Como en una ruleta rusa, pero con 5 balas en la recámara (en lugar de solo una), o con un lanzallamas en medio de un pastizal seco, así parece volver a abordar el Gobierno, su ya agobiante conflicto con el campo.
Por Susana Merlo
En realidad, lo que se anunció en forma parcial el martes, prácticamente no sirve para nada, solo para lograr impacto mediático en los títulos de algunos diarios, y para cierta porción urbana de población distraída. El resto, aunque no sepa, tampoco “compra”, porque se acabó la credibilidad.
A poco que se entienda del asunto, las medidas anunciadas para el campo son parciales, complejas, inaplicables, y más que escasas. Todo lo cual lleva a la conclusión de que, nuevamente, el poder Ejecutivo, con Cristina Elizabet Fernández de Kirchner a la cabeza, vuelve a utilizar las mismísimas herramientas que su antecesor en el cargo, su esposo Néstor. Pero, una cosa era la política de desgaste, de erosión del adversario, de avanzar por insistencia (o por el cansancio del otro) cuando había márgenes, cuando las variables nacionales e internacionales eran todas para arriba, y otra muy distinta ahora cuando, no solamente la situación general de los indicadores es diametralmente la opuesta, sino que, peor aún, muchos sectores están entrando ya en etapa de desesperación profunda por la falta de horizonte y las pérdidas registradas (tasas extravagantes en bancos, daños en cultivos y mortandad de hacienda por sequía, etc.), y eso es muy peligroso.
Lo que no parece darse cuenta el Gobierno (o no quiere darse cuenta), es que ya no hay más espacio para dilatar las correcciones que, a esta altura, son urgentes e imprescindibles. Tampoco pueden pretender seguir “tomando el té con macitas” pues, aunque los dirigentes pudieran llegar a aceptarlo (lo que es bastante dudoso), es el país el que ya no lo resiste.
Menos aún pueden esperar soluciones mágicas, ni conejos que salgan de la galera, como ocurría cada dos por tres durante el período Kirchner anterior, cuando se vivió un extraordinario viento de cola que enmascaró los terribles errores cometidos en materia de política económica, y más especialmente, con los principales sectores productivos.
Para decirlo más directamente, el gobierno sabe perfectamente lo que tiene que hacer para terminar con el conflicto con el campo y, más aún, para lograr que la Argentina retome la senda productiva que dejó hace ya más de un año.
Entre otras cosas, debe comenzar por desarmar el terrible entramado de distorsiones que ellos mismos armaron.
También, cambiar de plano las políticas cambiarias y crediticias que, hasta el momento, son antiproductivas; debe acabar inmediatamente con el drenaje de reservas, y terminar con una serie de extravagancias que, a esta altura, solo sirven para generar sensaciones de rebelión que pueden devenir en situaciones graves e inesperadas...
Para eso, existen una serie de herramientas y medidas que cualquier técnico mediano conoce. Es más, hasta es capaz que alguno, entre los funcionarios de línea de Agricultura, sepa lo que hay que hacer, que tampoco es demasiado genial: solo se debe terminar con los desincentivos, dar un cierto horizonte de certeza y, especialmente, salirse del medio, con toda la batería de medidas dirigistas, intervensionistas, ineficientes e ineficaces, que para lo único que sirvieron hasta ahora, fue para crear más burocracia pública costosa, y perjudicar a los sectores productivos y a los consumidores.
Sería largo enumerar lo que hay que hacer, pues también esta política regresiva ya lleva casi 6 años de acumulación de medidas negativas, pero lo que se puede afirmar es que si realmente quieren solucionar el tema con el campo, el Gobierno debe ser serio y adoptar las medidas concretas sin más dilaciones, sin más condicionamientos (“si no hay más paros, se va a hablar de tal cosa...”. “Si venden la soja, tal vez, se hable de tal otra cosa...”. “Si se vuelvan oficialistas...).
Además, las medidas tienen que ser “concretas” y aplicables. Por caso, no es serio hablar de eliminar las retenciones a la leche si, por lo menos, eso no viene atado a la eliminación de los ROE blancos, es decir, los permisos de exportación que hasta ahora, restringieron esa posibilidad. De otro modo, la eliminación de las retenciones pasa a ser “virtual”: existe pero no se puede usar.
Pero es el Gobierno el que directamente debe hacer los anuncios. No necesita de más reuniones interminables, ni de discursos más interminables aún, ni más páginas de diarios, ni horas de televisión que ya aburrieron a todo el mundo.
Deben hacerlo. Tienen la obligación de hacerlo, pero también la autoridad, el mandato y los técnicos. No necesitan permiso de nadie, ni ningún consenso. Para eso son Gobierno.
¿Por qué, entonces la demora?. La respuesta obvia que surgiría del análisis es: “porque, en realidad, no quieren hacerlo”. No quieren cambiar esta política a pesar de los resultados negativos, ni los problemas que ya causó.
¿Pero y la reunión del martes, y la de la semana que viene?. Para muchos, mera distracción, un par de semanas de tiempo y, después del 8 de marzo, con cualquier pretexto, boicotear todo otra vez.
Pero, el que juega con fuego...
Campo 2.0
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