Rechazo de plano cualquier propuesta de reformar la Constitución Nacional, porque antes de proponer modificarla o cambiarla hay que proponer cumplirla. Y cumplirla.
Por Ariel Corbat
Imagino lo que podría salir de una Asamblea Constituyente con esta casta política que mantiene a la Argentina en la senda de la decadencia, y se me eriza la piel recordándome lo que tengo de gorila. De estos personeros de la democracia fallida no puede resultar nada bueno. Sería todavía peor que la desgraciada reforma del 94, pactada por los intereses espurios de Menem y Alfonsín.
Desde luego quisiera un texto constitucional depurado de esa reforma horrible y revitalizar el espíritu de los constituyentes de 1853. Pero ¿qué sentido tendría ir a una reforma constitucional si la sociedad no demuestra interés en cumplir su Constitución? No es el texto constitucional lo que impide que Argentina sea un país serio, somos los argentinos. Es nuestra conducta social, que se ha ido despojando de sus valores y principios rectores, lo que debemos modificar. Nos quedó muy alto ser un país civilizado y somos esto que se vive todos los días: un reino absurdo de liliputienses anárquico dirigistas.
Nuestra Constitución, vapuleada durante el régimen kirchnerista, sigue siendo entendida como una mera referencia y no como la ley suprema de la Nación Argentina. Cualquier promesa de empezar a cumplir la Constitución una vez que se reforme es fomentar otro autoengaño colectivo, no muy distinta de la promesa del borracho que dice que beberá la botella que ya está abierta pero no las otras.
Sin cumplir esta Constitución tal como está, incluyendo esa imbecilidad de dar rango constitucional a los tratados internacionales, no será posible que se cumpla ninguna otra que total o parcialmente surja de llamar a convención constituyente. Y mucho menos cuando el llamado lo hacen los enemigos de la Libertad.
Obsérvese en la larga acefalía del Defensor del Pueblo de la Nación, en la práctica de crear ministerios por decreto o en los términos voluntaristas del debate sobre el aborto, por no abundar en más ejemplos, la demostración cabal de no existir conciencia social sobre la importancia de cumplir con la Constitución Nacional.
Y no cumplir con la Constitución explica nuestra realidad, porque de ese envilecimiento moral deviene la democracia berreta y de viciada representatividad política con la que declina la Patria que debiera ser República y no lo es.
El futuro que proyecta Argentina no es alentador. El país está bajo el dominio de una dirigencia política incapaz de romper la espiral descendente de su círculo vicioso. El 20 de Abril se ha inaugurado una estatua del Presidente Raúl Alfonsín, al que se pretende consagrar como "padre de la democracia". No considero justo adosar esa pesada etiqueta a la memoria de Alfonsín, porque esta democracia mal entendida y de baja intensidad que supimos conseguir es obra de todos y de nadie. Claro que si uno considera a la democracia como cementerio de ilusiones, incompleta y fallida, podría pasar por hecha a imagen y semejanza de la Presidencia de Raúl Alfonsín.
De hecho, es curiosa la foto inaugural del monumento. La tristeza del homenajeado contrasta con la alegría del conjunto de figuretis. Pareciera que Raúl Alfonsín se aleja cabizbajo, casi como queriéndose distanciar de toda esa gente que mira a cámara; incluyendo a Ricardito, el que falto de grandeza nunca llegará a Ricardo. Sería muy triste que nuestra democracia fuera la hermanita de Ricardito, con el mismo e insalvable ADN de mediocridad. Y al mismo tiempo sería, otra vez, un artilugio más para que pongamos en algún chivo expiatorio aquello de lo que todos debemos hacernos cargo.
Es de suponer que para completar el cuadro, el día después de la muerte del riojano se encargará la estatua de Menem para que sigan juntos a la eternidad los dos prohombres de la casta política.
Ahí estarán el que recitaba el Preámbulo de la Constitución Nacional pero que ofreció cajas PAN porque: "con la democracia se come, se cura y se educa", y su sucesor con el que acordaron manosear la Constitución en búsqueda de reelección para uno y un bloque de senadores para el otro. En ese pacto se fundió el molde de la actual dirigencia política argentina que antepone al bien común privilegiar sus intereses de facción y personales.
La base del clientelismo político y social que el kirchnerismo llevó al paroxismo, tuvo su origen en Alfonsín y Menem, pero el mayor logro de casta es haber excluido de la participación política al hombre común y conformarlo con placebos de participación.
El aporte de CAMBIEMOS a la casta política se hace evidente en la práctica del timbreo, que reduce la política a un momento donde el dedo providencial toca timbre en tu casa para darte la oportunidad de convidar un mate, sacarte una foto o tener una charla no más trascendente que la de hablar con la mascota del vecino... y te lo dicen. Te lo dicen sin ningún asomo de vergüenza.
Lo perverso del timbreo es que políticos que mantienen sus partidos cerrados a la participación y voto de los afiliados, vayan a tu casa para asegurarse que te quedes ahí y dejes la política en sus manos.
El factor inesperado en este panorama que presenta el escenario actual de la política argentina, podría surgir -como tantas otras veces- del peronismo y a partir de la designación de Luis Barrionuevo como interventor del Partido Justicialista, tarea en la que lo secundan Carlos Campolongo y Julio Bárbaro. Es cierto que se trata de un triunvirato de gerontes y que algunas de las ideas que representan son arcaicas, pero (siempre hay un "pero" desde que Juan José Passo tomó la palabra en los días de Mayo) parecen haber entendido el sentido de normalizar al PJ a través de algo que aborrece la casta política: la decisión de los afiliados expresada a través de elecciones internas en Abril del 2019.
Hay quienes miran con desconfianza a Luis Barrionuevo y otros que subestiman su capacidad política, sin embargo uno de los cuadros más interesantes que guarda el peronismo, Analía González, hizo una quirúrgica descripción del perfil del normalizador: "Barrionuevo es tan cuestionable como lúcido e irreverente".
Si Luis Barrionuevo logra normalizar el PJ llamando a los afilados para que voten en internas, aún sabiendo que es abrir la caja de Pandora, el escenario político argentino cambiaría sustancialmente. La democratización del PJ le daría la posibilidad de sanear la representatividad de la dirigencia peronista, con un inevitable efecto legitimidad que sería un problema para el resto de los partidos y en especial el PRO, que nunca tuvo una interna de afiliados; cosa que, además, no contempla ni siquiera como una remota posibilidad.
Si llegara a darse jugada tan audaz, el efecto dominó de las internas peronistas podría provocar internas de afiliados en todos los partidos, es decir sanear la base de la representatividad política nacional, con lo que Luis Barrionuevo en otro giro del destino ganaría lugar como un auténtico prócer de la democracia.
Mientras tanto Argentina sigue padeciendo el peso de un "Estado ausente", que lejos de ser tal es un Estado sobredimensionado que ha sido orientado por distintos gobiernos a ocuparse de lo que no debe en perjuicio de la sociedad que lo sustenta. No es ausencia, sino ineficacia planificada. A los adoctrinados durante el régimen K y a los asustados por el "no se puede" de Cambiemos, les cuesta entender a los liberales que de Vieytes en adelante bregamos por un Estado limitado frente a la autonomía del individuo.
Los liberales seguimos desperdigados, entre otras razones porque muchos prefieren quedarse encerrados en su propios caprichos, con la comodidad que confiere ser un inmaculado observador desde alguna torre de cristal. Y lo mismo aplica para nacionalistas, conservadores y republicanos.
Tenemos que salir del laberinto de la democracia fallida. Para cambiar la realidad y acercarla a nuestro pensamiento, hay un frente en activa formación en el que somos bien recibidos y que bien puede ser otro actor inesperado por la casta política en el 2019 .
ENCENDER, Encuentro de Centro Derecha. Estamos aquí porque tenemos valores de Patria, República y Libertad, con el objetivo de alcanzar y defender el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional.
Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha
ENCENDER (Encuentro de Centro Derecha)
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