Por
Ricardo A. Romano
O
acaso Perón (línea histórica hispánica) cuando nacionaliza los ferrocarriles
británicos y les pone el nombre de figuras como Roca, Mitre, Urquiza y
Sarmiento, identificados con la corriente política anglosajona, no aporta a la
unidad nacional al ponerse el conjunto de la construcción histórica argentina
arriba del hombro con prescindencia del signo ideológico de cada uno de sus
componentes.
Para
Perón, la Argentina es un todo contenedor de todas y cada una de las partes que
la componen.
Pero
la ahistoricidad de este gobierno no les permite comprenderlo y los lleva
recurrentemente a una interpretación facciosa de nuestro pasado, presente y
porvenir.
Su
conducta de policías de la memoria les impide ver el significado del abrazo
Perón-Balbín como aporte a la pacificación de los espíritus y la reconciliación
nacional.
O
del gesto de Lanusse, el 25 de mayo de 1973, cuando le pone la banda
presidencial a Cámpora, luego de haber peleado una vida para impedir el regreso
del peronismo al poder y sin embargo, al no romper las reglas de juego estando
aún al mando del ejército, que también aporta a la unidad nacional.
Sin
embargo, Cámpora (símbolo de la principal agrupación oficialista) cuando
habilita a los montoneros y ante el pedido de renuncia de Rucci por el
despropósito recurre incluso al General Carcagno (Jefe del Ejército) para que
lo respalde ante tal solicitud, traiciona a Perón. Poniendo en evidencia, una
vez más, que la cara oculta de la obsecuencia es siempre la traición.
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