Demasiadas coincidencias, determinan la fatalidad de un mismo resultado.
Ignoro, como todos Ustedes, la certeza de estas aproximaciones.
Ni si estaremos preparados para esos cambios cíclicos tan vertiginosos.
Por Lucio Catano (h)
Nunca he sido devoto de las profecías en general. Ni respecto de las de Nostradamus, San Malaquías, ó cualquiera otra que ha devorado la imaginación de millones de dubitantes.
El hombre, cultivado ó no por igual, ha venido observando las constelaciones astrales desde los tiempos de los Sumerios y mucho antes que ello.
Ahora, el revisionismo histórico, que todo lo cuestiona, ha descubierto que la vía láctea es mucho más grande y profunda de lo que se suponía. Que la Atlántida puede haberse situado en la isla griega de Santorini, pero que no es descartable su ubicación en las inmediaciones del lecho marino de isla de Cuba, ó en las Islas Canarias.
Un corredor pequeño, pero bien trazado en la isla de Bimini, en Bahamas, puede ser otro indicio.
Como Einstein, lo comentó en la década de los veinte, "Todo es Relativo".
Y la historia parece darle la razón.
Cuánto más se indaga sobre el pasado, nuevas deducciones de la arqueología, nos sumergen en más y recónditas dudas.
Se busca afanosamente sobre los comienzos del Cristianismo y existe una puja sobre la real existencia del Santo Sepulcro.
Algunos localizan ese luctuoso sitio en la Tumba del Jardín, en las afueras de Jerusalem, aduciendo que en tiempos de Herodes, ningún sepulcro se autorizaba dentro de los muros de aquélla ciudad.
Un astuto y siniestro como David Brown, le otorgó a la literatura fantástica, un basamento religioso, como la existencia de la descendencia de Nuestro Señor, por vía de su supuesta cónyuge María Magdalena y que siglos después dio origen a la dinastía de los Merovingios en Francia, lugar a la que la seguidora de Jesús, fue a dar con sus huesos.
La tendencia de este siglo y del que acaba de concluir fue precisamente ésa: Relativizar cualquier cosa, conectada a nuestras ancestrales creencias vinculadas a la fe.
Vemos así que la misión evangélica de la Iglesia, ha cedido terreno a los "telepastores", que captan diariamente a millones de incautos.
Aquí en Argentina, la televisión de aire y cable, los ubican con preferencia a la medianoche, en dónde se transmiten sus programas casi en cadena.
Estos "impresentables" son casi todos de origen brasileño.
La gente humilde es la que más los sigue.
Detrás de los bastidores, un monstruoso negocio se gesta en paralelo con las palabras del Evangelio, con las que estos heréticos, anestesian a sus víctimas potenciales.
Inducen a la gente ignorante, que es mucha, a que se desprendan de sus bienes terrenales, en favor de esas ¿Iglesias de Dios? En fin, todo es bastante abyecto.
Por otro lado, el Clero Secular, sigue soportando actitudes satánicas de muchos "sacrílegos" con este asunto de la pedofilia, que tanto daño le provoca a toda la grey católica.
Una conjunción de matices, remarcados por la desesperanza, las dudas, y por sobre ello, el comportamiento de muchos "hermanos", ha inducido a que gran cantidad de personas, se hayan mostrado bastante interesadas sobre la inminencia de algunas proyecciones, vaticinadas por los referentes de la tribu Maya, se cree que alrededor del siglo VIII de nuestra era.
Nadie dice, como se ha decodificado esta suerte de "códex" de estos mexicanos nativos, que desaparecieron misteriosamente, casi 6 siglos antes que Hernán Cortés, desembarcara en Veracruz, junto con la sífilis y la viruela importada desde una Europa famélica.
La cosa es que los que "saben" aseguran que entre el 12 y el 22 de diciembre del 2012, una alineación astral, acompañada de un peligroso acercamiento de los polos, provocará grandes cataclismos, como el hombre civilizado nunca antes ha presenciado.
Que desaparecerá la comunicación satelital, ergo la Internet, por la saturación de explosiones solares.
Que un nuevo ordenamiento cósmico, determinará el fin del mundo que conocemos.
Habrá un gobierno mundial, compuesto por hombres sabios.
Desaparecerán las monedas.
Que la armonía bendecirá nuestra Tierra.
Y que el epicentro del factor de poder, se ubicará en la cordillera de los Andes, con sede en el Lago Titicaca, dónde ahora se cree que habitó la civilización más antigua que se puede mencionar.
El hombre comenzará a comunicarse con sus semejantes por telepatía.
Y que nos gobernará un pensamiento único, que desterrará para siempre cualquier conflicto bélico.
Es curioso, que hace poco tiempo se haya desempolvado el Segundo Libro del profético Nostradamus, en el que según se dice, ejercita nuevas revelaciones en consonancia con las que se exhiben, con procedencia de quienes habitaron la península de Yucatán.
Identidad de fechas de los ciclos solares, con otra civilización que en apariencia nos marcó un idéntico destino, plasmada en los pronósticos de una suerte de oráculo egipcio, conocido como Horus, que marca ciclos evolutivos de 5025 años, de acuerdo a su calenda.
Demasiadas coincidencias, determinan la fatalidad de un mismo resultado.
Ignoro, como todos Ustedes, la certeza de estas aproximaciones.
Ni si estaremos preparados para esos cambios cíclicos tan vertiginosos.
Pero algo se percibe en la atmósfera.
La inicua batalla por el petróleo. La contaminación de gases tóxicos en el aire viciado que todos inhalamos.
Las absurdas guerras por el Islam.
La corrupción que forma parte de la globalización de la anti-ética.
El derrumbe financiero de Occidente.
El marcado desencuentro entre la concentración de la riqueza y la pobreza más indolente, nos están indicando algo: Un Nuevo Orden está en Espera.
La pregunta del millón es: ¿Estará el Hombre preparado para sujetarse a un modo de vida más Cristiano, de la mano de seres extraños que no conocían la rueda, pero contaban con siete notas musicales y manejaban la Astrofísica?
En tan sólo 3 años vista, se develará el enigma.
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