miércoles, 3 de diciembre de 2008

¿Los chicos hablan cada vez peor? ...


Dicen que los jóvenes manejan un vocabulario de apenas 600 palabras

Por Facundo Bañez

En uno de sus últimos personajes, el humorista Diego Capusotto parodia a un funcionario del Ministerio de Educación que le hace preguntas a un pibe de barrio para calificar su modo de hablar. El sketch es parte del programa "Peter Capusotto y sus videos" y se llama "Mensaje del Ministerio de Educación en defensa de nuestro idioma". Antes de que se produzca el diálogo, un presentador asegura que las nuevas formas de hablar "entierran al hombre en ámbitos para desarrollar su propio lenguaje", y enseguida el funcionario le pregunta al chico cómo le diría a un amigo que se cuide y se porte bien, a lo que el joven contesta con voz finita y callejera: "Rescatate, gato, que puede pintar bondi". Molesto, el funcionario vuelve a intentar y le pregunta si le gustaría pasar la noche con una modelo. El pibe, siempre de espaldas, se encoge de hombros y responde: "No, manzana..." Ya enfurecido, el funcionario le dice a los gritos que manzana es una fruta y le pega con un palo en la cabeza hasta desmayarlo.

Sin llegar a la exageración que plantea el humorista con lucidez e ironía en su programa, el director de la Academia Argentina de las Letras, Pedro Luis Barcia, parece casi tan exacerbado como el ficticio funcionario de Capusotto y acaba de responsabilizar una vez más a "la docencia y algunos medios" del empobrecimiento generalizado del uso del idioma español por parte de los jóvenes y los ciudadanos en general.

Según Barcia, si hace 10 años los jóvenes universitarios empleaban una media de 1.200 palabras en su vocabulario, actualmente utilizan sólo 600 y "el resto son (sic) una reiteración de las mismas palabras". Mientras son cada vez más los que, como Barcia, aseguran que la lengua española sufre un deterioro progresivo, otros intentan no ser tan drásticos y prefieren hablar de un lenguaje dinámico y, por lo tanto, cambiante. ¿Pero quién tiene la razón? O en todo caso, ¿de qué hablamos cuando hablamos del empobrecimiento del lenguaje?

"Si algo nos aleja del ser animal es el manejo del lenguaje -apunta Cecilia Traversa, máster en Psicopedagogía-, nuestro cerebro está preparado para alcanzar un dominio medio de entre 5 mil y 8 mil palabras antes de cumplir cinco años de vida. A partir de los seis, siete años, comienza el aprendizaje instrumental que hace operativo el lenguaje tomando conciencia del valor semántico, para alcanzar por la educación y la lectura un dominio práctico de unas 20 mil palabras para un ciudadano promedio culto, y unas 100 mil para un especialista".

Tal vez cierta inquietud no sea tan injustificada si pensamos en los datos de la Real Academia de la Lengua Española, que solo entre 1992 y 2001 debió suprimir de su diccionario cerca de 6 mil palabras. Otra de las alertas, según la visión de los lingüistas más ortodoxos, está presente en la facilidad con la que se están importando extranjerismos. De todos modos, hay que decir, son varios los que en la Real Academia mantienen una visión algo más amplia y terminaron aceptando ahora la inclusión de una serie de términos al léxico español. Palabras como "digitalización", "bulímico" o "salvapantalla", por dar algunos ejemplos, son palabras ya aceptadas por los hispanohablantes y por la Real Academia, que las ha incluido en el Diccionario esencial de la Lengua Española.

Actualmente, sin embargo, las discusiones más acaloradas en torno al uso de nuestro idioma se las lleva el fenómeno de las nuevas tecnologías y su influencia idiomática a través de los mensajes de texto, el chat o el correo electrónico, en una polémica con varios bandos y donde se va desde el conservadurismo de quienes aseguran que lo empobrece, hasta quienes proclaman que la lengua es un organismo vivo y si bien se pierden términos, también se ganan día a día otros nuevos.

"Si el lenguaje se desarrolla en la infancia temprana -dice Traversa-, el problema de su empobrecimiento será responsabilidad de la familia y después de la escuela. No promover el desarrollo lingüístico del ser humano facilita su dominación por vía del engaño demagógico. Promover un ciudadano culto significa hacerlo partícipe de las decisiones colectivas. Esta diferencia puede explicar la falta de compromiso gubernamental para resolver el problema".

En un país donde cada vez hay menos días de clase o donde son muchos los pibes que terminan durmiendo en la glorieta de una plaza, hay que ser realistas, sería ilógico pensar que el lenguaje de las nuevas generaciones debería enriquecerse. Pedirle a un chico que está marginado de todo que hable con propiedad, sería casi como pedirle a un erudito que escriba con errores ortográficos.

Para Barcia, sin embargo, detrás de todo esto hay un problema "de mucho mayor calado, puesto que el que no tiene posibilidad de hablar con precisión no puede manifestar lo que quiere y es un ciudadano de segunda. No tiene derecho a la libertad de expresión, es cautivo de su propia discapacidad y limitación. En una democracia no es útil una persona que no es capaz de dialogar, de articularse con el otro; y lo que no sale por la boca, sale por el sopapo, por el palo o por la pedrada".

Sin llegar a ese extremo del discurso, son muchos los lingüistas que analizan el tema y tratan de encontrarle distintas miradas al asunto. Un caso emblemático en esta discusión, sin duda, es el uso de la palabra "boludo". Cualquiera sabe qué quiere decir ese adjetivo, pero en el lenguaje de los chicos la palabra ha cambiado su significado. "Boludo", para los jóvenes, no es más que una expresión amistosa y familiar. Antes había una distinción entre el vos y el usted, pero la frontera que determinaba a quién se le decía de una manera y a quien de otra cambió. Si ahora se trata de vos a los adultos y se tutea a casi todo el mundo, apuntan los lingüistas, una de las maneras para indicar una mayor familiaridad es decir precisamente la palabra "boludo".

Los tiempos cambian. Las palabras, también. Algunos dicen "birra" si quieren cerveza. Dicen que les "re cabió" algo si están conformes o usan la palabra "quemado" para referirse a alguien que está mal. ¿Hablan cada vez peor? Quién sabe. Tal vez en un futuro no muy lejano, dentro de unos cuantos libros y palabras menos, los que hoy son acusados de hablar mal sean mañana los responsables de pedirle a las nuevas generaciones que hablen con propiedad y que, por lo tanto, se dirijan a ellos de la manera más respetuosa posible; es decir, diciéndoles boludos.

El Dia

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