Por Alfredo Leuco
¿Conseguirá, el 27 de octubre, pasar a la segunda vuelta? Cada vez es más complicado hacer pronósticos electorales.
Hubo y hay una gran franja de los argentinos que votó a Cristina y lo ocultó por vergüenza. Es comprensible: a nadie le gusta confesar que votó ladrones y mucho menos el regreso al poder de la jefa de la asociación ilícita que se dedicó a saquear al estado.
A la gran pregunta yo respondo de la siguiente manera: Es difícil que Macri y su gente logren dar vuelta el resultado. Insisto con la palabra: difícil pero no imposible.
Los votos cada vez son más líquidos y las fidelidades, cada vez más fugaces. Nadie tiene el voto comprado y todos los partidos hay que jugarlos y dejar hasta la última gota de sudor en la cancha. No darse por vencido ni aún vencido, recomendó Almafuerte. Quiero hacer notar la diferencia que hay entre ambas palabras.
Difícil, según el diccionario de la Real Academia es “algo que no se logra sin mucho trabajo, es algo complicado y que existen pocas posibilidades de que ocurra”. Imposible, en cambio, tiene como definición que es “algo que no puede ocurrir, inalcanzable”.
Por eso hago la diferencia. Es difícil porque Macri y Pichetto deberían llegar al 35% de los votos y los Fernández no deberían superar el 45%. Pero no imposible. Es como si faltaran tres fechas para el final del campeonato y el equipo A debe ganar los tres partidos y el equipo B perder los tres. Insisto, difícil pero no imposible.
Eso en el campo de las conjeturas. Eso a la hora de imaginar que puede ocurrir con toda la información que disponemos. Hasta ahí lo subjetivo. Pero hay cuestiones objetivas y muy concretas también.
Lo planteo así: hoy lunes, con Macri, Pichetto y Vidal a punto de arrancar con una caravana masiva en Junín, es muy fácil de darse cuenta que Juntos por el Cambio está mucho mejor que el viernes pasado. Esa es una realidad. Política y anímicamente, Macri está mejor parado que el viernes. Ocurrieron varios hechos que lo certifican.
Primero, el impactante triunfo de Rodolfo Suárez en Mendoza. Ganó por 15 puntos de diferencia un radical de pura cepa pero que juega en el equipo de Cambiemos. De esta manera, la provincia de Mendoza se convirtió en un bastión para la pelea de los próximos 4 años.
Es el quinto distrito en cantidad de electores y mostró una amplia mayoría que apoyó la continuidad de un gobierno austero, razonable, de buena gestión de Alfredo Cornejo y el rechazo a una candidata pura de Cristina y La Cámpora como Anabel Fernández Sagasti. El pueblo mendocino tiene mucha sabiduría y sentido común, valora la honestidad y rechaza las propuestas más extremas.
El respaldo que le llevó Alberto Fernández fue contraproducente. Porque el mendocino tiene mucha personalidad y raíces en su tierra y no le gusta que vengan de afuera a decir a quien hay que votar.
Y además, la llegada de varios aviones de los gobernadores, incluso uno que alquiló Mariano Arcioni que tiene explotada su provincia de Chubut, potenciaron la indignación de los votantes independientes a ese populismo que quema la plata del pueblo y utiliza las herramientas del estado como si fueran de su propiedad.
Como dijo Ernesto Sanz: “el triunfo de Mendoza es un gran envión anímico para el resto del país. Demuestra que se puede”. Pero hay más situaciones que configuraron el mejor fin de semana de los últimos tiempos para los seguidores de Macri.
El sábado se movilizó una impresionante marea humana que sembró de esperanza y banderas argentinas el acto del “Sí se puede”. Fue el primero de 30 encuentros similares que el presidente piensa encabezar como una forma de contagiar mística y coraje. Algunos estaban tan entusiasmados que piensan en hacer un cierre en el Obelisco, como el de Raúl Alfonsín en 1983.
Gracias a los drones se pudieron ver tomas que demostraron un nivel de participación infrecuente e impactante. Macri arengó a la gente y los invitó a fiscalizar, militar, llevar amigos y parientes a votar para producir una verdadera epopeya digna de ser contada a los nietos.
Hay un dato clave de Mendoza que Cambiemos debería repetir. Fue récord de participación. Más del 83% del padrón concurrió a votar. Y por eso Suárez, el gobernador electo, consiguió uno de los triunfos más amplios de la historia provincial.
Cambiemos tiene que aumentar significativamente el porcentaje de votantes para el 27. Y que una gran mayoría de los nuevos votantes la boleta de Macri en las urnas. Es la única manera de bajar el porcentaje de los Fernández.
Históricamente entre las PASO y las generales suele haber un incremento de alrededor del 5% de los votantes, unos dos millones de personas. Macri aspira a que ese porcentaje se acerque más al 10%. Repito: difícil pero no imposible.
Otros elementos que jugó a favor fue el resultado de las elecciones universitarias. Después de 18 años, el reformismo, encabezado por los radicales de Franja Morada y acompañados por peronistas no K y otras agrupaciones más chicas desplazaron de la conducción de la FUA y la FUC a la izquierda y el kirchnerismo. Son datos para tener en cuenta.
Elementos para sumar en el análisis
La ola grande de la euforia triunfalista del kirchnerismo ya pasó y aparecieron algunos de los personajes más repudiados por el ciudadano común poco politizado. Sus propuestas fueron peligrosas, delirantes y piantavotos.
Hablo de Juan Grabois que exigió una reforma agraria mientras sus seguidores tomaron varios centros comerciales, rodearon countries e impulsaron un relevamiento de departamentos desocupados para intrusar en su momento.
Hablo de Cristina Camaño que planteó directamente la reforma de la Constitución para quitarle poder a los jueces y para limitar la libertad de prensa. Su ídolo y jefe espiritual, Eugenio Raúl Zaffaroni fue más a fondo y sin pelos en la lengua: exigió incluir una nueva ley de medios, algo similar o peor que el autoritarismo fascista de una Conadep del periodismo y liberar a lo que llamó “presos políticos”.
Tal vez el más belicoso y que encima, no padeció ni una réplica desde el peronismo/ kirchnerismo fue Horacio González y su propuesta de reivindicar la guerrilla de los 70. Un retroceso del diálogo y la paz social y una provocación incluso hacia Alberto Fernández que no supo, no quiso o no pudo polemizar con el ex capo de Carta Abierta y la Biblioteca Nacional.
Como si esto fuera poco, Cristina había propuesto revisar los márgenes de ganancias y los costos de las empresas pese a que ella vivió, entre otras corrupciones, de las coimas monumentales que con brutales sobreprecios, les pagaron las empresas contratistas del estado.
Ya convertido en caricatura nefasta de lo peor de la vida política apareció el patotero y mafioso Omar Suárez “El Caballo” diciendo que era un santo bendecido por el Papa Francisco y por Cristina. Este delincuente que le robó a los afiliados y se cansó de extorsionar empresas navieras, no tuvo empacho en mostrarse con una camiseta celeste y blanca que decía “Cristina 2019 y libertad a los presos políticos”
Incluso tuvo en sus manos un libro, una foto y una bendición de puño y letra del Papa Francisco. Hace tres años que está preso, ahora con detención domiciliaria por problemas de salud. Todas estas apariciones son un dolor de huesos para Alberto Fernández. Expulsan a los votantes honrados y moderados. Producen rechazo y asustan porque pueden anticipar tiempos de cólera y violencia.
Por el contrario, el presidente Macri, además de los 30 actos, tiene previsto anunciar 30 medidas a favor de los sectores más golpeados por los tarifazos, la devaluación, la pobreza, la estanflación y la asfixia impositiva.
Hoy mismo anticipó que se eliminarán los aportes patronales para las Pymes que tomen nuevos trabajadores. Todos pertenecen a la clase media, el sector más enojado, más desilusionado y que votó con bronca contra Macri. Hay 5 millones de argentinos que votaron a Macri en el 2015 y que no lo votaron en las PASO. Ese es el ciudadano que Macri quiere volver a entusiasmar.
El sábado les aseguró que finalizó la etapa del ajuste y ahora viene el crecimiento con inclusión. ¿Podrá lograrlo? ¿Podrá dar vuelta el resultado y pasar a la segunda vuelta que la carga el diablo?
Veremos. Ver para creer. Por ahora es difícil y tiene que trabajar mucho. Pero no es imposible. Esa palabra no figura en el diccionario de Juntos por el Cambio. Macri y su gente van por la hazaña. La única verdad será la realidad de las urnas del 27 de octubre a la noche. Esos votos responderán todas las preguntas…
La ola grande de la euforia triunfalista del kirchnerismo ya pasó y aparecieron algunos de los personajes más repudiados por el ciudadano común poco politizado. Sus propuestas fueron peligrosas, delirantes y piantavotos.
Hablo de Juan Grabois que exigió una reforma agraria mientras sus seguidores tomaron varios centros comerciales, rodearon countries e impulsaron un relevamiento de departamentos desocupados para intrusar en su momento.
Hablo de Cristina Camaño que planteó directamente la reforma de la Constitución para quitarle poder a los jueces y para limitar la libertad de prensa. Su ídolo y jefe espiritual, Eugenio Raúl Zaffaroni fue más a fondo y sin pelos en la lengua: exigió incluir una nueva ley de medios, algo similar o peor que el autoritarismo fascista de una Conadep del periodismo y liberar a lo que llamó “presos políticos”.
Tal vez el más belicoso y que encima, no padeció ni una réplica desde el peronismo/ kirchnerismo fue Horacio González y su propuesta de reivindicar la guerrilla de los 70. Un retroceso del diálogo y la paz social y una provocación incluso hacia Alberto Fernández que no supo, no quiso o no pudo polemizar con el ex capo de Carta Abierta y la Biblioteca Nacional.
Como si esto fuera poco, Cristina había propuesto revisar los márgenes de ganancias y los costos de las empresas pese a que ella vivió, entre otras corrupciones, de las coimas monumentales que con brutales sobreprecios, les pagaron las empresas contratistas del estado.
Ya convertido en caricatura nefasta de lo peor de la vida política apareció el patotero y mafioso Omar Suárez “El Caballo” diciendo que era un santo bendecido por el Papa Francisco y por Cristina. Este delincuente que le robó a los afiliados y se cansó de extorsionar empresas navieras, no tuvo empacho en mostrarse con una camiseta celeste y blanca que decía “Cristina 2019 y libertad a los presos políticos”
Incluso tuvo en sus manos un libro, una foto y una bendición de puño y letra del Papa Francisco. Hace tres años que está preso, ahora con detención domiciliaria por problemas de salud. Todas estas apariciones son un dolor de huesos para Alberto Fernández. Expulsan a los votantes honrados y moderados. Producen rechazo y asustan porque pueden anticipar tiempos de cólera y violencia.
Por el contrario, el presidente Macri, además de los 30 actos, tiene previsto anunciar 30 medidas a favor de los sectores más golpeados por los tarifazos, la devaluación, la pobreza, la estanflación y la asfixia impositiva.
Hoy mismo anticipó que se eliminarán los aportes patronales para las Pymes que tomen nuevos trabajadores. Todos pertenecen a la clase media, el sector más enojado, más desilusionado y que votó con bronca contra Macri. Hay 5 millones de argentinos que votaron a Macri en el 2015 y que no lo votaron en las PASO. Ese es el ciudadano que Macri quiere volver a entusiasmar.
El sábado les aseguró que finalizó la etapa del ajuste y ahora viene el crecimiento con inclusión. ¿Podrá lograrlo? ¿Podrá dar vuelta el resultado y pasar a la segunda vuelta que la carga el diablo?
Veremos. Ver para creer. Por ahora es difícil y tiene que trabajar mucho. Pero no es imposible. Esa palabra no figura en el diccionario de Juntos por el Cambio. Macri y su gente van por la hazaña. La única verdad será la realidad de las urnas del 27 de octubre a la noche. Esos votos responderán todas las preguntas…
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