(Ex Mayor de Caballería)
En el diario "La Mañana" de Neuquén (13-11-08) se publicó la noticia
"Comunidad mapuche tomó tierras del Ejército".
Lo hicieron cerca de San Martín de los Andes, «en resguardo territorial», según dijeron.
Los integrantes de la comunidad mapuche Cayún ocuparon ayer el lote 30 ubicado en la zona conocida como la Pampa de Trompul, para evitar que el Ejército Argentino continúe realizando maniobras militares en ese lugar.
El lote en cuestión tiene una superficie de unas 100 hectáreas (error son 416 Ha) y si bien pertenece a la Administración de Parques Nacionales está en manos del Ejército desde hace décadas, concretamente desde 1936.
La zona es utilizada por la fuerza para realizar ejercicios militares de diversa índole y para pastoreo de los animales del regimiento de Caballería de Montaña Nº 4 “Coraceros General Lavalle”. Así las cosas y tras un ejercicio militar realizado hace pocos días los integrantes de la comunidad mapuche con el lonco Patricio Cayún a la cabeza se instalaron en el lugar para realizar lo que denominan un “resguardo territorial” y como forma de reclamo ante lo que entienden son actividades que “perjudican seriamente la vida en la zona”. (La ocupación del predio se produjo luego del repliegue de la Unidad al Cuartel... y fue así, el Lonco estaba a la cabeza y 40 mujeres y niños detrás...)
• Maniobras
Por su parte Fidel Colipán, huerquen de la Confederación Mapuche Neuquina, dijo que “la comunidad Cayún se instaló en la zona para que no se hagan más maniobras en el lugar y para que el Ejército acepte sentarse en una mesa de dialogo político para ver como continuamos en dicha zona”. ¿Acaso el huerquen pretenderá ser Toro Sentado y que el General Custer acuda a negociar? ¿En qué siglo estamos?
"Cansados (¿?) de que sus reclamos no sean escuchados la comunidad decidió asentarse en el lote 30 para hacer oír su voz y su preocupación por las actividades que allí se realizan, donde según sabemos quedan incluso restos de municiones que deberían ser tratadas por expertos”, dijo Colipán.(no es cierto, ¡¡¡ únicamente se tira con munición 7,62 Mm... !!!).
Además desde la comunidad mapuche Cayún se indicó que la medida se tomó para “resguardar la biodiversidad del territorio, la vida de las montañas que han comenzado a derrumbarse a causa de ser el blanco permanente de las armas de guerra y la de los animales que deben huir obligadamente por el estremecedor ruido y por miedo a la muerte” (¿?). (Ciertamente los animales huyen para no ser carneados por los mapuches, cosa que ha sucedido en varias oportunidades).
Hoy, 13 de noviembre empezaron a construir en el lugar, casillas de madera con techos de chapas... y ahora... ¿quien los saca?... ¿Roca, Villegas, Sayhueuqe, Patoruzú?
• Los mapuches no son un pueblo originario
Dentro del territorio centro-sur argentino sus antiguos pobladores (Tehuelches, entre otros), recibieron la influencia de la invasión araucana a partir de 1550 aproximadamente. Ese conocimiento de los grupos aborígenes de los más remotos tiempos y luego, de quienes tuvieron que soportar la entrada de los araucanos invasores, fue analizado coherente y científicamente, sin encontrar en ninguna de tales parcialidades (cruzamiento entre distintas etnias) la voz araucana " Mapuche " para designar a cualquiera de esos grupos humanos.
La palabra "mapuche" fue creada para un fin específico. Esta voz del antiguo arauco no corresponde a ningún tipo étnico ni parcialidad, ni familia o cultura, sean estas designaciones empleadas tanto en especial como en general. Tengamos presente que jamás figuró un solo cacique, un cona o capitanejo, una princesa, un gran cazador o guerrero, ni un individuo determinado que fuera conocido como "mapuche", pues a todos esos ándidos, sean araucanos, pampas, ranqueles, boroganos, huiliches, pehuenches o tehuelches, se los identificó por sus etnias reales y nunca jamás como "mapuches".
Ningún jefe indígena figuró o combatió como representando a esa arbitraria e interesada designación de "mapuche" que fue totalmente desconocida hasta principio del siglo XX, años 1902-1903 aproximadamente (tener en cuenta el conflicto argentino-chileno, Curamalal - con su antecedente de 1897 – 1898).
Este término (VER NOTA 1) fue creado por estudiosos chilenos y agentes ingleses interesados, quienes propiciando la palabra mapuche para aplicarla a los indígenas, tanto de Chile como de Argentina, hacían desaparecer viejas etnias como los araucanos, pampas, huiliches, pehuenches o tehuelches, aglutinando bajo el nombre de "mapuches" a todas las parcialidades que eran argentinas, borrándolas de los valles cordilleranos y de la Patagonia , para lograr la posesión de un vasto y fecundo territorio argentino, que siglos antes había sido invadido por araucanos chilenos. La “creación mapuche" igualaba a todos y era, y es, una expresión que muchos desprevenidos no llegan a entenderla. Fue un “invento geoestratégico” y hoy es un problema potenciado por intereses foráneos.
El Almirante Fraga refiere la "cuestión Mapuche" como una circunstancia de particular relieve en el planteo geopolítico y geoestratégico de la Patagonia. Es dable destacar que la supuesta "nación mapuche" abarca una zona que incluye bajo una misma región una porción de territorio chileno y argentino (en este último caso en la provincia de Neuquén y su proyección del otro lado de los Andes.
La bandera mapuche es auspiciada por el exterior (especialmente desde Europa) y particularmente desde grupos sectarios religiosos, interesados en la campaña pro-mapuche que en los últimos tiempos se agita permanentemente y ocupa un importante espacio en los diferentes medios de difusión y culturales de ambos países afectados. Es necesario destacar que algunos sectores militares chilenos, y más allá de sus pretensiones históricas, observan con preocupación la cuestión mapuche, ya que perciben una maniobra interesada "segregacionista" que afectaría a Chile en un ecosistema, que sin considerar la frontera política, es compartido como región geográfica con la Argentina.
Vale destacar que los territorios reclamados constituyen ecosistemas sobre el sector cordillerano en algunos casos, y sobre tierras con recursos naturales de alto valor estratégico.
Es absolutamente dable inferir que detrás de dichos reclamos se esconden intereses extranacionales que potencian su actitud a partir de un mundo en el cual la degradación ambiental, la explosión demográfica y la escasez de recursos naturales constituyen los principales "nuevos tipos de conflictos" que caracterizan el contexto estratégico global.
No es aventurado percibir intereses internacionales en la consecución de los objetivos políticos que dinamizan las comunidades aborígenes. Como ya hemos mencionado, es en las regiones de baja densidad demográfica, pero atractivas por sus riquezas económicas y recursos naturales donde muchos grupos pretenden instalarse.
Finalmente, las características del conflicto moderno y su dinámica multifuncional permiten concluir que los recursos naturales de los países que los poseen, más aquellos ecosistemas que por su alto valor ecológico constituyen reservas estratégicas, serán las causas que potenciarán el enfrentamiento de intereses extranjeros con intereses nacionales. Asimismo se incentivarán las contradicciones internas de las naciones, en particular aquellas de carácter cultural. En este sentido, el "indigenismo" es un vehículo que, a partir de soportes ideológicos, políticos, financieros y mediáticos proporcionados por países desarrollados, ONG(s) y corporaciones transnacionales, atenta contra la identidad nacional primero, y contra la integridad territorial después.
Lic. Jorge P. Mones Ruiz
• (NOTA 1) - LA PARABRA “MAPUCHE”, EN LOS DICCIONARIOS.
ENCICLOPEDIA SALVAT - DICCIONARIO Editado en Barcelona - 1972MAPUCHE: Adjetivo: Natural de Arauco - Perteneciente a esta Provincia de Chile.
Sustantivo masculino: Idioma de los araucanos.
ARAUCANO: Adjetivo y sustantivo: Natural de Arauco o Auracania - (Chile)
Adjetivo: Perteneciente o relativo a esta región.
Sustantivo masculino. Idioma de los araucanos llamado también mapuche.
TEHUELCHE: Adjetivo y sustantivo - Dícese de un individuo de un pueblo amerindio cazador, que, con otros grupos integró la llamada "Cultura de las Pampas" en Argentina y Uruguay. Exterminados en gran parte por los conquistadores españoles y los araucanos quedan reducidos núcleos en Tierra del Fuego.
• DE TODO ESTO PUEDE DEDUCIRSE:
1*) Que nunca existieron ni una etnia ni un pueblo “originario” mapuche en la Patagonia argentina.
2* Que se utiliza el nombre del idioma que hablaban los araucanos (el mapuche) para "crear" un grupo étnico inexistente.
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La mala historia
Los argentinos que hemos cursado hasta estudios universitarias, debemos concluir que hay periodos de nuestra historia cuyo conocimiento se nos escamoteó, se nos ocultó y que lo que se nos transmitió de lo ocurrido en el país después de 1810, fue exclusivamente lo sucedido al norte de una línea imaginaria tendida de la ciudad de Buenos Aires a la de Mendoza.
Por Rubén Cueva
Y no fue por que no ocurrieron hechos dignos de mención, o por que la parte del territorio desde esa línea imaginaria hasta Santa Cruz, hubiese sido ignorada universalmente o por ser una tierra carente de importancia económica o estratégica.
No, fue por que hubiera habido que explicar razonablemente la ímproba tarea llevada a cabo para lograr que esa enorme extensión de tierra (casi 1.000.000 km2) fuera integrada a la naciente nación que a partir de 1852 va a proclamar sus deseos y su intención de constituirse en una republica organizada desde Jujuy hasta Tierra del Fuego.
Y ese trabajo, necesariamente, hubiera debido afrontar la importancia y complejidad de la “cuestión india” en nuestro país, que cuando se la trata académicamente, con objetividad, queda limitada a la zona de la llamada pampa húmeda y hacia el sur, no por que no hubiera habido indios en la parte central y norte, sino por que las etnias de estas zonas no recurrieron a la confrontación lisa y llana con la intención de objetar y discutir la disposición organizativa y la real posesión de las tierras, como sucedió con aquellas del sur, en las que prácticamente unificadas en su conducción, las numerosas tribus existentes asumieron la existencia y sostenimiento de un verdadero conflicto armado con la finalidad de dominar el territorio, aprovechar el resultado de una incipiente explotación agrícola-ganadera generada por las primeras inmigraciones europeas, no mediante el trabajo o la colaboración, sino por medio de la rapiña, de la apropiación por la fuerza de arreos y cosechas.
Hoy, la falta de tratamiento debido, fundado y coordinado de esa cuestión, no el análisis crítico-histórico de la misma sino, como sucede regularmente en nuestra sociedad, la sujeción a criterios políticos, a apreciaciones subjetivas, generalmente hechas desde el punto de vista de las ideologías actuales, sin animo ni intención de una observación sometida al tiempo y condiciones en que ocurrieron ciertos hechos, nos lleva a conclusiones muy simplistas, a una absurda generalización de buenos y malos, y como colofón, a la demonización de cierto o ciertos personajes que fueron actores o directores de llevar a cabo la desaparición de la otrora riesgosa y móvil frontera sur, que inicialmente estaba dada por el Río Salado.
Este trabajo tiende, no a la desmesurada tarea de cubrir ese vacío, sino simplemente a provocar un debate, un intercambio de conocimientos y opiniones sobre la temática de la “cuestión india” que entiendo se le debe al país por parte de los sabedores de la materia., para que las actuales y futuras generaciones sepan como fue realmente en su totalidad el país luego de 1810, que pasaba en el sur cuando la Nación debió avocarse al conflicto entre unitarios y federales, a la guerra con el Paraguay y si alguna tribu india tuvo intervención en el asesinato del célebre riojano Facundo Quiroga en la encerrona de Barranca Yaco.
• Las etnias originales
Tres hombres de la tribu de los Patagones (“large-footed”)
El calzado de cuero que cubre sus borceguíes en el mal tiempo, explica en parte el término “patagón” - pie grande -, aplicado a los Tehuelches por sus descubridores españoles. Bravos de corazón, ellos no temen nada excepto al lobo rojo, al gran cóndor, y al puma rapaz, que hacen estragos en sus tribus (VER NOTA ***)
Esta expresión es concientemente utilizada y no la de “pueblos originarios” a la que recurren generalmente con ribetes sociológicos numerosos políticos actuales para tratar de invalidar la repartición de tierras hechas con posterioridad a la “campaña del desierto” (que por cierto no fue realizada con razonabilidad ni equidad) y por que, además , sirve para explicar la real conformación étnica del mosaico poblacional existente en el territorio que va de los Andes al Atlántico y de Punta Dúngenes en Santa Cruz hasta el Río Pilcomayo en Salta-Formosa, es decir, esa especie de triángulo que es hoy la República Argentina .
En ese espacio vivían a la llegada de los españoles a esta parte de América, numerosas tribus indígenas obligadamente en forma bucólica, ajenas a toda tarea industrial salvo la ejecución de lo que hoy llamamos artesanías o baratijas, por que algunas habían aprendido a manejar el oro y la plata, en su mayor parte (especialmente las del sur) nómadas que se alimentaban de una fauna prolífica (ñandúes, guanacos, llamas, liebres, armadillos, y cientos de especies de aves, etc.) infinidad de plantas y frutos salvajes que les ofrecía una llanura inmensa , los valles montañosos (muy pocos de ellos y solo para satisfacer necesidades propias, cultivaban algo de maíz, trigo y cebada) y, por cierto carentes de todo medio de movilidad que no fueran sus propias piernas, pues el caballo, lo mismo que el ganado vacuno, introducido recién a partir de 1536, se reprodujo sin limite ni contención alguna luego que los querandíes destrozaran y redujeran a cenizas aquella Primera Buenos Aires de Pedro de Mendoza.
En esa extensión estaban desde mas allá de Tucumán hasta el Estrecho de Magallanes, en forma desperdigada y no muy alejados de la Cordillera , los “Tehuelches”, sumamente pacíficos y laboriosos, características de las que van a aprovechar posteriormente los invasores araucanos ( que actualmente se hacen denominar mapuches (1) ) para practicar con ellos lo que podemos decir fue el primer genocidio en nuestro territorio, pues fueron prácticamente eliminados en forma casi total no solo físicamente, sino culturalmente pues llegaron a perder su propio idioma, por lo menos en cuanto se refiere a los que habitaban entre los ríos Sanguer y Chubut.
Los del sur eran conocidos como “Tehuelches chonik” (También llamados Aonikenk) quienes por su altura y el tamaño de sus pies fueron bautizados por Magallanes y su gente como “patagones” y los del norte se llamaban a si mismos “Guenaken” o “Tehuelches guenaken”.
En el norte de lo que es hoy la Provincia de Buenos Aires y su Bahía de Samborombón, vivían los “Querandíes” los que luego de los sucesos de la inicial Buenos Aires, terminaron por desaparecer de la escena, abrumados por la inmoral “encomiendas” que les imponían los españoles, sin que se haya podido saber de su destino definitivo; posiblemente hayan sufrido un proceso de absorción por parte de los mas numerosos y fuertes, sus vecinos “Los Pampas”, precisamente conocidos estos como los “antiguos querandíes”.
Otra tribu de la zona fue la de “los Ranqueles” de origen araucano pero de vida y estructura independiente de otras del mismo origen, eran belicosos, pero no obstante terminaron siendo exterminados por los mapuches.
En el límite con Chile a la altura de lo que es hoy nuestra provincia de Neuquén, vivían los “Pehuenches” (nombre derivado de “pehuen” – araucaria) que provenían de los “huarpes” que habitaban en San Juan y Mendoza y terminaron siendo absorbidos y aculturados por los “huilliches” (mapuches del sur) proceso que se consolida cuando el cacique Casimiro reconoce el liderazgo del araucano Saihueque.
Esta era la estructura básica de la población indígena de lo que hoy conocemos como “pampa húmeda” y de la Patagonia cordillerana en la que puede observarse que no había etnia alguna propiamente “mapuche”, que era una tribu indígena radicada en el sur de Chile en las inmediaciones del Bio Bio, parte de cuyos integrantes, por efecto de luchas internas, van a comenzar a desplazarse a partir del siglo XVII hacia las llanuras argentinas hasta establecerse como tolderías en las inmediaciones de la zona conocida como “Salinas Grandes” (en el límite de las provincias de La Pampa y Buenos Aires): son los llamados “Voroganos”.
Tan es así, que para determinar con precisión el origen de una y otra tribu, a fines de 1784 se reúne un parlamento general, especie de congreso, de las que habitaban a uno y lado de la cordillera en la localidad de Llolquilneo y declaran que los asentados al oriente de los Andes serán conocidos como “araucanos”.
Pero es mas adelante, hacia 1832 que comienza el verdadero intento de araucanización de los feraces valles y llanuras del oriente cordillerano (el territorio argentino),como consecuencia de los finales de la lucha por la independencia en Chile en la que la derrota definitiva de los españoles conlleva la de las tribus indias que habían colaborado con ellos (precisamente los mapuches) y que, huyendo en grandes contingentes, son obligados a cruzar la frontera y posteriormente a ejercer el ilícito comercio del contrabando de ganado y de personas. Pero esta vez de oriente (Argentina) a poniente (Chile).
Esa es la situación en que se desarrollan los acontecimientos en la Argentina a partir de l810 y la razón por que en la escuela y en el colegio únicamente nos enseñaron lo ocurrido en las zonas norte, centro y noreste del país, con grandes movimientos militares, numerosos encuentros armados, verdaderas batallas en algunos casos con cambio de dirigencias zonales según fuere el resultado de las mismas.
En cambio, la zona sur, por su carencia de poblaciones estables de alguna significación y la existencia de numerosísimas tribus indígenas que se enseñoreaban con amplio poder de dominación, las que a partir de determinado momento (circa 1832) comienzan a ser unificadas, por lo menos en cuanto a su accionar deletéreo y de progresivo incremento de disposición territorial, por caciques venidos de traslosandes, promovidos y en algún sentido hasta sostenidos por dirigentes político-económicos chilenos, que pasan a enriquecerse con el tráfico ilegal, mas que contrabando, de ganado vacuno y caballar, no solo el cimarrón producto del desastre de la “primera Buenos Aires”, sino también por el robo de las incipientes explotaciones agrícola-ganaderas que comenzaban a aparecer en el interior por efecto de osados inmigrantes que decidían correr el riesgo que significaba trabajar en tierras vírgenes, incivilizadas, ofrecìa un cuadro de poca importancia geopolítica, sin la posibilidad de generar héroes, pues la lucha contra indios es cuestión de gauchos y/o cowboys y no de mariscales o generales y por lo tanto de justificada exclusión del relato histórico.
GRUPO FAMILIAR DE INDIOS PATAGONES DELANTE DE SUS “TOLDOS”
Los aborígenes de la región fresca y templada de Patagonia son físicamente individuos más fina que muchos de los otros indios suramericanos. Dos de los hombres tienen boleadoras, esa invención ingeniosa de la Argentina para tirar abajo de caballos u otro ganado a distancia. Consiste en una cuerda corta cargada en los extremos con las bolas de la piedra; cuando es arrojada diestramente se enreda alrededor de las piernas del animal, y lo hace caer.
(VER NOTA ***)
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• La situación de 1825 a 1877
En los primeros tiempos del inicio del aprovechamiento de las nuevas tierras, si bien no puede decirse que la situación haya sido idílica, los, como diríamos hoy “sin profesión legítima conocida”, ya hacían de las suyas mediante pequeños malones en los que obtenían vacunos y yeguas para comer y caballos para sus movimientos, pero fueron pacíficamente controlados mediante los famosos “tratados” en los que intercambiaban su belicosidad por “regalos”, institución esta que pasó a ser determinante en el trato con los jefes indios.
No eran solamente alimentos (harina, yerba, azúcar, etc.), algunas cabezas de ganado, alcohol (vino y licores), sino de manera infaltable ropa, en forma de chaquetas militares, kepis del ejercito y botas, vestimenta con la cual los caciques solían exteriorizar sus jerarquías.
Fue Rosas un maestro en el manejo de este trato “diplomático” con los indios, lo que le valió gran estima y respeto por parte de estos últimos que llegaron en numerosas oportunidades a apoyar con sus lanceros los encuentros armados que tuvo que afrontar con sus habituales opositores.
Rosas, y algún otro estanciero de la zona centro de la provincia, llegó a otorgar asentamiento dentro de sus campos a mas de una tribu a los fines de asegurarse la tranquilidad y mantenimiento de sus arreos y el concurso de sus guerreros en caso necesario.- Así fue por Francisco Ramos Mejía (Est. Miraflores), Mauricio Pizarro, Santos Calvento y Eladio de la Quintana y el propio Rosas (Est. Los Cerrillos) que para esa época ya tenían asignadas buenas extensiones de tierras.
Pero el incremento de la conflictividad con los “unitarios” y el constante aumento del dinero imprescindible para solventar la política de “regalos” (Yanquetruz fue nombrado Teniente con $ 1.500.- de sueldo , el resto de los caciques recibían $ 1.-000.- y cada indio $ 50.- mensuales), hizo que Rosas comenzara a descuidar sus vínculos amistosos con los indígenas y estos, privados de los beneficios a que estaban habituados volvieron a su juego de depredación del trabajo de los otros, mediante la ejecución de rápidos pero letales malones a los campos que comenzaban a aparecer en las inmediaciones del Río Salado, que era, para ese tiempo, la frontera sur conocida para el elemento “blanco”.
Pero en realidad eran malones de subsistencia, es decir, hechos con la necesidad de satisfacer elementales requerimientos de la tribu, como comer, vestir, etc. La situación llevó a Rosas a modificar su política y a realizar la primera campaña militar (l833/4) contra los indios que tuvo reales efectos de contención del clima de belicosidad reinante aunque fuere con la aplicación de la que mas tarde va a ser reconocida como “ley de fugas” pues en una carta dirigida al cnel. Pedro Ramos lo instruye que debe tomarlos prisioneros “manteniendo una pequeña guardia para que cuando no haya nadie en el campo los fusile “…alegando que fue por que intentaron escapar”.
Vale también relatar que Rosas actuó en estos avatares contra los indios con el concurso del caudillo riojano Facundo Quiroga, quien en alguna oportunidad llegó a acusar a los hermanos Reynafé de Córdoba de obrar en connivencia con gente de la tribu del cacique Yanquetruz, quienes intervinieron posteriormente en la famosa encerrona de Barranca Yaco, suceso que terminó con la vida del “tigre de los llanos”.
Para esos tiempos, había llegado al establecimiento de los “voroganos” en Salinas Grandes, el cacique mapuche de origen araucano, es decir chileno, Calfucurá, proveniente de la zona del volcán Llaima, cercano a los ríos Toltén y Bio Bio el que no trepidó en eliminar a sus principales jefes, caciques Rondeao , Melìn, Venancio, Allun y Callvurquirque, Quintín, Calvu Thuren, Curo Lonco, Caru Ag, Milla Pulque, que terminaron degollados al igual que sus seguidores que intentaron hacer resistencia y así pudo constituirse en el eje por el que pasaría a partir de entonces la política y la actividad indígena en el centro y parte norte de nuestra Patagonia desde aquel centro, en el que llegaron a convivir mas de 30.000 indios, población que no llegaron a tener ninguna de las incipientes comunidades que con pretensiones de ciudades comenzaron a desarrollarse en la zona, tales Patagones, Bahía Blanca, Tres Arroyos, Azul, Bolívar (San Carlos), Carhué, etc.
Calfucurá, que rebautizó al lugar como “Chillihue” como para no olvidar su origen, durante 40 años se va a constituir en el mandamás de todas las comunidades indígenas de la zona, , se presentó como un enviado de los dioses, casi como un mago que podía hacer y deshacer a voluntad, inaugurando la que se llamó la dinastía de las piedras (Curá = piedra) y al que se sometieron prácticamente todos los caciques y capitanejos de las demás tribus de la zona, por lo menos aquellos que sobrevivieron a la política de dominación por la fuerza que impuso desde que asumió el poder.
Fue por los años 40 que jefes voroganos que subsistieron intentaron una réplica contra Calfucurá entrando directamente y sin su consentimiento al país por Mendoza, saqueando sur de Córdoba y Santa Fe, hecho que al llegar a su conocimiento provocó que los persiguiera haciendo una matanza generalizada con la que de hecho nunca mas se volvió a hablar de los voroganos. El ganado que estos llevaban con destino a Chile, fue desplazado y dirigido a Salinas Grandes
Dicho así pareciera que la violencia contra los voroganos por parte de Calfucurá y sus mapuches hubiere sido producto de un rapto de criminalidad por parte de este último y sus prosélitos. Naturalmente que no fue así. Fue parte de de un meditado y alevoso proceso ejecutado con fines de definir una superioridad de jefatura indígena para asegurar el monopolio de lo que va a ser un fructífero y permanente negocio a gran escala:: la apropiación de ganado en suelo argentino con la finalidad de comercializarlo ilegalmente al otro lado de la frontera, en Chile.
Si bien la inteligencia media mapuche no era despreciable (obtenían y trabajaban en Chile tanto el oro como la plata a la que daban forma mediante trabajos artesanales,), ese tráfico no fue idea y aplicación suya sino de reconocidos dirigentes de la sociedad chilena, tales el entonces Cnel. Bulnes (que llegaría a ser Presidente trasandino) è intermediarios ligados a la jefatura mapuche como los Sres. Zúñiga y Salvo que serian los artífices de una verdadera red de contrabando cordillerano, luego que Calfucurá y su gente terminara la operación de engorde en la isla Choele-Choel de muchos miles de cabezas de vacunos y caballares que van a terminar, todavía con marcas de sus originales propietarios argentinos, en los campos del centro-sud chileno.
Fue de tal magnitud ese comercio ilegal, generador de ingentes fortunas en el vecino país, que provocó numerosas quejas de la cancillería argentina, a raíz de las cuales el problema toma estado parlamentario en 1870, tratamiento durante el cual el diputado chileno Puelma afirma que el comercio que hacen los araucanos proviene de robos de animales en la República Argentina por lo que se auto pregunta: “si sabemos que los animales que compramos sin escrúpulos son robados por lo que decimos que los indios son ladrones, nosotros, que somos?”
Hay una declaración registrada de un sacerdote de Chillán, padre Palavecino, que relata la forma en que se reunían previamente los indios en Chile, pasaban luego a la Argentina y volvían después de destruir pueblos, esclavizar familias y traían animales de aquella república.
Hasta en el diario “Mercurio” del 10-8-71, no como noticia sino como previsión, se llega a informar que “en pocos días se sabrá el resultado del malón que indios pehuenches, huilliches y pampinos deben haber dado a pueblos fronterizos de la república Argentina”, agregando, “…evidentemente, las desgracias persiguen a los cuyanos”.- Es obvio, pues, que los malones referidos eran programados en Chile.
Uno no sabe si la conclusión del “Mercurio” es una expresión de real lástima, de solidaridad, o una simple demostración de ironía, puesto que los que provocaban y ejecutaban los malones eran sus connacionales, en un proceso depredatorio contra un país vecino que no generaba causa alguna para recibir tal tratamiento.
Pero ese tipo de expresiones revela que no había hasta entonces, ingerencia militar en las progresiva ocupación y/o aprovechamiento del territorio argentino por parte de la indiada araucana, sino la aplicación delictual de sectores empresariales chilenos para obtener pingues beneficios con el comercio ilegal de ganado que adquirían prácticamente a precio regalado.- Por el contrario, en sus orígenes, los malones voroganos comandados por los hermanos Pincheira (unos chilenos pasados a los españoles), perseguidos por el ejército trasandino, llegaron a atacar Bahía Blanca y Patagones llevando como enseña el pabellón realista.
Pero lo real y cierto es que no fueron esos tiempos nada tranquilos para, especialmente, la incipiente inmigración europea que atraída por los relatos sobre la existencia de llanuras inconmensurables en esta parte del mundo, se arriesgaba a tentar el establecimiento de chacras o campos de explotación ganadera y agrícola y que eran regularmente expoliados por bandas de indios, que una vez efectivizada la rapiña, huían llevando mujeres y niños secuestrados (se los llamaba “cautivos”) para intercambiarlos por dinero (en tiempos de Alsina en Buenos Aires llegó a reunirse un fondo de rescate con el que se logró rescatar a 12 cautivas a razón de $ 2.000.- cada una) o regalos y arreando cuanto animal de cuatro patas encontraran en los lugares asaltados, en los que quedaban los ranchos y corrales quemados y degollados aquellos que intentaron alguna defensa.
Se cuentan en varios cientos esos ataques contra rancheríos mas que pueblos o ciudades, que existían entre el Río Colorado y el sur de las provincias de Córdoba y Santa Fe de los que algunos, adquirieron significación destacada por el daño causado a bienes y personas.
Entre 1826 y 1829 hubo malones contra Toldos Viejos, Fuerte Federación (Junín) y Dolores, de tribus mapuches dirigidas por Pincheira, que terminaron cuando este fue traicionado por Zúñiga y entregado a las tropas del ahora general chileno Bulnes que en reciprocidad designó a Zúñiga comandante del ejército trasandino, cargo que usufructuó por poco tiempo ya que terminó siendo asesinado junto con su familia por obra de indios enemigos.
Hasta 1845 se registran 7 malones en el sur de Santa Fe y hasta 1868 se contabilizan 230 ataques indios en el sur de Córdoba, uno de los cuales deja más de 100 muertos en la incipiente Río IV; en 1855 un ataque a Azul deja mas de 300 vecinos muertos.
En 1859 es depredada Bahía Blanca y en 1872 hubo una verdadera invasión a la zona de la hoy 25 de Mayo sin que alguna fuerza nacional significativa pudiera oponerse, llevándose 70.000 vacunos, 17.000 caballares y mas de 350 cautivos; la magnitud del hecho llegó a conocimiento del Gral. Rivas, asentado en Azul quien reúne 1.600 hombres (soldados, gauchos y vecinos) con los que alcanza a la indiada en San Carlos (hoy la actual Bolívar) y ataca a mas de 6.000 indios a los que derrota le produce mas de 300 muertos y le permite la recuperación de lo robado, tanto personas como animales.
La derrota sin embargo no amilanó a los indios los que malonearon posteriormente sobre Chacabuco y Chivilcoy para terminar asaltando en el norte de la provincia a la próspera Pergamino, lo que evidencia que la política de dominación territorial de los mapuches iba mucho mas allá de las cercanías de la provincia de Neuquén por donde habían entrado inicialmente en su camino desde Chile.
Hay que tener en cuenta que si bien los indios no contaban con gran armamento pues solo y muy pocos de ellos llegaron a usar armas de fuego, no por eso dejaron de ser enemigos de cuidado para las tropas nacionales como lo demuestran los episodios de Azul donde en 1855 el Comando de Operaciones del Sur, bajo el mando del Cnel. Emilio Mitre fue atacado por la tribu de Catriel y luego en Sierra Chica por refuerzos de Calfucurà, obligándolo a dejar todo su parque de artillería y su caballería y hacer una retirada a pie para evitar ser eliminado.
Poco después una partida de 180 soldados al mando del cnel. Nicanor Otamendi fue rodeado por muchos mas indígenas y terminaron siendo exterminados, menos uno de ellos quien se hizo el muerto y pudo luego contar el desastre.
En 1875 se produce el llamado “malón grande” dirigido por Namuncurá, que como hijo había sucedido a su extinto padre Calfucurà en el comando de las hordas mapuches, asolando la zona de Azul a Tandil, las que son obligadas s retirarse por los Generales Winter y Villegas, con recuperación asimismo, de personas y ganado.
Por fin, en 1876 se produce un furioso ataque indio a Tres Arroyos con ocupación de la ciudad y gran cantidad de muertos y heridos. Algunas vecinas relataron después que pudieron ver, observando por las mirillas de las ventanas como los indios recorrían las calles a todo galope con cabezas de hombres y niños en las picas de sus lanzas.
Pero va a ser la verificación de patrullas indias en las inmediaciones de la progresista Rosario de Santa Fe en plena transformación como puerto de importancia y de punto neurálgico de la extensión de ferrocarriles hacia el centro-norte. lo que va a provocar la reacción inmediata del gobierno de la nación, cuyo Presidente Nicolás Avellaneda, ya contaba con la disposición y autorización legislativa pertinente para dar solución terminante a la llamada “cuestión indígena”.-
• La Campaña del Desierto
En gran parte de la intelectualidad y de los políticos argentinos de la época, era un verdadero problema la existencia de una extensión importante del territorio nacional sin posibilidad material de ejercer una verdadera y productiva posesión, es decir, realmente no se ejercía soberanía en esos espacios.
Varios científicos, entre ellos el famoso Charles Darwin y expedicionarios de origen inglés (Fitz Roy, Cox, etc.) habían recorrido la Patagonia sur y observado la inmensidad y potencial de esas tierras, llegando incluso a alternar con jefes de tribus indias para interiorizarse de la realidad poblacional de las mismas, produciendo después varios informes para conocimiento de su gobierno.- No era pues, descartable pensar que esos viajes no tenían exclusivamente un interés de conocer tierras ignotas, sino y especialmente luego de producido el despojo de las Malvinas (1833), analizar la posibilidad, por los habituales procedimientos del piratería de hacer pie en la zona continental del Atlántico sur.
Tampoco había que echar en saco roto las pretensiones chilenas sobre Cuyo y parte de la Patagonia, sobre las que a mediados del siglo XIX ya se habían expedido públicamente varios dirigentes de ese país y respecto de las cuales podrían servir de apoyo y/o auxilio las tropelías de los mapuches y su evidente intención de extensión del dominio territorial sobre suelo argentino; hubo una sola de esas tribus, la del cacique Sahiueque, que llegó a exhibir como propia la bandera argentina.
Si a ello le agregamos que para el último cuarto de ese siglo, el país había iniciado ya un proceso serio de organización nacional, prácticamente terminado el problema de la anarquía interna y finalizada la guerra con el Paraguay que desde 1871 absorbía todo el esfuerzo de equipamiento militar y de reclutamiento de tropas, se daban las condiciones para afrontar definitivamente la “cuestión india” con la finalidad de hacer efectiva la declaración constitucional de “…constituir la unidad nacional…consolidar la paz interior… y asegurar los beneficios de la libertad parta nosotros, para nuestra posterioridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino…”
A ese efecto el Congreso de la Nación había dictado en 1867 la Ley Nº 275 que disponía que se debían hacer esfuerzos para que, mediante pactos y acuerdos , se garantizaran relaciones pacificas con los indígenas y lograr su conversión al cristianismo; con ese sentido estaba ya en ejecución el famoso plan del gobernador Alsina consistentes en realizar una zanja de tres metros de ancho desde Dolores hasta el límite este de la provincia de Buenos Aires con el fin de desalentar la realización de malones, al obligar a los indios a efectuar esfuerzos para traspasar el producto de sus robos de ganado y dar tiempo a las tropas para lograr la interrupción del arreo.
Pero por cierto, aún cuando ya se habían efectuado mas de 300 Km. de esa zanja los malones continuaban, igual que las quejas de los habitantes del campo y de los medios periodísticos que reclamaban medidas mas efectivas.
Estos tres salvajes sonrientes son Tehuelches, los hijos de un cacique o jefe patagón. Su región se llama así porque su nombre de “pies grandes” de sus aborígenes; el desarrollo de sus pies no es importante ya que raramente montan en la parte posterior de un caballo. Se cuentan entre los jinetes más expertos del continente, audaces y diestros en el uso del lazo y de las boleadoras.
(VER NOTA ***)
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Por su parte el ejército, por intermedio de su jefe el entonces Ministro de Guerra del Presidente Avellaneda, Gral. Julio A. Roca, sostenía que el único medio eficiente para terminar con el malonaje era una acción militar contundente que no solamente contuviera a los indios sino que empujara a estos hasta más allá del Río Negro.
La situación era angustiante, pues se hacia necesario adoptar medidas que permitieran ejercer en prácticamente el 50% del territorio nacional, los poderes y las políticas del Estado que hasta ese momento se tornaban imposibles por que la acción de los habitantes preexistentes bajo organización tribal, sin ninguna aplicación productiva, no solo le discutían la posesión del espacio, sino que mantenían una permanente actitud belicosa, absolutamente despreciativa de la vida de quienes querían afincarse para convivir con ellos y poder aplicar los mayores conocimientos que tenían en materia productiva del campo.
La situación tenía muchas similitudes con lo que estaba sucediendo en Chile, agravada por cuanto en este país se reconocía al “mapuche” como pueblo originario y con derechos ciertos a porciones de tierras lo que provocaba mayor belicosidad indígena lo que originó una gran represión con características de “guerra” por parte del ejército chileno, la que el historiador transandino Bengoa llega a calificar como “la mas importante que haya tenido Chile y por cierto, la mas sangrienta”.
Estos antecedentes son una recurrente en Chile de explosiones de levantamiento mapuches hasta nuestros días pero ratifican que esa etnia no fue original del territorio argentino, sino que este fue invadido por razones propias de la evolución de la población mapuche.
Las noticias difundidas por la prensa de los continuos malones que se llevaban a cabo y el relato de sus consecuencias, especialmente del secuestro de mujeres y niños, que luego negociaban su liberación onerosa, que se obtenía en algunos casos luego de largos cautiverios, a veces de años, llevaba a la opinión publica a requerir al gobierno medidas que llevasen a terminar con ese permanente accionar criminal indígena.
Fue tal la presión que el Presidente Nicolás Avellaneda elevó al Congreso en agosto de 1878 un proyecto de ley rápidamente sancionado bajo Nº 947 que disponía la ocupación de todo el territorio hasta las márgenes del Río Negro en las que se establecía la nueva frontera sur y se daban instrucciones al Ejército para que procediese a materializar esa finalidad, asignando a ese efecto una partida de $ 1.600.000.- que posteriormente se compensarían con el producido de la venta de tierras que fueren ganados en el operativo.
Frente a las críticas el propio presidente supo manifestar que “No se trata de suprimir al indio, sino al desierto que lo engendra. Las fronteras habrán desaparecido cuando dejemos de ser los dueños del suelo por herencia del rey de España y pasemos a serlo por la población que lo fecunda y el trabajo que lo apropia”
Esa decisión tuvo varias opiniones en contra, siendo la principal la de Sarmiento (Ver Nota 2) que sostenía que la operación militar llevaría un prologando período y requeriría una fuerte inversión en vidas y pertrechos; por su parte un diputado, Lozano señaló la contradicción que implicaba la posición adoptada con las disposiciones de la ley 275 de 1867 que preveía la realización de pactos y acuerdos con los indios que garantizaran la obtención de relaciones pacificas.
Ante estas críticas, el entonces Ministro de Guerra, Gral. Roca, manifiesta que la operación militar no significará “someter a sangre y fuego a los indios…sino que antes apelará a todos los medios pacíficos para someterlos “y que solo si se resisten y no aceptan las condiciones que fija el gobierno…serán tratados como enemigos hasta arrojarlos al otros lado del Río Negro o de reducirlos por las armas”.
El resultado del operativo militar, que duró apenas 6 meses, puede dar una idea de si fueron atinadas las oposiciones de Sarmiento y del Diputado Lozano o por el contrario, confirmó las previsiones del Gral. Roca.
Población indígena estimada en la zona de conflicto: 60.000 a 80.000 indígenas.
Indios combatientes (de lanza): muertos en combate: 1.313
Indios prisioneros: 1.271
Indios no combatientes hechos prisioneros (mujeres, ancianos y niños): 10.539
Indios reducidos y/o sometidos voluntariamente: 1049
Un somero análisis de las cifras precedentes, nos permite concluir:
a) Mal puede hablarse de un “genocidio” expresión empleada por los detractores de la campaña y de sus jefes, cuando el total de muertos alcanza solo al 0,45% de la población total mínima estimada:
b) El número de combatientes prisioneros, similar al de muertos, indica que la operación no fue realizada con la consigna de “no tomar prisioneros”, frase con la que ciertas fuerzas armadas cubren la impunidad de su actuación;
c) El gran número de “no combatientes prisioneros” da la pauta de que el objetivo era únicamente el indígena que se resistió con armas y no la llamada población civil;
d) El numero de muertos, prisioneros y sometidos (menos de 15.000) lleva a concluir que la gran mayoría de la población indígena logró escapar a la persecución militar (como lo va a ratificar la gran cantidad que pudo cruzar el Río Negro hacia distintos destinos) o evitar el sometimiento forzado afincándose en reducciones pacificas o ejerciendo una especie de mimetización o camaneolismo en inmediaciones de las poblaciones que comenzaban a crecer en el territorios de las provincias de Buenos Aires y La Pampa.
Por cierto que fueron muchos mas los habitantes “no indios” muertos por el malonaje ejercido prácticamente como costumbre depredatoria desde 1825 hasta 1878, es decir desde que los criollos comenzaron la aventura de la libertad e independencia constructiva con la finalidad de constituir un verdadero país integrante del esfuerzo colectivo de producir alimentos no solo para sus habitantes sino para el resto de las comunidades mundiales.
Y fueron numerosos los casos de personas secuestradas (los famosos cautivos) especialmente mujeres y niños que nunca volvieron al seno de sus familias, fuere por que murieron durante el cautiverio o por que no se dieron las condiciones para que los indios aceptaren el reintegro.
A lo largo de 80 años, fueron numerosos los casos de secuestros/cautivos que produjeron los indios con sus repetidos malones, principalmente de mujeres y niños, que luego usaban extorsivamente para obtener beneficios, de los que la bibliografía destaca como emblemáticos, los siguientes:
a) Caso Pedro Etchevarne: un vasco-francés afincado en las inmediaciones de Azul al que en agosto de l876 una partida india le secuestra a su mejer y 6 hijas, cinco de las cuales le van a ser reintegradas luego de mas de un año de cautiverio, menos la menor (Marianita) de 7 años, de la que nunca supo mas nada no obstante haber pagado el rescate convenido
Se conoce el texto de una carta enviada por el cacique Bernardo Namuncurá durante las tratativas en la que pide a Etchevarne $ 30.000.- por una de sus hijas a la que dice haber salvado de ser degollada en la toldería y le agrega: “…si esta suma no me es entregada no seré quien mas sufra”.
b) Caso Eugenio del Busto: tomado a los 8 años, logró escaparse de la toldería a los 17 aprovechando la proximidad de tropa del Gral. Rauch.
c) Caso hermanas Gallego Gayoso: 5 fueron secuestradas en cercanías de Casilda en Santa Fe y entregadas en casas de Santiago de Chile como sirvientas gratuitas; tres logran escaparse y llegan a Mendoza atravesando la cordillera; de las otras dos nunca se supo su destino.
d) Instalado en Azul un inmigrante italiano pone una chacra con su mujer y cinco hijos las que son raptadas y sujetas a rescate dinerario el que puede cumplir después de un año y con intervención del consulado de Italia en Buenos Aires, el que promueve una colecta pública en ese país; pero uno de sus hijos murió durante el cautiverio.
e) Caso Marcos Chavarri, pudo ser liberado luego de 25 años de cautiverio.
f) Caso Guimmard; un francés hecho prisionero fue tomado como secretario por Calfucurà pudiendo escaparse a los tres años de cautiverio.
g) También se relatan los casos de Dolores Cabral, Natalia y Cristina Lazos, Domiciana San Martín y Caledonia Pérez sirvienta de un hacendado con sus siete hijos de los que nunca se tuvo más noticias.
Estos son algunos de los numerosos casos de igual entidad producto del accionar del malonaje mapuche que es atinado relatar, pues después de terminada la campaña del desierto como intento de establecer familias indias sobrevivientes, con intervención de la famosa Sociedad Argentina de Beneficencia se repartieron en numerosas casas de Buenos Aires, para servir como personal doméstico o cocineras, sistema que va a servir para los críticos de la campaña para asimilar el trato dado en uno y otro caso, no obstante las diferencia de origen y de finalidad perseguida.
Debe quedar claro asimismo, que la resistencia indígena a adaptarse a las nuevas condiciones que le proponía la apertura del desarrollo que significaba el progresivo establecimiento de unidades productivas (fueren pueblos, estancias, etc.) que acompañaban el ingreso de personas del mas diverso origen (españoles, italianos, franceses, ingleses, etc.) que no pretendían eliminarlos sino contribuir con el trabajo organizado a la transformación de tierras que merecían el titulo de “desierto” en una campiña donde los cereales y todo tipo de granos junto con la proliferación de ganado, fuere el paisaje distintivo del resultado de esa tarea humana.
Así fue el llamado “país de las manzanas” en el Neuquén, hermoso nombre que no se debió a la acción de los mapuches, sino al esfuerzo de unos curas que con animo evangelizador pero también productivo, trajeron a esa zona los primeros ejemplares de ese árbol y que por las condiciones especiales de sus suelos provocó una rápida reproducción y que fue el origen de nuestra famosa “deliciosa” que se degusta en todo el mundo.
Así también, aunque posteriormente, lo demostró el plan de desarrollo è irrigación del valle del Río Negro, donde hoy florecen ciudades como Gral. Roca, Cipolletti, Villa Regina etc. y la colonización de la zona que va a dar lugar a la ciudad de Bariloche.
No es costoso dar rienda suelta a la imaginación para pensar como hubiera sido la vida en esa zona de nuestro territorio, si no se hubiere afrontado la decisión y consecuencias de la llamada campaña del desierto por que las condiciones de un real progreso hubieran sido por lo menos demoradas hasta limites solo sujeto a la rutina que impone una mentalidad naturalmente retardataria.
Para confirmar lo expuesto, valga reproducir el contenido de una conversación mantenida por Mansilla con el cacique Mariano Rosas, en ocasión en que este le reprochara que pese a las manifestaciones oficiales en el sentido de que no se ocuparía mas territorio indígena en una determinada zona, Rosas le hace notar que por una publicación periodística se ha enterado de los planes para establecer el llamado “ferrocarril interoceánico”; es decir, para el cacique mencionado, la finalidad de su existencia prácticamente salvaje, o por lo menos no civilizada, lo lleva a manifestarse contradictor de una demostración de progreso como lo era el ferrocarril.
IDILIO DE LA PAMPA: AMORES DE GAUCHOS: COMPARTIENDO EL MATE CON SU COMPAÑERO
La mujer tiene las características propias de su origen indio. Esta costumbre sin ceremonial es característica de los “gauchos”. El mate, o el té de hierba, que es la bebida nacional, se hace vertiendo agua caliente sobre las hojas colocadas en recipiente de calabaza ahuecada; la infusión se toma a través de un tubo del metal que tiene un tamiz en el extremo inferior. El hecho de compartir el mate es un símbolo de la amistad.
(VER NOTA ***)
• El final del problema
Las diversas columnas militares que atravesaron los territorios de las hoy provincias de Buenos Aires, San Luis y La Pampa que conformaron la llamada “Campaña del Desierto” terminaron su cometido el 25 de mayo de 1879 con un acto del ejercito vencedor en la margen norte del Río Negro y determinó el florecimiento de toda la “pampa húmeda” en la que de la noche a la mañana comenzaron a fundarse pueblos, establecerse colonias agrícolas, aumentarse los stocks ganaderos y con la adjudicación irregular de grandes extensiones de tierras, a levantarse las llamadas “estancias” dotadas de verdaderos palacios (los “cascos”) como viviendas de sus dueños y famélicos ranchos para la peonada trabajadora.
Por la llegada de las tropas a ese límite fue dable observar que el Río Negro se constituía en una nueva frontera natural del país en el sur, tal como fue antes el Río Colorado, pues en tierras de la otra margen comenzaron a establecerse con ánimo dominador huestes indígenas que no habían sido atacadas, siguiendo los lineamientos dados por el Gobierno Nacional de empujar a los indios hasta entrar en el Neuquén.
Aquellas, las indias, se incrementaron extraordinariamente por integrantes de tribus que perseguidas consiguieron cruzar el Río Negro y buscar reparo en el conocido como “país de las manzanas”, donde gobernaba en forma indiscutible un cacique reconocido por su lealtad al país, por la pacifica labor que desarrollaba entre sus subordinados y por no habérsele imputado participación en el contrabando de semovientes. Por todo ello, fue favorecido inicialmente con el nombramiento de Gobernador del Neuquén: se trataba del cacique huylliche Sayhueque.
Pero la paz lograda no duró mucho pues algunos caciques y capitanejos de las tribus llegadas a la zona, comenzaron a recurrir nuevamente a la violencia, incluso a hacer tropelías cruzando en inversa el Río Negro, presumiblemente con la intención de renovar el comercio del contrabando ganadero.
La situación llevó al Gral. Uriburu que había acampado a la altura del paraje conocido hoy como “Confluencia”, sin autorización gubernamental, a cruzar el Río Negro y atacar a los nuevos díscolos que, naturalmente, fueron defendidos por el gran Saihueque lo que provocó incluir a este también como objetivo militar, comenzando una persecución hacia el sur, lucha que terminó con la rendición de los jefes indios Inacayal y Foyel y la entrega del mismo Saihueque con muchos miles de seguidores sometiéndose a las órdenes de los jefes del ejército, quienes determinaron ubicar a este y su gente dentro de la Provincia de Chubut.
Esto fue en febrero de l885 lo que le permitió al entonces gobernador de la Patagonia, Gral. Vintter comunicar a Buenos Aires desde su cuartel en Viedma que: “…ha desaparecido en todo el sud de la República toda limitación fronteriza contra el salvaje…y que no queda hoy en los campos tribu alguna que no se halle reducida voluntaria o forzosamente …”
Así terminó en la Argentina su película de indios, en forma similar al final que tuvo la población preexistente en el otro extremo de América, ellos con su Gerónimo nosotros con nuestro Saihueque. Ellos, obligándoles a vivir en reducciones o colonias, en tierras no de las mejores y lejos de su habitual medio de obtención de carne: las manadas salvajes de búfalos. Nosotros en uno y mil ensayos para dotar a los sobrevivientes de medios mínimos de vida, pero sin dedicarnos suficientemente a dar una solución definitiva que les permitiera vivir en forma adecuada y a nosotros no sentirnos injustos en el trabamiento de problemas humanos.
• A modo de colofón
El relato precedente, si bien sintetizado, de un período histórico de casi 100 años, es la versión objetiva contenida en la bibliografía que le sirvió de base y no hay hecho o circunstancia incluida en el mismo que no se encuentre contenido en por lo menos dos de los libros consultados.
Y puede estimarse oportuno su tratamiento, pues actualmente se desarrolla en el país una campaña contra la llamada “Campaña del Desierto” y del jefe en quien el gobierno de la época responsabilizó de su ejecución, haciendo aparecer a aquella como un acto destinado a perseguir y eliminar indígenas inocentes que vivían en tierras propias (nada menos que 1.000.000 de Km.) y al citado jefe como un militar desalmado que condujo una matanza generalizada de familias indígenas.
Naturalmente que ese enjuiciamiento se hace sin rigor histórico alguno, como un ejercicio que desprecia el análisis de las circunstancias y de las personas de la época y simplemente sometido a la relación subjetiva del critico de turno con la actualidad política nacional, llegando al extremo de que por haber actuado un militar por el Estado Nacional, el resultado necesario debe ser un “genocidio” y eximiendo de toda responsabilidad a quienes cometieron toda clase de tropelías contra hombres, mujeres y niños totalmente inocentes a quienes sometieron a verdaderos escarnios morales y sin duda fueron objeto de una y mil acciones de violencia física
Pareciera que la pretensión de extender el dominio territorial por parte del jefe Mapuche Calfucurà y su gente hasta una distancia de mas de 1.000 Km. del lugar de entrada original al país (frontera cordillerana de Neuquén) y su actividad expropiatoria del producto del trabajo de otros (especialmente ganado) para comercializarlo ilegalmente en Chile, debieran ser tomados no como actos depredatorios, criminales, sino como un razonable ejercicio de quien pretende vivir del esfuerzo ajeno por el simple empleo de la fuerza y que esa actitud debiera ser justificada por ser ejecutada por gente cobriza contra otra de piel mas clara.
Lo real y cierto es que un análisis objetivo de la cuestión, hecho con la intención de esclarecer ciertos acontecimientos y actitudes tomadas en circunstancias especiales, en un ámbito territorial determinado y cuyos actores se correspondían con las formas de vida y necesidades propias de la época, permite llegar a las siguientes conclusiones elementales:
a) No fue un acto militar sin fundamento, obra del desatino de un general desaforado, sino que obedeció a disposiciones legislativas (leyes 275 y 947) y dictadas después de que una amplia porción del territorio fuere impedido de ser objeto de la aplicación de políticas del Estado Nacional por mas de 60 años.-
b) Su conductor, Gral. Julio A. Roca, obró cumpliendo ordenes del Poder Ejecutivo Nacional, el que contaba con la autorización del Poder Legislativo para proceder como se hizo. Y una vez terminada y venido el problema de ubicación de la población indígena que subsistió, su preocupación lo llevó a enviar a un subordinado, el Tte. Malarín, a EEUU a fin de estudiar las soluciones dadas por ese país al mismo problema
c) Es un exceso hablar de “Genocidio” por obra de la Campaña del Desierto, ya que ni por su finalidad ni por sus efectos, resultó la eliminación de grupo social humano alguno y únicamente significó la muerte de aproximadamente un 2% del total de la población indígena existente en la zona. Pueden discutirse los métodos empleados para la reubicación de los sobrevivientes de esa población, pero su mayoría encontró continuidad en colonias, barrios o poblaciones adyacentes a ciudades preexistentes o que se fueron creando posteriormente.
d)La llamada comunidad “mapuche” no es uno de los llamados “pueblos originarios” de la República Argentina sino proveniente de la zona sur de Chile de la que por imperio de guerras intestinas adoptó la decisión de trasladarse masivamente buscando refugio (invadiendo) de subsistencia en territorio de nuestro país. Actualmente evidencia ser una de las comunidades indígenas mejor organizadas y prósperas del país.e) Esa traslación provocó la desaparición física en gran proporción de tribus que ya existían en el, país como así también de la aculturación de las mismas, hasta con pérdida de su original idioma.
f) Para evitar conflictos de jerarquías, esa tribu chilena, procedió a la práctica eliminación de comunidades indígenas de similar origen (los voroganos) y que previamente se habían instalado en la zona conocida como Masalle o Salinas Grandes desde la cual establecieron su base de operaciones.
g) Configurada y concretada esa dominación, la Jefatura “mapuche” con Calfucurà a la cabeza procedió a transformar todo el territorio hasta el sur de las provincias de Córdoba y Santa Fe, en una fuente de provisión ilegal de ganado vacuno, caballar y ovino que utilizó como material de proficuo contrabando hacia el vecino Chile en complicidad con personas y/o grupos de comerciantes que aprovechaban de los semovientes mal habidos.
h) Ese proceder por la fuerza también afectó a personas originarias o establecidas en la República Argentina las que debieron sufrir las consecuencias de continuos y cruentos malones
i) Esa dirección indígena aprovechó de la situación conflictiva continua por la que atravesó la Argentina entre los años 1825 y 1875 por efecto de las luchas internas, la anarquía consiguiente, el proceso de reorganización a partir de Caseros y la guerra del Paraguay, que le impidió al país la ejecución de un plan efectivo de defensa.
j) El resultado de la Campaña del Desierto permite verificar que las fuerzas nacionales no recurrieron a matanzas indiscriminadas ni fusilamiento de prisioneros.
Vale agregar que a partir de la sanción de la Constitución Nacional los indígenas cualquiera fuera su origen, dejaron de ser, jurídicamente, tales o personas de caracterización legal disminuida, pues como todas las que habitan el suelo del país, son iguales ante la ley y gozan de todos los derechos y garantías que sanciona su texto.
Demostración de esa afirmación es la situación actual de los integrantes de la llamada comunidad mapuche, que concurren a los institutos de enseñanza públicos, varios de ellos ostentan títulos profesionales y varios son empresarios de cierta significación, como la explotación de centros deportivos de invierno en el sud del país.
Todo ello no implica que no debamos admitir los defectos que ha tenido la clase dirigente argentina en la atención de la situación de las comunidades indígenas, especialmente de las afincada en el norte y noroeste del país, tales las comunidades “quechuas”, “guaicurúes”, “wichis”, “charrúas”, “guaraníes” “mocovíes”, “ “pilagas” y “tobas” que han generado mucha menos preocupación por su situación social, habitacional, de salubridad que la otorgada a las que habitaban y habitan el sur de la República.
A ellas debe ser dirigida principalmente el esfuerzo de contribución a la elevación de la calidad de vida, comenzando por una fuerte acción en la construcción de viviendas que permita la erradicación del llamado mal de Chagas y de sus funestas consecuencias.
A los “mapuches” debe pedírseles un acto de contrición, no de reparación, pero si de comprensión por la política dirigida por sus antepasados en el país contra personas, a las que a muchas sometieron al oprobio del secuestro por la fuerza cuando no a la muerte violenta y la depredación de bienes especialmente los provenientes de explotaciones agrícolas.-ganaderas, los que utilizaron para el aprovechamiento de intereses ajenos a la Nación Argentina.
En cuanto a la consideración actual que merece la “Campaña del Desierto” y sus actores, es evidente que debe continuarse con el análisis histórico-sociológico de la misma tendiente a determinar la razonabilidad de sus causas, si hubo medios alternativos con los que se hubiera podido conseguir iguales fines que los perseguidos y fundamentalmente si era admisible mantener el “estatus quo” persistente. Dentro de esos estudios también puede extremarse el análisis para concluir responsabilidades, si las hubiera, tanto en la decisión de llevar a cabo la campaña como la forma de ejecución, distinguiendo las distintas actuaciones personales que le cupieron a políticos y militares, especialmente, definir si el barbudo blanquecino general tucumano amante de Lola Mora es merecedor del oprobioso acto de eliminación de su ecuestre estatua a que quiere sometérselo y si la decisión fuere por el si, propiciar que Italia elimine el famoso Coliseo en mérito a la gran cantidad de cristianos que fueron sacrificados en sus arenas.
Rubén Cueva
(NOTA***) Estas imágenes son documentos históricos de un valor excepcional por cuanto tienen su origen en una fuente científica imparcial. Fotografías tomadas a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Publicadas en “EL MUSEO SECRETO DE LA HUMANIDAD - de IAN MACKY - Tomados los textos de su versión en español, podrá ser la versión original en inglés, The Secret Museum of Mankind
o entrando por: http://ian.macky.net/secretmuseum/thumbs.html
The Secret Museum of Mankind • Thumbnail Galleryhttp://ian.macky.net/secretmuseum/thumbs.html-
The Secret Museum of Mankind
(NOTA 1)
"...La llegada de los realistas implicó un conjunto de cambios revolucionarios en la cultura de los pueblos originarios y los tehuelches no fueron ajenos a esto; se desataron entre ellos pestes (sarampión, viruela, gripe) que les diezmaron, particularmente a los septentrionales gennakenk. (Tehuelches del norte)
Esta catástrofe demográfica ocurrida durante los siglos XVII y XVIII facilitó la invasión de sus territorios por parte de los mapuches (araucanos). De este modo los gennakenk tuvieron dos opciones: integrarse con los invasores y los supervivientes de los het, configurando la etnia puelche, o retroceder hacia el sur para fusionarse con los aonikenk (Tehuelches del sur) a la par que combatían contra los mapuches. Hacia 1865 libraban encarnizados combates contra aquéllos a orillas del río Senguer o Gengel, siendo aún recordada por los mapuches (araucanos) la terrible batalla de Languiñeo (este topónimo mapuche significa Allí muchos muertos)...”MARIO LÓPEZ - Estudioso chileno
(NOTA 2)
Sobre la posición de Domingo Faustino Sarmiento es bueno transcribir su posición con respecto al exterminio de los indios, expresada en la Revista “Educación Popular” de 1849 -reeditado en 1915 por Librería La Facultad, en la que se lamenta “que no hayamos los argentinos seguido el ejemplo de exterminio del indio como lo hicieron los norteamericanos que no dejaron un legado bastardo que le hace preguntar ¿Qué porvenir aguarda a Méjico, al Perú, Bolivia y otros. Estados sudamericanos que tienen aun vivas en sus entrañas como no digerido alimento, las razas salvajes o bárbaras indígenas que absorbió la colonización....” (Pág.26)
Casimiro: El Último Cacique Tehuelche argentino
Por Antonio Sánchez - 28 de Febrero de 2008
En 1840 falleció “María la Grande”, reina de todos los tehuelches; durante tres días ardieron fogatas en toda la Patagonia para honrarla. Tendría unos 53 años de edad. La reemplazó el joven Casimiro Biguá, de apenas 21.
Casimiro, hijo de Joujuna, se había criado desde 1829 en Patagones, en la Estancia del Estado en la desembocadura del río Negro, al cuidado de su administrador y “padrino”, Francisco Fourmantin, apodado Bibois, quien llegaría a ser comandante del Fuerte del Carmen y había participado de la defensa de la soberanía en el combate del Cerro de la Caballada (7 de marzo de 1827). A él debía su apodo dado que sus connacionales no pronunciaban muy bien el francés.
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El cacique tenía un inmenso territorio que cuidar, desde Punta Arenas hasta Patagones, únicos dos puntos poblados entonces y libres aún de las disputas territoriales que signarían la historia de la región a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
Recurrió a todos los argumentos que su astucia le permitió para mantener la integridad del territorio y a su pueblo unido, así transó con un irlandés el cuidado del estrecho de Magallanes que se abocó a cobrar una tasa a las embarcaciones guaneras que operaban por allí, según la crónica de Skogman, marino sueco que pasó por el lugar en 1845, y fue testigo del “negocio”.
No dudó en pactar con los gobiernos de Chile y Argentina, recibiendo rango y raciones de ambos para ejercer la soberanía del pueblo tehuelche en todo el territorio heredado.
Durante el motín de Miguel Cambiazo que destruyó a Punta Arenas en 1851 Biguá habría participado en el saqueo de las ruinas de la ciudad. Al año siguiente fue acusado de haber instigado el asesinato del gobernador magallánico Bernardo E. Philippi.
Desde las costas del estrecho, en inmediaciones de la Bahía San Gregorio, Biguá se relacionaba con las tripulaciones de los buques de paso, tal como ocurrió con la fragata inglesa “Vixen”, cuyo capitán lo invitó a bordo como un auténtico “dueño de la tierra”, la que recorrió incansablemente en su condición de “Cacique”.
Hijos de Casimiro convivían con los misioneros Teófilo Schmidt y Federico Hunziker, que se habían establecido en Santa Cruz, en el lugar desde entonces conocido como “Misioneros”: Galbez, el mayor, más conocido como Sam Slick, y otro llamado Gabriel. Hacia fines de 1861 Casimiro se encontraba nuevamente en Punta Arenas negociando la cosecha de pieles y plumas.
El capitán Luis Piedra Buena se estableció en la isla Pavón en 1862. Se hizo muy amigo del cacique, y en adelante tendría una escala intermedia para sus travesías de un extremo al otro de la Patagonia.
Tanto intimó Piedra Buena con él que ideó la creación de una colonia de tehuelches amigos sobre el estrecho de Magallanes, para detener el avance chileno sobre esa zona. Invitó a Casimiro a Buenos Aires en 1864 para plantear el proyecto ante el gobierno nacional. Allí, el cacique resultó el primer tehuelche en posar para una fotografía, que es la que encabeza este artículo.
Mientras los primeros galeses desembarcaban en las costas del Chubut, Casimiro Biguá se presentaba con toda su gente en Punta Arenas como Cacique de la Patagonia nombrado por el gobierno argentino, con rango de teniente coronel, ante el estupor de los chilenos que lo tenían por capitán del su ejército.
La tribu de Casimiro estaba en la isla Pavón al arribo de George Musters, quien relató una asamblea donde se reunieron tehuelches del norte, sur y este. Biguá, que ya tenía credenciales otorgadas por el presidente Mitre, izó la bandera argentina, en un claro acto de reafirmación de la soberanía.
En abril de 1870 la caravana tehuelche con la que Musters viajaba arribó al país de Las Manzanas, reino de Sayhueque, donde se realizaron intercambios comerciales; también otro parlamento para tratar el malón planeado por Calfucurá, ambos de origen mapuche. Casimiro aconsejó no intervenir para no perder las raciones, caballos y vacas que les daba el gobierno nacional periódicamente y reafirmando su condición de tehuelche y argentino.
A su arribo a Patagones se alojó en el hotel y alquiló durante dos días la banda de la guarnición para que tocara música mientras él almorzaba, mostrando su poderío de Cacique de estas tierras.
En 1876 recibió un sello de plomo con su nombre y la leyenda “Cacique nombrado por el Gobierno Argentino”.
Casimiro Biguá, cacique tehuelche, dueño de la tierra, ejerció la soberanía de su pueblo en el territorio ancestral de la Patagonia, con lealtad a la tierra misma y a su propia gente.
Su presencia se pierde durante el período signado por la expansión territorial de las repúblicas liberales, tanto en la Argentina –gobiernos de Bartolomé Mitre (1862-1868), Domingo F. Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880)- como en Chile –gobiernos de José J. Pérez (1861-1871), Federico Errázuris Z (1871-1876), Aníbal Pinto Garmendia (1876-1881), Domingo Santa María G (1881-1886) y José M. Balmaceda F (1886-1891)-. Períodos signados, a ambos lados de la cordillera, por la lucha contra los indios y la expansión al norte y al sur de los territorios, Guerra contra el Paraguay 1865/1870, Campaña de Alsina 1875/1877 y Campaña de Roca 1878/1884, en la Argentina. Y la Guerra del Pacífico 1879/1881 con la anexión de Tarapacá (Perú) y Antofagasta (Bolivia) y la anexión de la Araucanía 1857/1884 (fundación de Temuco).
Abandonó la Patagonia todavía libre y con las “fronteras” que heredó de “María la Grande”; no se sabe dónde ni exactamente cuándo murió, pero lo hizo seguramente a su manera, sin padecer la prisión como Sayhueque, ni ser condenado a vivir con sus familias en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata como Inacayal y Foyel.
José de San Martín, en la Provincia de Chubut, es una pequeña y tranquila localidad muy cercana a Gobernador Costa con atractivos de gran valor histórico y cultural relacionados a los pueblos tehuelches. Una muestra de ello es el Monumento al Cacique de los Tehuelches, Casimiro Biguá -que representa el hecho histórico de afirmación Tehuelche de la soberanía Argentina- que determinó que esta localidad fuera declarada por el Gobierno Nacional “Lugar Histórico Nacional” en 1998.
Además, quien visite la zona podrá admirar pinturas rupestres y cheques que existen en campos pertenecientes a esta jurisdicción. Uno sitio de atracción que posee esta localidad es el mirador “La Cruz”, desde donde se puede obtener una vista panorámica del pintoresco pueblo y del hermosísimo Valle de Genoa, donde ve el lugar donde se realizó la jura de la bandera argentina por el pueblo tehuelche, aproximadamente a un kilómetro del pueblo.
El texto es de Antonio Sánchez,
PUBLICADO EN EL Nº 423 DE AGENDA DE REFLEXIÓNhttp://www.agendadereflexion.com.ar/2008/02/28/423-casimiro/
“... En otro orden de ideas, también se verifica el fenómeno. Hay razas y naciones creadoras, razas y naciones destructoras. Y, sin embargo, en irresistible “corso e ricorso” de los tiempos de la humanidad, el mundo marcha; y una inquietud febril mece incesantemente a los mortales de perspectivas en perspectivas, sin que el ideal jamás muera...”
“ ... Es el caso que mi estrella militar me ha deparado el mando de las fronteras de Córdoba, que eran las más asoladas por los “ranqueles”.Ya sabes que los ranqueles son esas tribus de indios araucanos, que habiendo emigrado en distintas épocas de la falda occidental de la cordillera de los andes (Chile) a la oriental (Argentina) y pasados por los ríos Negro y Colorado, han venido a establecerse entre río Quinto y ele río Colorado, al naciente del Río Chalileo...”......................................“...El abrazo fue saludado con gritos y vítores al coronel Mansilla:
Yo contesté: - Viva el cacique Ramón! ¡Viva el presidente de la República! ¡Vivan los indios argentinos!...”Y el círculo de jinetes y de lanzas se quebró en todas partes, desparramándose los indios al son de las dianas que no cesaban, haciendo molinetes con las lanzas, dándose de pechadas los unos a los otros, cayendo aquí, levantándose allá, ostentando loas más diestros su habilidad, rayando los corceles hasta que jadeantes de fatiga les corría el sudor como espuma.
Los gritos de regocijo se perdían por los aires...”
Párrafo extraído de la obra: “Una excursión a los indios ranqueles”, de Lucio V. Mansilla.
Los tehuelches contra los ingleses: La participación indígena durante las invasiones inglesas
Por Martín A. Cagliani
Lo que muy pocos saben es el papel que jugaron los indígenas en las Invasiones Inglesas. Cuando hablo de los indígenas, no me refiero a los que integraban los "cuerpos voluntarios" que se constituyeron para resistir al invasor, estos vivían y trabajaban en Buenos Aires. Los cuerpos Voluntarios contaron al menos con dos agrupaciones principales: Indios, Morenos y Pardos (que contaban con 426 hombres en 1806) y cuerpo de Indios, Morenos y Pardos de Infantería (con un total de 352 hombres). Pero de ellos no se trata este artículo. Si, de los indígenas libres de la provincia de Buenos Aires, cuyos caciques concurrieron al cabildo de Buenos Aires a ofrecerse en la lucha contra el invasor. Estos indígenas eran los tehuelches, que habitaban en la Pampa y Patagonia, y luchaban constantemente con los araucanos provenientes de Chile.
Cinco días después de la rendición de los ingleses, el 17 de agosto de 1806, mientras los miembros del cabildo tratan sobre los problemas del momento, "... se apersono en la sala -dice el acta correspondiente- el indio Pampa Felipe con don Manuel Martín de la Calleja y expuso aquel por intérprete, que venía a nombre de dieciséis caciques de los pampas y cheguelches a hacer presente que estaban prontos a franquear gente, caballos y cuantos auxilios dependiesen de su arbitrio, para que este I. C. echase mano de ellos contra los colorados, cuyo nombre dio a los ingleses; que hacían aquella ingenua oferta en obsequio a los cristianos, y porque veían los apuros en que estarían; que también franquearían gente para conducir a los ingleses tierra adentro si se necesitaba: y que tendrían mucho gusto en que se los ocupase contra unos
hombres tan malos como los colorados....
Los cabildantes agradecen el ofrecimiento y piden a Felipe que comunique a los caciques que harían uso de la oferta "en caso necesario y la tendrían muy presente en todo tiempo". Y, además, se le dio al cacique Felipe tres barriles de aguardiente y un tercio de yerba.
Al mes los indígenas vuelven al Cabildo. Esta vez Felipe acompaña al cacique pampa Catemilla, ratifican la oferta anterior "y expuso que solo con el objeto de proteger a los cristianos contra los colorados (...), habían hecho las paces con los Ranqueles, con quienes están en dura guerra". La escuadra de Popham seguía en el río esperando refuerzos. Los cabildantes otra vez agradecen la ayuda ofrecida, les dicen que los llamaran en caso necesario y le entregan un regalo igual que a Felipe el mes anterior.
En otra sesión, 22 de diciembre, se presentan diez caciques. Los cabildantes le dicen a los indígenas que "La fidelidad, amor y patriotismo de las numerosas y esforzadas tropas que en cuerpos se hallan formadas, aseguran la defensa de esta hermosa capital y por lo mismo sólo os encomiendan hoy el celo y vigilancia de nuestras costas, para que los ingleses nuestros enemigos y vuestros a quienes llamáis colorados, no os opriman ni priven de vivir con la tranquilidad que disfrutáis y os profesan las mejores y más benignos de los Soberanos del Mundo."
El 29 de diciembre se presentan los caciques Epugner, Errepuento y Turuñanquu que ofrecen además de su colaboración la de los otros caciques: Negro, Chulí, Laguini, Paylaguan, Cateremilla, Marcius, Guaycolan, Peñascal, Lorenzo y Quintuy. Ofrecen hombres y ayuda. Los caciques estaban dispuestos a no ser menos unos que otros en cuanto a ofrecer ayuda. Dos meses antes de la segunda invasión inglesa, abril de 1807, se presenta el cacique Negro de Patagones a ofrecer su ayuda y la de otros jefes que lo acompañan.
A pesar de tantos ofrecimientos de ayuda indígenas y los agradecimientos de españoles y criollos, la alianza no se concreta. Los gobernantes desconfiaban y despreciaban a los indígenas. Esa desconfianza fue la causa de que no se los convocara a la lucha contra los ingleses durante la segunda Invasión Inglesa.
Los refuerzos llegaron, y los ingleses volvieron a desembarcar, en junio de 1807, nuevamente en Quilmes. Esta vez son muchos, cerca de diez mil hombres al mando de John Whitelocke. Buenos Aires estaba preparado, con una fuerza de siete mil hombres comandados por Liniers, el héroe de la reconquista. La ciudad entera combatió, un soldado ingles dijo que cada chico, cada mujer, cada vieja y cada casa eran su enemigo.
Las calles de Buenos Aires fueron el campo de batalla, un infierno. Los "colorados" dejaron definitivamente sus ideas colonialistas con Buenos Aires.
¿Hacia falta que la ciudad se convirtiera en un infierno? ¿Que los campos fueran devastados por el enemigo? ¿Se habría rechazado a los ingleses antes con la ayuda indígena? No se sabe, y no se pudo saber por la desconfianza que tuvieron los cabildantes a los indígenas, y a la idea de tener miles de indios y sus caballos dando vueltas por la ciudad.
Martín A. Cagliani
Estudiante de las carreras Historia y Antropología Arqueológica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Las Palabras “Mapuche”- “Araucano” y “Tehuelche en los diccionarios
Enciclopedia Salvat - Diccionario -
Editado en Barcelona - 1972
------
Mapuche: Adj.- Natural de Arauco - Perteneciente a esta Provincia de Chile.
Masc. - Idioma de los araucanos
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Araucano: Adj. y sust.- Natural de Arauco o Auracania (Chile).
Adj.: Perteneciente o relativo a esta región.
Masc. Idioma de los araucanos llamado también mapuche.
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Tehuelche: Adj. y sust. - Dícese de un individuo de un pueblo amerindio cazador, que, con otros grupos integró la llamada "Cultura de las Pampas" en Argentina y Uruguay. Exterminados en gran parte por los conquistadores españoles y los araucanos quedan reducidos núcleos en Tierra del Fuego.
Martín A. Cagliani
Estudiante de las carreras Historia y Antropología Arqueológica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Las Palabras “Mapuche”- “Araucano” y “Tehuelche en los diccionarios
Enciclopedia Salvat - Diccionario -
Editado en Barcelona - 1972
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Mapuche: Adj.- Natural de Arauco - Perteneciente a esta Provincia de Chile.
Masc. - Idioma de los araucanos
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Araucano: Adj. y sust.- Natural de Arauco o Auracania (Chile).
Adj.: Perteneciente o relativo a esta región.
Masc. Idioma de los araucanos llamado también mapuche.
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Tehuelche: Adj. y sust. - Dícese de un individuo de un pueblo amerindio cazador, que, con otros grupos integró la llamada "Cultura de las Pampas" en Argentina y Uruguay. Exterminados en gran parte por los conquistadores españoles y los araucanos quedan reducidos núcleos en Tierra del Fuego.
Fuente: http://www.tierradegauchos.com/aborigenes/mapantiguo
MAPA DE LA ANTIGUA UBICACIÓN DE LOS ABORÍGENES EN ARGENTINA
1- Atacamas
2- Omaguacas
3- Diaguitas
4- Lule-Vilelas
5- Tonocotes
6- Sanavirones
7- Comechingones
8- Huarpes
9- Chiriguanos
10- Matacos
11- Guaicurues
12- Guaraníes
13- Charruas
14- Querandíes
15- Tehuelches (Patagonia argentina)
16- Selknam (Onas)
17- Pehuenches
18- Yamanas
¿DÓNDE ESTÁN LOS MAPUCHES?
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Mapa de la actual ubicación de los pueblos indígenas en Argentina
Lo referenciado en el mapa son asentamientos completos conocidos de aborígenes. En el resto del país, integrado al resto de la población, también hay pequeños asentamientos dispersos.
Los pueblos citados corresponden a los grandes grupos, a los que están integrados por las comunidades menores. Las regiones están citadas a modo de referencia, sin tener limites precisos.
En color marrón la ubicación de los descendientes de los invasores araucanos en la Patagonia Argentina
4 comentarios:
Respetado Señor:
El cacique Ranquel Carripilun ofreció su ayuda al cabildo durante las invasiones inglesas y luego a los gobiernos patrios durante la lucha de la independencia. Este jefe aborigen pertenecía a las tribus araucanizadas que usted "acusa" atendiendo no se a que criterio como de origen chileno. Le recuerdo que los empresitos utilizados para la compra de armamento y pertrechos para campaña del desierto venian de Inglaterra.
Lo invito a visitar Leuvucó para que contemple con sus ojos el milagro de la civilazación. Obviamente estoy siendo irónico porque en el lugar no existe avance alguno.
Hola, Me llamo muchisimo la atencion esta frase, !Estos tres salvajes sonrientes son Tehuelches!
La verdad que es preferible no publicar estas atrosidades de mundos viejos, debes ser un viejo, por dentro. Es triste.
Porque aun se lo pone a Julio roca ,mitre y sarmiento como héroes nacionales ? cuando la realidad fue que fueron asesinos rompieron y destruyeron muchas cosas que hoy serian patrimonio cultural de humanidad, el plan d conquista del desierto, fue que sarmiento quería una nación blanca orientada a la europea con idas traídas por el libralismo-unitario-rpublicano de estados unidos, su plan cosistia en educar a la europea para eso trajo una docente inglesa a pigue su plan al final no tubo el éxito que el y las porquerías de mitre y roca soñaron, hoy el asco y la rpulsiva del solo mensionarlos es sinónimo d asco, pablo sandes { tataranieto del coronel Ambrosio Sandes muerto en 1863}
la verdad que toda esta publicacion es un chiste, no se ni por donde empezar... por ej los rankulches, mas conocidos como ranqueles jamas fueron exterminados por los mapuches. fueron masacrados por el ejercito, pero igual estan vivos aun y subsisten en varias comunidades. no entiendo el fin de esta publicacion donde se evidencia la falta de conocimiento sobre los temas tocados
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