de coimas que está preso con su jefe Julio de Vido se hace el espía y habla de “Ramos Parrilla”, y de Dolores, como si fuera el nombre de una mujer, como si de esa manera pudieran disimular la subordinación militante del juez de Dolores, Alejo Ramos Padilla a las órdenes de Cristina y su banda.

Horacio Verbitsky viene de ser uno de los jefes de inteligencia de Montoneros y fue el principal denunciante del Papa Francisco como “entregador” de sacerdotes a las catacumbas de las torturas y desapariciones de la dictadura militar.

Valdés lo necesita pero lo odia. Tanto que lo llama “Viboretsky”, en su pretendido “lenguaje encriptado”. Los peronistas que vienen de la derecha de los 70 desprecian a Horacio y no lo llaman por su apodo histórico de “Perro”.

Lo llaman víbora por su carga venenosa y la capacidad de arrastrarse por los pantanos más sucios. Estaban todos tan ansiosos por concretar esta falsedad en los tribunales que Eduardo Valdés habla del operativo Puff, y como su interlocutor no lo entiende, le dice que es para mandar “a la concha de su madre a Stornelli y a Bonadio”.

Le adelanta toda la película engañosa y le avisa que Verbitsky lo va a publicar en su sitio web con lujo de detalles. Muchas de las conversaciones ocurren antes de que se haga la denuncia en el juzgado K de Dolores. Se fueron de boca. Eyacularon precozmente. Estaban muy ansiosos y dejaron los dedos pegados por todas partes.

Hoy Eduardo Valdés intentó ser irónico en su desmentida pero no pudo explicar cómo fue que se enteró de la denuncia, once días antes que se produjera. Para decirle que se calle a Fabián de Sousa, (íntimo de Alberto Fernández y socio de Cristóbal), Valdés dice que el más joven del canal no sea bocón.

¿Quién?, le preguntan del otro lado de la línea y Valdés dice: Fabián de Sousa. Los mandás a espiar y tocan el timbre. Varias veces hablan de “la señora del Instituto Patria”. ¿Quién otra que Cristina puede ser? Todo se confirma con su discurso en el senado.

Sentada en su banca por la minoría, Cristina denuncia todo esto como si fuera una maniobra del gobierno, los medios, el partido judicial y la embajada de los Estados Unidos pero comete un grave error: denuncia mucha información que hasta ese momento nadie sabía, solo los que habían armado esta patraña ridícula y desesperada.

Valdes, según contó Lanata, intentó que un juez ejerciera la censura previa y prohibiera la emisión del programa porque se iban a utilizar “escuchas ilegales que lo involucraban”. El sentido común y el derecho hicieron que el juez rechazara semejante salvajada con forma de medida cautelar.

Con distintos roles también participan como actores de reparto, Rodolfo Tailhade, otro ex y actual espía y Roberto Zelicovich, un funcionario todo terreno, o Juan Pablo Schiavi o el Mono Minicelli, cuñado de Julio de Vido, otro presunto “preso político” que está detenido por la mafia del contrabando de la aduana.

¿Tal vez traficaban libros de Ernesto Laclau y por eso hablan de preso político? ¿O tal vez porque la cara de piedra es impenetrable? El líder judicial del cristinismo extremo es el ex juez Eugenio Raúl Zaffaroni. Pero no tiene mucha calle. De hecho en febrero cometió un sincericidio cuando confesó que “Stornelli debería apartarse de la causa por razones de transparencia”.

Zaffaroni dijo que estaba “alarmado” porque en esa investigación “se juega nuestro destino nacional”. En realidad se juega la libertad o la cárcel para Cristina y su estado mayor de la corrupción.

En la desesperación y ante las pruebas y evidencias tan contundentes, los grupos de tareas K dedicados a hacer operaciones sucias de poca inteligencia, resolvieron ensuciar a los que llevan adelante las investigaciones o a los periodistas independientes.

A Cristina ya no la pueden defender porque las pruebas y testimonios son abrumadores. Pasaron entonces a la fase dos, la que varios de estos mismos personajes también hicieron contra otro fiscal, Alberto Nisman: extorsionar e injuriar con falsedades absolutas y algunas muy burdas.

El objetivo es que Cristina y todos sus cómplices queden como angelitos. Pero son demonios que produjeron el robo del siglo. Y eso merece un juicio, una condena y un castigo. 


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