martes, 24 de diciembre de 2019

UTOPÍAS MUY IMPROBABLES PARA EL 2020




Se va el 2019, año difícil, electoral, con serios problemas económicos y sociales. Cambiamos de año y de gobierno. El futuro es sombrío.

Por Malú Kikuchi



Nada es claro, nada es previsible. Y como dice Joaquín Sabina, *“que ser valiente no salga tan caro, / que ser cobarde no valga la pena”.

Por eso, rechazando una realidad que duele, sueño improbables utopías, que seguramente compartiremos.

Que todos los dirigentes sean patriotas. Dirigentes políticos de todos los partidos, empresarios, gremialistas, banqueros, industriales, funcionarios.

Que ser patriotas implique ser idóneos para el puesto que ocupen. 


Que sean honestos, trabajadores y respetuosos de las leyes.

Que las leyes sean justas.


Que sean necesarias y le sirvan a la gente. 

Que la Justicia sea rápida. 

Que se acabe la impunidad en la Argentina.

Que el ajuste no lo pague sólo la gente, que empiecen a pagarlo los políticos. 

Que al hacerlo no cercenen libertades.

Que la Argentina deje de recurrir a las emergencias, no estamos saliendo de una guerra. 

Que los argentinos piensen en pesos y no en dólares.

Que los poderes legislativos nacional y provinciales dejen de ser aguantaderos de personas sospechadas de haber cometido delitos.

Que la mayoría no se sienta dueña del país, mañana puede ser la minoría. 

Que la minoría aprenda a negociar, es la forma superior de hacer política.

Que la educación vuelva a tener maestros y deje de tener trabajadores de la educación. 

Que alumnos y padres los respeten, que se ganen ese respeto. 

Que los contenidos se adapten al siglo XXI.

Que todos los maestros sean universitarios. 

Que todos los policías sean universitarios. 

Que pasen una revisión psicológica anual para usar armas.

Que la guerra contra el narcotráfico sea en serio y que la ganemos.

Que los gremialistas no se hagan millonarios a costa de sus sindicados.

Y hay tanto más… 

Desear utopías es quizás una forma de acercarnos a ellas.

Parafraseando a Eduardo Galeano cuando se refería a la utopía:

“Ella está en el horizonte.

Yo me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos.

Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos. […]

Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para que sigamos caminando”.

A pesar de todo y aunque todo parezca estar en contra, ¡sigamos caminando!


*Joaquín Sabina: Noche de Bodas.


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