viernes, 5 de junio de 2009

Acciones y reacciones

Las declaraciones del dirigente ruralista Alfredo De Ángeli han motivado una verdadera andanada de críticas a nuestro juicio bastante vacuas en la mayoría de los casos, y en los restantes hipócritas por lo menos.

Por Héctor B. Trillo

De Ángeli cargó contra el ex presidente Kirchner calificándolo de pelotudo y de decir pelotudeces. Naturalmente ha insultado al ex presidente y no caben dudas de que, llevado a la Justicia, podría ser rápidamente condenado por injurias. El punto es saber si el Dr. Kirchner hará tal cosa, porque si lo hiciera no es que no vaya a lograr tener razón, sino que tal vez se le vuelva en contra al mostrar a su público que no se banca la campaña política de frente march.

Ahora bien ¿el dirigente rural ha actuado de ese modo porque sí o, en cambio, lo ha hecho por haberse sentido agredido en innúmeras oportunidades por el ex presidente? Nosotros consideramos que la segunda alternativa terminó siendo la causa de la reacción. El otro aspecto a considerar es si Kirchner y su grupo no ha buscado que tal cosa ocurriera.

Pero la verdad es que las reacciones que a su vez ha desencadenado este sanguíneo dirigente entrerriano parecen antes bien actuaciones aplicables a conspicuos perdonavidas que intentan resultar políticamente correctos, cuestión que claro está a nosotros nos tiene sin cuidado. Y cuando hablamos de perdonavidas no nos referimos únicamente a los clásicos de la televisión pública únicamente.

Todo el mundo sabe que el Dr. Kirchner hace ya largos 6 años que vive insultando a todo el mundo, de una manera o de otra. Recordamos especialmente aquellas manifestaciones acerca de que las empresas concesionarias del servicio eléctrico estaban extorsionando al gobierno con cortes de energía. O sus penosas afirmaciones en contra del empresario Alfredo Coto pidiéndole que dejara de meterle las manos en los bolsillos a la gente. En ambas oportunidades, Néstor Kirchner era presidente de la república, no era un simple opinólogo de esos que frecuentan ciertos medios supuestamente progresistas. El daño social que sus afirmaciones pudieron producir, y seguramente han producido, es enorme. No es chico el porcentaje de la población que toma semejantes exabruptos como verdades reveladas. El ex presidente, en cambio, bien que se cuida de recurrir a la Justicia para probar aunque sea en determinados foros sus acusaciones. Jamás lo ha hecho. Otra que es histórica, ya que estamos, es aquella oportunidad en que afirmó que la empresa francesa Suez (dueña de la concesión de Aguas Argentinas) había puesto dos caños y se había llevado 5.000 millones de dólares del país ¡Y él como presidente de la Nación convivió con esa empresa durante varios años sin quitarle la concesión y sin acusar penalmente a sus directivos como hubiera correspondido ante tamaña estafa!

Los permanentes ataques y descalificaciones a los medios llevan una porción importante de esta verdadera gimnasia del insulto y la ofensa del presidente de facto. Morales Solá, Escribano, La Nación, Clarín y general la prensa toda son también blanco de esta patética forma de demostrar la intolerancia cuasi fascista de un político que llegó al más alto cargo mediante el padrinazgo del aparato bonaerense digitado por Eduardo Duhalde, aquel que dijera públicamente que la dirigencia política estaba llena de hijos de puta. Menuda historia del ejemplo del modelo vigente es el pasado de quienes lo conformaron.

En su momento, los genuflexos compadres del kirchnerismo pegaron carteles en todas partes afirmando que los productores rurales eran pillos, con el obvio aval presidencial. Y también es histórico el momento en que Néstor Kirchner presidente envió las hordas del patotero-racista-antisemita D’Elía contra las estaciones de servicio Shell porque habían aumentado un par de puntos porcentuales los precios de sus combustibles. Aparte de eso, llamó a boicotear las estaciones de servicio de esa compañía, y se dice que también encargó al otro patotero surrealista por excelencia: Guillermo Moreno, que interviniera para aplicar multas por no cumplir con la ley de abastecimiento contra esa empresa. Entre otras bravuconadas, claro está.

Como se ve, Kirchner parece haberse cuidado de no descalificar a personas con nombre y apellido, salvo el caso citado de Coto, pero que se ha cansado de prender el ventilador contra todo el mundo creemos que nadie con cierto criterio puede negarlo. Solamente genuflexos que viven a costa del régimen habrán de tener aún hoy el tupé de defender lo indefendible.

En el caso del llamado campo propiamente dicho, Kirchner ha adoptado un discurso entre infantil y ridículo que ha sido seguido a pies juntillas por casi todos sus adláteres. Personajes lineales como Carlos Kunkel o sitios de Internet que actúan como spammers como por ejemplo uno llamado Identidad Popular (correo@megafon.com.ar) y que evidentemente no funcionan gratis, se han cansado de repetir las consignas de poca monta y francamente ridículas lanzadas a los cuatro vientos por la televisión pública.

Es tan paradigmático lo que decimos que hasta autocalificados progresistas otrora adherentes y que viven del erario (artistas, conferencistas y periodistas) han tomado progresiva distancia de tanto ditirambo. En otros casos se han unido íntimamente en una fragua francamente impresentable, como es el caso de la actriz Nacha Guevara que pretende llevar a la realidad su actuación como una Evita cargada de entelequias que no alcanzan a explicar la verdadera historia de la Fundación con nombre propio dinero del erario, o de la Santa (para emular al Santo, tal vez) , y de aquella concepción de la democracia según la cual no era factible ser demócratas sin ser peronistas.

Así las cosas, y luego de un año largo de destruir progresivamente la producción agropecuaria con medidas tomadas al amparo del autoritarismo reinante, mediante resoluciones absolutamente inconstitucionales dictadas a veces por funcionarias cuya principal acción en materia económica ha consistido en esconder una bolsa repleta de dinero en un baño, o por funcionarios que resuelven poner un precio tope a las exportaciones mediante retenciones móviles en un país con un 25% de inflación anual, resulta francamente insólito que se pretenda que nadie le responda a estos personajes sus bravuconadas y sus desplantes. La señora de la bolsa en el baño pasa sus días ocupada manejando las finanzas de una porción de las Madres del Plaza de Mayo, a las que asesora, y el recordado joven ministro Lousteau concede reportajes en los que aparece como el principal opositor del gobierno del que formó parte. Aprendió pronto el muchacho.

En algún momento, decimos, la reacción tiene que aparecer cuando el abuso de poder, el autoritarismo, la descalificación personal, la acusación vacua, y toda la parafernalia infantojuvenil se puso en marcha sin solución de continuidad.

Acá no estamos defendiendo a De Ángeli ni a nadie. Va de suyo. Es un adulto que sabe defenderse solo y lo hace realmente bien. Es que estamos también nosotros descargando nuestra propia artillería contra los impresentables que nos gobiernan. Y todo lo dicho es poco.

¿Alguien puede poner en duda que Aníbal Fernández es un maleducado y un grosero? ¿Alguien puede oponerse a la afirmación de que Moreno es un patotero ridículo que pretendió copar la Plaza de Mayo rodeado de guardaespaldas como en esas películas del hampa de los años 30? ¿Alguien puede discutir que no son sino bravatas las acusaciones de Kirchner a sectores enteros de comportarse de manera destituyente, golpista y contraria al interés nacional sin haber hecho jamás una mísera presentación judicial al respecto?

Otras veces lo hemos señalado. Acá para no ser destituyente, golpista, pillo, primate, ladrón, neoliberal y demás calificativos ridículos que en este momento no acuden a nuestra memoria (tal vez por falta de costumbre), hay que ser oficialistas. Repartidores de consignas y etiquetas, como Kunkel, como Aníbal, como el impresentable Díaz Bancalari. Y si es posible ser comunicadores de Canal 7 o del subliminal ·Encuentro, un verdadero panfleto político disfrazado de cultural. Porque la verdadera televisión estatal, en tren de existir, debe mostrar todas las campanas y no solamente presentar la de aquellos que adhieren al oficialismo reinante, por convicción o por dinero. La verdad histórica no la tienen Pigna o Galeano, por ejemplo. Y ver a periodistas en la televisión pública intentar descalificar al diario Clarín nos parece tan bastardo que los calificativos de De Angeli a Kirchner se quedan absolutamente cortos.

Muy bien. Terminaremos estas líneas dejando bien en claro que no avalamos los exabruptos y los excesos verbales de nadie. Nos parece un proceder nefasto, torpe y desvalido. Que en lugar de llevar al análisis lleva a la bronca, al reproche. Pero en este orden de ideas nos parece muchísimo peor lo que ha hecho el presidente de facto, antes y ahora, en la materia. Como con la historia del terrorismo de estado, siempre es peor que quien insulta es quien gobierna.

Y es el gobierno actual y el anterior quienes han salido a insultar y descalificar desde el vamos, allá por el año 2003. Tales acciones provocaron tales reacciones. Es tan simple como eso. Y nada más.

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