Evidentemente, gente como Correa y Alberto está obsesionada con la televisión y la ficción.
Por Alejandro Borensztein
Antes que nada debemos felicitar a Alberto Fernández por haber terminado exitosamente su segunda semana como presidente electo. Pensar que transcurrieron sólo quince días desde las elecciones y ya parece que aquella epopeya del campo nacional y popular ocurrió hace meses. Así de vertiginosa y loca es nuestra Argentina.
Esta locura en la que vivimos nos llevó a una nueva obsesión colectiva que es pretender descifrar ya mismo de qué se va a tratar el gobierno de Tío Alberto. ¿Qué señales da? ¿Para dónde vamos?
Por lo que hemos visto hasta ahora, para sintetizarlo de algún modo, podemos ir definiendo al futuro gobierno como una película argentina en coproducción con el Vaticano con un guión neomenemista tardío ortodoxo, musicalizada con temas de rock nacional de fines de los 60.
O sea, Mini Menem / Capilla Sixtina / Lito Nebbia como el trípode político económico y cultural sobre el que se sostendría el futuro gobierno, en el mejor de los casos. Menem para hacer el ajustazo, el papa para contener el fastidio popular y Lito para ponerle la mejor música. Por ahí va a venir la mano.
Obviamente lo van a disfrazar de otra cosa, le van a dar dos manitos de progresismo sintético para disimular un poco pero en el fondo todo pinta que allá vamos.
Como adelanto, digamos que evidentemente en estos pocos días el país ha mejorado bastante. Baradel ahora se muestra razonable diciendo que hay que aguantar y apoyar. Los gordos de la CGT ya dijeron que no es momento para andar haciendo reclamos salariales y varios sindicalistas avisaron que no van a pedir el bono de fin de año.
O sea, estamos mucho mejor que en la época de Vidal y de Macri cuando toda esta gente nos emputecía por cualquier cosa. Falta que le avisen a Papá Noel que no es necesario que venga, que si se le complica llegar hasta acá no hay problema, que se quede allá en el norte nomás, que muchas gracias y que este año nos arreglamos así como estamos.
Lo que sí genera alguna preocupación es la idea de que los sectores antagónicos del Frente de Todos puedan terminar enfrentándose entre ellos y generando un problema para el país. Por ejemplo, La Cámpora contra los gobernadores e intendentes o los sindicalistas contra Grabois y las organizaciones sociales, o Massa contra los Zaffaroni de este mundo, etc. etc. Por favor, llevemos tranquilidad. Todo esto es falso.
Por ahora la única crisis que se puede vislumbrar es entre aquellos sectores que apoyan lo que dice Tío Alberto los días miércoles y los que apoyan las cosas que dice el jueves o el viernes.
De los distintos Tíos Alberto que hemos visto, el de los miércoles es por lejos el mejor.
De hecho este miércoles, hablando con Maru Duffard para Canal 13, el presidente electo desautorizó a quienes piden la ejecución de los periodistas que cuestionaron al kirchnerismo. El tipo declaró que “cada uno puede decir o escribir lo que le plazca” y explicó que finalmente deberán hacerse responsables frente a sus audiencias. Obvio pero impecable.
Por más que Moyano patalee, de eso se trata. Cada uno tiene que hacer lo que mejor sabe hacer: los políticos seguir arruinando al país y los periodistas seguir escribiendo sus notas. Después el público decide.
Usted amigo lector sabe que conmigo no van a tener ningún problema porque yo hace 12 años que repito siempre lo mismo: nada mejor que el kirchnerismo (para las columnas de humor político, obviamente). Moyano, que fue quien pidió investigar a los medios y a los periodistas, tampoco se puede quejar porque yo nunca me meto con él. No como vidrio.
En cambio el Tío Alberto de los jueves y el de los viernes, digamos las cosas como son, hasta ahora fue un desastre. El juevismo y el viernismo son dos líneas internas que preanuncian conflictividad.
El viernes pasado el presidente electo volcó hablando de la Warner, de Bugs Bunny y del pobre Correcaminos cuyo único pecado es tratar de evitar que el Coyote se lo coma.
No habla bien de Tío Alberto que el tipo se identifique con el Coyote cuando es obvio que todos estamos del lado del Correcaminos. Imaginemos la serie al revés. Un coyote temible que persigue a un bello correcaminos y al final de cada capítulo se lo devora con esos dientes espantosos chorreando sangre mientra el pobre bicho grita desesperado. Sería horrible. Un escándalo mundial. Los chicos no podrían dormir a la noche.
Lo mismo vale para Bugs Bunny, un conejo que come zanahorias y escapa de Sam, un viejo bigotudo miembro de la National Rifle Association de EEUU, que lo persigue con una escopeta para matarlo.
¿Cómo puede ser que el mismo Tío Alberto que el miércoles critica, con justa razón, la represión en Chile, el viernes pida que al pobre Bugs Bunny lo caguen a tiros?
Todo este debate ridículo fue el viernes de la semana pasada. El Tío Alberto de los viernes es para el olvido.
El Tío Alberto de los jueves no es mejor que el de los viernes. Este jueves le dio un reportaje de una hora a Rafael Correa, el ex presidente ecuatoriano buscado por la justicia que tiene un programa de reportajes en la televisión rusa de Putin. Una hora sin cortes. Televisivamente un plomazo. Te la encargo.
Los medios sólo rescataron las definiciones de Tío Alberto sobre la deuda y le dejaron pasar todo lo demás, como por ejemplo la descalificación de todos los ciudadanos latinoamericanos que no votan por los Kirchner, por Correa o por Maduro (serán todos oligarcas y lacayos del imperio pero nunca son menos del 50%).
También desarrollaron una genial interpretación de la serie “El Chavo” según la cual Doña Florinda es una tilinga (textual) con aspiraciones burguesas que maltrata al pobre Don Ramón quien, según Correa y Alberto, representa a la clase trabajadora latinoamericana oprimida. Posta. Ver para creer.
Debo decir que, al menos en los capítulos de “El Chavo” que yo vi, Don Ramón es un adorable vago que no quiere laburar y Doña Florinda es una viuda que cría sola a su hijo Quico y hace lo que puede con la miserable pensión del orto que le pagan gobiernos revolucionarios como los de Rafael Correa o Cristina Kirchner.
Pero son miradas. En cualquier caso, evidentemente esta gente está obsesionada con la televisión y con la ficción. Que se preparen en Polka.
En otras palabras, esperemos que este debate entre las líneas internas de Tío Alberto lo ganen los miercolistas, porque los juevistas y los viernistas son de terror.
Por ahora tampoco suman los Tíos Alberto de los días lunes y martes porque son los días en los que el tipo deja que los demás digan barbaridades sin salir a desmentirlas. Sobran ejemplos.
Finalmente, Tío Alberto de sábado y domingo tuvimos uno solo y se la pasó boludeando en México, de modo que todavía no hubo masa crítica como para poder evaluar como es el tioalbertismo de fin de semana. Veremos este domingo como termina.
Mientras tanto, el viernismo se reunió, obviamente este viernes, en la CGT. Estaban Caló, Moyano, Daer, Piumato, Viviani, Acuña, Cavalieri, Rodriguez y Palazzo, entre otros. Mucho colesterol y mucha foto de Evita pero la igualdad de género te la debo. Como le dije amigo lector, los viernes de Tío Alberto son dificilísmos.
Habrá que estar atentos al 10 de diciembre cuando sea el traspaso del mando. Cae martes. Ya no me gusta, hubiera preferido miércoles. Esperemos que no se arme lío cuando se crucen los machirulos del viernismo con las feministas del lunesismo.
Van dos semanas recién. Nos vamos a divertir.
Clarín
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