Horas antes del crucial tratamiento en la Cámara de Diputados del acuerdo con los fondos buitre, la ex presidenta hizo circular desde las redes sociales un corto propagandístico en el que varios artistas identificados con ella posaban con un cartelito que decía: "No volvamos al fondo".
No logró, sin embargo, tener gran influencia sobre los legisladores que, de todos modos, votaron mayoritariamente (165 a 86) a favor de la postura gubernamental.
Paralelamente, estallaron sendos escándalos sobre los dos megaempresarios más emblemáticos del kirchnerismo: Cristóbal López y Lázaro Báez.
Mientras los resultados de la media sanción en la Cámara baja y las conversaciones en comisión en el Senado daban cuenta de un nuevo país, más inclinado al diálogo fructífero interfuerzas, las primeras planas de los diarios y los noticieros parecían plantear un delay al devolvernos a las épocas recientes del kirchnerismo. Paradójico contraste, aunque bastante funcional para el nuevo gobierno, ya que ese tufo rancio del pasado reciente alienta a abrir todavía más las ventanas a los nuevos aires políticos.
¿Fue una casualidad que justo ahora el presidente Macri haya decidido prodigarse tanto en largas entrevistas con los medios de comunicación más importantes de la Argentina y hoy mismo se haga entrevistar por un pool de periodistas en la TV Pública?
Avanza la nueva mayoría construida en las urnas cuyo principal mandato es la búsqueda del consenso que supla el oneroso monólogo autoritario (la Fundación LED calculó que el kirchnerismo gastó, sólo en 2015, en propaganda y en todos sus múltiples dispositivos de comunicación la descomunal cifra de 25.708 millones de pesos).
Las nuevas revelaciones sobre Báez y López dejaron en un lugar incómodo a algunos comunicadores que hasta el 10 de diciembre pusieron el pecho para defender al gobierno anterior a ultranza, al tiempo que se mofaban o difamaban a sus colegas más críticos. Las lágrimas de Julia Mengolini, en Intratables, que trataba de defender lo indefendible con una franqueza brutal ("La corrupción no quita lo bueno del proyecto político") dejó expuesta la debilidad argumental de ese bando, anímicamente más bajoneado todavía por las malas noticias provenientes del eje Dilma/Lula, desde Brasil, donde también -¡oh, casualidad!- artistas de ese país grabaron un video en apoyo a la presidenta del país vecino para agitar el fantasma del golpe de Estado, argumento que los gobernantes populistas sacan a relucir como si debieran contar con una inmunidad absoluta por encima de los demás ciudadanos, que los releve de rendir cuentas, cuando así corresponde, ante la Justicia.
La grieta volvió a expresarse como nunca en estas horas porque, del otro lado, el desembarco de Jorge Lanata, que dejó por un rato su dorado "exilio" en Miami, fue con todo: no sólo se puso al mando de su abandonado programa radial, sino que Telenochese "lanatizó" por completo, y hasta la extenuación (también TN), no sólo porque lo tuvo de cuerpo presente, sino porque buena parte de su staff copó por varios días el piso del noticiero central de ese canal y no se habló de otra cosa. Anoche, el periodista estrella del Grupo Clarín comió a solas con Mirtha Legrand y hoy retomará, en una edición especial, la franja dominical desde la que supo tirar munición pesada contra el antiguo régimen los últimos cuatro años. El allanado C5N, por su parte, repelerá con "El socio del Presidente", un informe sobre Nicolás Caputo.
También resulta peculiar cómo el Grupo América le sacó tajada al tema, con su bulliciosa impronta, y la última versión de Federico Elaskar, como novedoso bonus track.
La nueva acción militante de los artistas K, de la que aún se sigue hablando, tuvo algunos tropiezos: el actor Roberto Carnaghi y el jugador Gustavo Bou denunciaron haber sido usados para fines que no habían autorizado, y estallaron los memes burlones en las redes sociales.
Es notable cómo artistas, varios de ellos presuntamente inteligentes, no se dan cuenta de lo burdamente utilizados que son por la facción partidaria que dejó el poder el 10 de diciembre último. Una cosa es tener una ideología, y hacer una defensa intelectual de ella, y otra muy distinta es prestarse a ser la tosca punta de lanza de una fallida operación elemental de la ex mandataria.
Una relectura distinta y más saludable del "no volvamos al fondo" de los artistas K podría ser una incitación positiva a dejar en el pasado las perversas prácticas sistémicas de corrupción que sustrajeron miles y miles de millones de pesos que, bien utilizados, habrían servido para lograr una sociedad socialmente más justa y equilibrada. El "fondo" sería, en ese caso, aceptar, justificar o esconder aberrantes procedimientos para esquilmar las arcas públicas, lo que contribuye a condenar a la pobreza a un tercio de la población.
Definitivamente, es hora de salir de ese fondo lo más pronto posible.
Twitter: @psirven
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