Reproducimos aquí parte de la entrevista realizada por Agustín de Beitía a Mons. Santiago Olivera, actual obispo castrense, de la Argentina, acera de las injustas detenciones que sufren los militares argentinos que lucharon contra el terrorismo marxista en la década del ’70.
Para quien no conozca el tema, dejamos un documental imperdible: «Será venganza»
Nobleza obliga, nos alegra que un obispo aún en funciones y no emérito, diga estas verdades.
Porque sólo la Verdad hace libres (Jn 8,32).
P. Javier Olivera Ravasi, SE
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A Monseñor Santiago Olivera, se le preguntó si realmente se ha hecho justicia con el ex Cabo de la Fuerza Aérea Julio Narciso Flores, de 61 años, quien fue condenado el pasado 2 de septiembre a 25 años de prisión por “delitos de lesa humanidad”, algo que le atribuyen haber cometido a los 19 años, bajo el supuesto de que integraba un “grupo de tareas”.
En Salta hay dos militares detenidos en el penal de Cerrillos, y otros seis tienen prisión domiciliaria por delitos de lesa humanidad. Otros dos están detenidos en el penal de Güemes por otras causas, mientras que un ex juez, Ricardo Lona, también tiene domiciliaria por lesa humanidad. ¿Usted dice que irá a verlos?
- “Es parte de mi ministerio acompañar a aquellos fieles nuestros que están sufriendo, muchos de ellos injustamente (…). Cuando la Justicia está ideologizada no es verdaderamente Justicia. Porque la Justicia implica escuchar; y para el detenido, poder expresarse. Y siempre debe prevalecer el sentido común. En este caso concreto, el acusado tenía 19 años… con todo lo que eso implica. Este es un tema que requiere ser pensado con seriedad en la Argentina. Primero hay que conocer el mundo militar y lo que es la obediencia. Y después, pensar en el papel de un joven de esa edad. Que se lo haya condenado…
Las injusticias me constan. Las he visto. Hace poco absolvieron a un hombre que insistía en su inocencia. Estuvo ocho años preso. ¿Quién le devuelve los años detenido? ¿Y el dolor? A los acusados de crímenes de lesa humanidad se los presenta como lo peor. Sin desmedro de las gravedades que se puedan haber cometido, hay que mirar la historia con verdad y con Justicia. Sin venganza.
Dentro de unos años vamos a tener que pedir perdón por estos tiempos. En primer lugar porque -no sé si hay muchos que se animen a decirlo-, también tenemos que agradecer a muchos de los hombres de nuestras armas que han defendido a nuestra Patria. Esto es verdad. Ha sido gente que ha tenido que defenderse de ataques guerrilleros, perpetrados aun en tiempos democráticos, que han sido terribles. Vamos a tener que pedir perdón.
Muchos estamos callados y se están cometiendo graves atentados contra la Justicia, contra el derecho humano más elemental. Eso de las prisiones preventivas eternas claman al cielo. Es cierto, hay hombres enfermos. Me da mucha pena cuando han muerto sus mujeres, cuando no han podido estar para los bautismos o casamientos de sus hijos, de sus nietos. Me parece que a veces es crueldad. Y por eso insisto en que parece más venganza que Justicia.
Hay una presunción de culpabilidad…
- Sí, exactamente. Y no al revés, como debería ser, que existiera una presunción de inocencia. A veces no los dejan ni expresarse a los detenidos. Como si ya tuvieran la decisión tomada y todo lo demás fuera una pantalla.
Ahora, por lo que venimos hablando, ¿no cree que hay que revisar estos juicios? ¿No están viciados de nulidad?
- Yo creo que muchos estarán viciados de nulidad. Hay abogados que están trabajando en el tema. Lo que ocurre es que tampoco tiene mucha prensa quien está dispuesto a pensar a favor (…)
Son pocos los obispos que denuncian estas situaciones: usted, entre otros, monseñor Baseotto, y alguno más. (…) ¿Por qué el silencio de la Iglesia ante estas injusticias?
Sí, la pregunta es compleja. He hablado con algunos obispos y con el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, y él sabe, y me apoya, y descansa en que yo, como obispo castrense, vaya acompañando y haciendo notar estas situaciones. Dios quiera que sean tiempos, algún día, en que podamos expresarnos con mayor libertad. Avanzar en un camino de mayor justicia, que es lo que merecen los que están sufriendo. Yo puedo hablar por mí. No me animo a hablar de ese cierto silencio (…).
Hay un clima de época que obliga a tener esa mirada parcial sobre el pasado y a mantener una presunción de culpabilidad sobre toda esta gente.
- Fueron muchos años de hacer un solo discurso. Se ha formado a muchas generaciones como si, en sí mismos, los militares fueran malos. Yo en estos dos años que llevo en este ministerio me he encontrado con hombres de bien, de amor a la Patria, de amor a la familia, de amor a Dios. Pero hoy es políticamente incorrecto decir muchas cosas y sin embargo hay que decirlas.
Periodista: Agustín de Beitía (@agustindebeitia)
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