Por Jorge Ospina Sardi
Quien según sus enemigos es un retardado mental, infantil e incapaz, estudió en las mejores universidades, acumuló una gran fortuna, escribió libros que se convirtieron en ‘best sellers’, tuvo un programa de televisión que fue muy exitoso, y sin ser político fue elegido en su primer intento Presidente de la primera potencia del planeta.
En esa elección le ganó en las primarias a 17 reconocidos candidatos del Partido Republicano, incluido Jeb Bush (de la dinastía de los Bush). Posteriormente, en las elecciones presidenciales, derrotó a Hillary Clinton (de la dinastía de los Clinton), a Barack Obama y a la maquinaria del Partido Demócrata. Triunfó en lugares donde hacía décadas no se daba la victoria de un candidato republicano.
Ganó esas elecciones superando la oposición de la gran mayoría de los medios de comunicación tradicionales, de lo mas representativo de Hollywood, de los grandes empresarios de Sillicon Valley, y de famosos líderes internacionales que se manifestaron en su contra. La ganó con un presupuesto que fue la cuarta parte del de su rival.
Lleva más de un año en el gobierno y le ha devuelto a Estados Unidos su rol como motor de la economía mundial. Ha implementado en este primer año casi todas sus promesas de campaña. Y el resto del mundo ha tomado nota que mientras él sea Presidente los intereses de su país prevalecerán.
Quien según sus enemigos es un retardado mental, infantil e incapaz, los tiene a la defensiva, distraídos en discusiones absurdas como esta, mientras hace y deshace con su agenda de gobierno.
Dos reflexiones al respecto. Si quien es un retardado mental, infantil e incapaz llegó a donde llegó, entonces no sería mala idea, como fórmula de éxito, emularlo en estos defectos que sus enemigos le atribuyen.
O bien, si un retardado mental, infantil e incapaz los derrotó tan contundentemente, es porque lo superan con creces como poseedores ellos también de tales defectos.
Quien según sus enemigos es un retardado mental, infantil e incapaz, los tiene a la defensiva, distraídos en discusiones absurdas como esta, mientras hace y deshace con su agenda de gobierno.
Dos reflexiones al respecto. Si quien es un retardado mental, infantil e incapaz llegó a donde llegó, entonces no sería mala idea, como fórmula de éxito, emularlo en estos defectos que sus enemigos le atribuyen.
O bien, si un retardado mental, infantil e incapaz los derrotó tan contundentemente, es porque lo superan con creces como poseedores ellos también de tales defectos.
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