sábado, 14 de diciembre de 2019

COMO CON BRONCA Y JUNANDO

Las ceremonias de la corrección política se han cumplido: la oposición se comprometió a realizar una oposición constructiva y el gobierno se comprometió a respetar la Constitución. Ahora empieza lo más interesante. 

Por Rogelio Alanis

Evaluar la distancia entre las palabras y los hechos. Quien quiera creerles que les crean; yo por lo pronto me permito desconfiar. En política, la máxima de tío Colacho se cumple al pie de la letra: “Desconfía y acertarás”. Con elegancia florentina, Maquiavelo dice más o menos lo mismo. Y aunque parezca una paradoja, yo sostengo que está bien que así sea: es decir, que el gobierno gobierne y la oposición se oponga. ¿Obvio? No estoy tan seguro. En política la exigencia de obviedad suele ser una trampa. Es más, el talento de todo dirigente o de todo político que pretenda ser tal, consiste en presentar lo complejo, lo difícil, como obvio.

Como para abrir juego, el flamante presidente reclama “Emergencia económica y sanitaria”. Nada nuevo bajo el sol peronista. A los muchachos les encanta gobernar en esas condiciones y sobre todo con un Congreso transformado en una escribanía o algo peor. Como diría tía Cata: “Con qué necesidad”. Pobre tía Cata. Sabia en cosas de la vida, pero ignorante en materia política. O ingenua. La ley de emergencia, querida tía, los peronistas la quieren para decidir, decidir sin las molestias de la oposición. ¿Cómo lo hicieron entre 2003 y 2015? Exactamente. Una ley de emergencia que se transforma en permanente. Desde Juan Manuel de Rosas a la fecha los populistas en estos temas no han cambiado demasiado. Néstor lo sabe y Cristina también.

De la oposición, el interrogante que “me atormenta” no es si será oposición, sino si se decidirá a serlo. Por lo pronto, el espectáculo más bizarro lo expresan los consabidos tránsfugas expertos en correr solícitos a cobijarse bajo la sombra refrescante del oficialismo. Borocotó plantó su pica de Flandes. Detrás de los tránsfugas descarados, pero sin tomar demasiada distancia, vienen los tránsfugas pudorosos, los colaboracionistas de vocación, aquellos que de pronto descubrieron que en las tolderías del cacique vecino los pueden tratar mejor o reconocer sus méritos u otorgarles premios más estimulantes. Todas estas molestias, por supuesto, se realizan en nombre de la patria, la unidad nacional o la vida color de rosa. Algunos, a estas genuflexiones las hacen de buena fe; otros, porque son unos pícaros redomados. Yo en particular no sabría muy bien con quién quedarme.

Con aciertos y errores el gobierno nacional dispondrá de los consabidos seis meses de luna de miel política. En ese tiempo dispondrá de una relativa paz social, de la tolerancia de la oposición y de la posibilidad de proponer iniciativas sin una oposición cerrada. Ese justo privilegio no lo conoció Mauricio Macri, pero lo disfrutará tío Alberto. Veremos si lo sabe aprovechar. Un poco de cintura política, un mínimo de picardía y unas gotitas de suerte y todo puede salir bien. De todos modos, los desafíos son grandes. Negociar la deuda, no es moco de pavo, diría tío Colacho. Disponer de una ley de emergencia no será fácil. En el camino es muy probable que cumplan con la promesa de “ponerle plata en el bolsillo a la gente”. No mucha, porque las alforjas no están muy llenas que digamos. Pero será la necesaria como para cambiar el humor de la gente para fin de año. ¿De dónde saldrá esa plata? No lo sabemos muy bien, pero es muy probable que una vez más se recurra al recurso cómodo y satisfactorio de emitir. ¿Tienen otra alternativa? No lo creo. ¿Y entonces? Se emite y después Dios proveerá. Nunca olvidar que en estos pagos los políticos populistas están convencidos de que Dios es argentino y tarde o temprano se hace presente para darnos una mano.

Temita complicado es el de la libertad a los presos peronistas. Indiscreto o no, la frase de De Vido acerca de que en un gobierno peronista no puede haber presos peronistas, cala hondo en la sensibilidad populista. Algo van a hacer desde el gobierno para resolver esa exigencia. Algo van a hacer y no van a dejar pasar mucho tiempo. No les va a resultar fácil abrir las puertas de la cárcel. Sobre todo con presos que han sido condenados. Personajes como Amado Boudou o Milagros Sala no la van a tener cómoda. Pero la prueba definitiva será la de Cristina. Ella no está presa, pero todos sabemos que la chica hizo méritos necesarios como para estar entre rejas una buena temporada. Los beneficios del poder impidieron cumplir con este principio básico de igualdad ante la ley. Esto es importante destacarlo: ella no está presa porque el poder la protege. Las pruebas en su contra son abrumadoras. Es más, la gran injusticia es que Salas, Báez, Boudou o De Vido estén presos, y ella no. Tío Alberto como presidente dispone en última instancia de una carta ganadora: el indulto. Pero los trascendidos afirman que la Señora no quiere saber nada con una “gracia” presidencial que le asegure la libertad, pero sobre la base de que es culpable. Ella, como lo repite todos lo días pero sin presentar pruebas, supone que es inocente absoluta. Que no es amiga de Báez y que la fortuna que acumuló ese caballero y típico empresario nacional, no tiene nada que ver con ella. A ella la entiendo. Ningún delincuente acepta que es culpable y en todas las circunstancias asegura que es víctima de una persecución judicial. Lo que resulta más difícil de entender son los cientos de miles de argentinos que cierran los ojos, se resisten a admitir la continencia de los hechos y suponen que la Señora es la encarnación de Rosa Luxemburgo.


A nivel santafesino

Omar Perotti asumió como gobernador de la provincia. El peronismo regresa al poder después de doce años de “ostracismo”. El discurso inicial fue duro contra la gestión anterior. Inusualmente duro, sobre todo en un político de signo moderado como Perotti. Que yo recuerde, el discurso de Binner cuando sucedió a Jorge Obeid en 2007 fue más moderado. Puede que Obeid no haya dado motivos para recibir críticas, pero sinceramente no creo que la última gestión socialista haya sido una calamidad. Por el contrario, en temas sensibles como la salud y la educación los logros fueron evidentes. También el clima de convivencia política. La inseguridad es un problema sin lugar a dudas y en este punto es probable que el socialismo no sólo no haya dado en la tecla sino que más de una vez desafinó, pero ninguno de esos errores habilita a la imputación de complicidad con el delito. Sobre los números, deudas incluidas y otras yerbas, creo que se impone una información más detallada, pero no estoy del todo convencido de que la provincia necesite acogerse a los beneficios de la emergencia económica.

Emilio Jatón asume el cargo de intendente en nuestra ciudad. Después de ocho años en el poder José Corral deja el gobierno, pero seguramente no dejará la política. Sin vacilaciones digo que fue una buena gestión. La de él y la de Mario Barletta. En estos doce años de gestiones radicales la ciudad cambió y cambió mucho. En los barrios y en el centro. Quedan asignaturas pendientes por supuesto porque en política la perfección no existe. La pregunta o el interrogante abierto en este caso es por qué una gestión radical que la sociedad considera buena, perdió por una diferencia de votos (veinte puntos) que se parece más a un castigo que al reconocimiento, con sus luces y sombras, a una gestión aceptable. Ahora la ciudad será gobernada por Jatón y sus colaboradores. Se trata de un periodista con escasa participación política pero que conoce la ciudad. Su ciclo recién se inicia. Ya habrá tiempo para apoyarlo y criticarlo.


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