En los últimos años más de cuatro millones de venezolanos han abandonado su país como consecuencia de la dictadura de Nicolás Maduro. Donald Trump estaría jugando la carta diplomática para lograr que Rusia retire su apoyo a la dictadura venezolana.
Por Nemesio Rodríguez Lois
Tenemos una noticia que casi no ha sido comentada pero que a cualquiera le pone los pelos de punta: Son tres mil los venezolanos que huyen diariamente de su país.
El hecho es que los ciudadanos venezolanos se han convertido en uno de los grupos de poblaciones desplazadas más grandes del mundo. Y es que, en los últimos años, más de cuatro millones de venezolanos han abandonado su país. Y si la situación no cambia, la cifra podría superar los seis millones y medio de refugiados que huyeron de la guerra civil siria.
Ante dicha posibilidad, los vecinos del país caribeño han impuesto una serie de medidas reglamentarias para frenar el flujo de migrantes que está próximo a ser el más grande en toda la historia de Hispanoamérica.
Y es que, solamente en Colombia, han encontrado refugio un millón trescientos mil; le sigue Perú con cerca de ochocientos mil. Y todo porque en Venezuela la situación se agrava sin que existan esperanzas razonables de mejoría.
A principios de año, ante la designación de Juan Guaidó como presidente provisional, sinceramente creímos que la caída del dictador Nicolás Maduro era cuestión de días, por no decir de horas.
Guaidó ha sido reconocido por más de cincuenta países que, a su vez, han roto relaciones con Maduro. Y sin embargo Maduro no acaba de caer… ¿Qué es lo que está pasando?
En el momento en que Guaidó fue proclamado presidente provisional, todo parecía indicar que multitudinarias protestas callejeras, seguidas de una reacción del Ejército que bien podría dar un golpe de estado, precipitaría la caída del dictador.
Protestas callejeras las hubo y las sigue habiendo. Sin embargo, el Ejército no se movió.
Conforme han ido pasando los días, las semanas y los meses, las protestas han ido a menos. Esto ha envalentonado a Maduro quien -por medio de su segundo de a bordo, Diosdado Cabello- se atreve a declararle la guerra a los Estados Unidos.
Y mientras los venezolanos se desesperan y huyen, el mundo se pregunta: ¿Qué está pasando? ¿Por qué Maduro no acaba de caer?
La principal explicación se encuentra en que los altos mandos del ejército venezolano -temerosos de ser juzgados por sus vínculos con el narcotráfico si Guaidó llegase al poder- prefieren apoyar a Maduro aunque les cueste la vida.
Entretanto, Donald Trump no se decide a invadir Venezuela (como en los tiempos del “Gran Garrote”) porque teme que se desencadene un conflicto semejante al de Vietnam.
Y es que, si los marines llegasen a desembarcar en Venezuela, al lado de los militares bolivarianos estarían tropas rusas y cubanas.
Por ese motivo -y máxime que el próximo año hay elecciones en Norteamérica- Trump no quiere arriesgarse a perder la reelección. Quizás sea esa la razón por la cual Trump prefiere la vía diplomática.
Nada extraño sería que enviados tanto del norteamericano Donald Trump como del ruso Vladimir Putin se estén reuniendo en secreto para ver como lograr resolver el conflicto.
A Putin le interesa aumentar su influencia en Hispanoamérica, a lo cual Trump se opone por aquello de “América para los americanos”.
En ese caso, al ver que nada puede hacer en Hispanoamérica, Putin quizás le pida a Trump que no intervenga en Siria con el objeto de tener las manos libres y de ese modo tener un acceso cómodo y rápido al Mediterráneo.
En ese caso la condicionante bien podría ser Venezuela a cambio de Siria.
Pudiera ser (por supuesto que no podemos probarlo) que diplomáticos rusos y norteamericanos estén sosteniendo pláticas secretas en alguna ciudad neutral como podrían serlo Ginebra o Vancouver.
Si llegasen a un acuerdo, los rusos dejarían de apoyar a Maduro, éste ser vería presionado a convocar elecciones con observadores internacionales y si llegase a perder -lo cual es casi seguro- tendría que entregarle el poder al candidato triunfador en las urnas bien fuese Juan Guaidó o bien fuese Leopoldo López.
De este modo se evitaría un derramamiento de sangre, a Maduro se le daría una salida honorable y el Ejército -tranquilizado por la promesa de que no habría castigo a los narcotraficantes- permitiría el retorno a la democracia.
Por supuesto que, si todo esto ocurriese a principios del próximo año, Trump se presentaría como un genio de la diplomacia que logró liberar a Venezuela con lo cual tendría la reelección asegurada.
En fin, que todas son conjeturas. Mas, ante tanta tardanza, creemos que es por ahí por donde van los tiros.
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