¿En qué invierte su tiempo la Presidente Cristina Fernández de Kirchner? Ya lo hemos comentado oportunamente desde estas humildes páginas: a hacer turismo internacional con el dinero de los contribuyentes y a construir fallidas puestas en escena que ya ni siquiera sirven para consumo interno.
Por Matías Ruiz
Dominan las portadas de los periódicos la cuestión de la sospechosa displicencia de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner -quien parece ya no participar de decisiones ejecutivas- y el reciente mal rato que pasara el kirchnerista Agustín Rossi en una localidad de la provincia de Santa Fe. El resto del temario es para los consumidores de chismes politiqueros del momento y que hacen al juego de la distracción de la opinión pública, manufacturado desde un oficialismo que, a todas luces, hace agua por donde se lo mire.
¿En qué invierte su tiempo la Presidente Cristina Fernández de Kirchner? Ya lo hemos comentado oportunamente desde estas humildes páginas: a hacer turismo internacional con el dinero de los contribuyentes y a construir fallidas puestas en escena que ya ni siquiera sirven para consumo interno.
La cuestión ha sido analizada en forma exhaustiva por las plumas de rigor de la prensa tradicional y las conclusiones siempre asoman idénticas, sin importar sean las de Joaquín Morales Solá o el timorato oficialista Eduardo Van der Kooy.
De un polo a otro, las percepciones no varían: se consolida la convicción ciudadana de que Cristina no es más que un ítem recalcitrantemente decorativo de la triste pantomima kirchnerista.
En horas en que la Presidente se encuentra de visita protocolar en el exterior, su marido Néstor Carlos Kirchner utiliza la Quinta Presidencial de Olivos como búnker para diseñar escenarios que le permitan llegar a 2011 con un hálito de vida al menos el suficiente para no terminar en la cárcel junto con muchos de sus principales allegados en el poder.
El miserable rol que se le ha encomendado a la Primera Dama ha quedado relegado a risibles anuncios sobre planes para reactivación del consumo. Paupérrimos anuncios que suenan tan insultantes para la ciudadanía que, lejos de ser tenidos en cuenta seriamente, suman a la hora de restarle todavía más popularidad.
Nadie cree -desde hace tiempo- en la palabra oficial, sin importar que esta conlleve medidas para la adquisición de heladeras, automóviles, electrodomésticos de segunda marca o canastas navideñas y productos similares, a bajo precio. Iniciativas que, en la práctica, jamás ven la luz. Se trata del anuncio por el anuncio mismo. O, más bien, de agitar la zanahoria en las narices de los apolillados súbditos.
Todo ello soporíferamente decorado por el más reciente papelón de la Presidente en su visita a la decadente Cuba castrista, tema del que también nos hemos ocupado aquí.
Hace días, el irreverente pero bien informado periodista de investigación Christian Sanz invirtió tiempo y esfuerzo para probar -técnicos mediante- que la tan promocionada instantánea de Cristina con el dictadorzuelo languideciente Fidel Castro no era más que un vulgar fotomontaje. Detalles que pueden ser consultados en la web http://www.periodicotribuna.com.ar/ -copiar y pegar en su navegador-.
Si el presidente de un país termina envuelto de forma tan patética en el juego político de una republiqueta bananera como lo es Cuba, ¿qué devastador futuro le aguarda a la nación de la que ese presidente es líder? En resumidas, cuentas, ¿qué le aguarda a un país como la Argentina? Para terminar de confirmarlo, simplemente basta corroborar el estrepitoso sonido de las carcajadas que despiden numerosos líderes mundiales cuando se les menciona el nombre de Cristina Fernández de Kirchner.
Ahora bien. Desgraciadamente para la élite del Pingüinato, la indiferencia que gatillan los comentarios "presidenciales" se contagia y desparrama, en forma irreversible, hacia los estratos inferiores del organigrama.
En ocasión del pequeño incendio que tuvo lugar en un stand visitado por el inefable Secretario de Comercio, Guillermo Moreno, en el interior, el Jefe de Gabinete Sergio Massa salió, erradamente apresurado, a caracterizar al escenario de "armado". Lo propio hizo el Ministro del Interior, Florencio Randazzo. Apenas horas después, la propia policía del lugar, junto con los bomberos de la localidad de Morteros, Córdoba, aclararon que nada hubo de intencional en el hecho, al menos tal la conclusión de los peritajes.
La Presidente no goza de la menor credibilidad en sus anuncios, pero sus ministros hacen idéntico y sobrehumano esfuerzo para sumarse al descrédito generalizado.
La performance comunicativa del actual gobierno no se asemeja ya a una vulgar charada, sino que su administración de la res oficial roza lo payasesco. Quienes lo duden, que consulten las encuestas de rigor. Aquellas que le son acercadas al propio Néstor Carlos Kirchner en Olivos pero que mantiene bajo siete llaves para evitar que vean la luz.
Nuevamente por desgracia, esos números también están en poder de Mauricio Macri, de Eduardo Duhalde y otros con aspiraciones políticas. Macri ya se animó a revelarlos -sutil pero intempestivamente- en su reciente sentencia al respecto de que "el kirchnerismo mantiene un rechazo ciudadano que supera el 70 por ciento".
El problema para cualquier funcionario sobreviene cuando esos números lapidarios llegan a la calle, con el disfraz que sea.
Hace cuestión de horas, el santafesino y kirchnerista Agustín Rossi fue atacado a huevazos por un grupete de enfurecidos ruralistas que lo esperaban en un pequeño pueblo de Santa Fe.
Nuevamente se conocieron dichos de Randazzo, en una copia fiel de su reacción ante los eventos de Morteros: "El episodio fue armado". La caradurez definitiva, sin embargo, cobró forma en boca de la propia víctima -Rossi-, cuando disparó: "los manifestantes sabían de mi visita pues este dato se filtró a la prensa".
A partir de estos comentarios, el kirchnerista deja traslucir su evidente amateurismo en lo que a visión política respecta, dado que la lectura de su respuesta es un reconocimiento tácito y desnudo de que los funcionarios y aliados kirchneristas ya no pueden pasearse por ningún rincón del país, a no ser que la travesía se circunscriba al más estricto de los secretos.
¿Es este el ejemplo de un funcionario? Si las cosas funcionan razonablemente bien, ¿es aceptable que un ministro o diputado aliado al poder deba andar escondiéndose o camuflándose entre sus propios ciudadanos? Desde luego que no debería ser así. Pero esta es otra de las contundentes pruebas que revelan el aislamiento en clave de burbuja que aqueja a los hombres de Kirchner, y del cual no saben -o no desean- salir.
De todas maneras, aquí también subyace la comprobación in situ de que la estrategia oficial de victimización ha llegado a su fin. De nada le sirve al kirchnerismo aferrarse a teorías conspirativas, complots y ataques, habida cuenta de que la propia ciudadanía aplaude y hasta motoriza estos escraches. ¿Vale la pena seguir insistiendo en la postura de víctima? ¿Está comprobado el beneficio residual de tal accionar?
De esta suerte de táctica miserable se ha apropiado María José Lubertino, la bella funcionaria del INADI -instituto que combate la discriminación en la Argentina-, y que ha llegado al ridículo de buscar adhesiones en la red social Facebook. Papelonazo si los hay, y mucho más cuando cualquier investigador mediocre comprueba que las personas que la apoyan desde Internet tienen ya antecedentes de publicar inscripciones afines al pensamiento oficial en toda la Red.
Lubertino venía pasando desapercibida hasta que ignoró -en forma poco decorosa- los dichos del piquetero kirchnerista Luis D’Elía contra el Estado de Israel y contra los judíos argentinos en general. Declaraciones que, en criollo, remiten al más inocultable de los antisemitismos.
Involucrarse de lleno en el cenagoso terreno de la antinomia entre israelíes y palestinos es un juego peligroso para la imagen pública de cualquiera, precisamente porque es un teatro de operaciones verbal en donde los grises parecen brillar por su ausencia. En este terreno, ni siquiera los más reputados analistas políticos desean meterse. Porque cualquier comentario al respecto equivale casi a tomar partido.
Por momentos, aparecer como "abogado del diablo" se transforma en un rol sumamente detestable para los partidarios de ambos lados del conflicto. El inconveniente principal para María José es que opinó -obviamente en caliente- sobre un hombre que pertenece a la "zona gris" del kirchnerismo: Luis D’Elía.
D’Elía, sin importar cuánto se niegue desde el poder, sigue facturando mensualmente gracias al Tesoro y haciendo el trabajo sucio del ex presidente. El piquetero es como el alter-ego de Kirchner: hace y dice lo que el otro no puede hacer ni decir. Un tema varias veces debatido entre los informantes regulares de El Ojo Digital ha tocado de cerca el antisemitismo del ex mandatario. Algunas voces lo declaran abierta y fuertemente antisemita, especialmente por los comentarios que ha hecho por lo bajo, y siempre compartiendo idéntica visión con su señora esposa. Mas se cuidan mucho de mostrar la hilacha en público.
Otros, no tan cercanos a esta visión, adhieren a la teoría de que los antisemitas del gobierno son los que operan en la periferia del piqueterismo oficial y entre los íntimos del gobierno, como Carlos Kunkel. En cualquier caso, es válido concluir que esta Administración destila un odio exacerbado contra Israel. La laboriosa colectividad judía de la nación no debería esperar mucho de la Casa Rosada.
Recientemente, el camionero Hugo Moyano ha remitido ayuda a la franja de Gaza, pero tal medida difícilmente haya sido tomada en solitario por el gremialista, como en su momento tampoco lo hizo Alberto Samid en la mitad de la primera guerra de los estadounidenses contra Irak. Tal asistencia humanitaria no debería verse solo como tal. Es preciso hilar un poco más fino para estudiar la manera en que Balcarce 50 se posiciona frente al conflicto mediooriental. Hebe de Bonafini, Quebracho y otros grupejos insignificantes del quehacer "social" nacional, no tiemblan a la hora de tildar al Estado de Israel de "genocida". Desde luego, muchos de ellos -y muy a pesar de sus orígenes- siguen una línea unas veces ideológica y otras mercantilista.
En cualquier caso, el offside de María José Lubertino debe ser castigado, y su puesto debería quedar vacante inmediatamente. No se trata de recostarse en un argumento ad hominem o de cuestionar a la persona. Corresponde condenar a los modos utilizados de cara al problema, especialmente cuando se trata de alguien encolumnado detrás de la defensa de los derechos civiles.
Mas, nuevamente, está la cuestión de la impunidad de D’Elía. Este hombre se sabe intocable, al menos hasta que no renueve sus fueros. Si no se sintiera así, Lubertino no habría dudado en denunciarlo penalmente. Pero sucede que el piquetero sí se encuentra obviamente al margen de la ley y goza de la protección y el visto bueno del matrimonio presidencial. Por ello, ahora se encuentra encerrado en la loca carrera de posicionarse en alguna lista a diputados que le garantice alguna extensión para su impunidad. De otro modo, los presagios de este medio se convertirían en realidad y se reactivaría su proceso por la toma de la comisaría de la Boca, más la cobarde agresión que le propinara a un manifestante en Plaza de Mayo, en horas de cacerolazos antikirchneristas.
Aunque vale la pena renovar el comentario, obtenido de una de nuestras fuentes: D Elía -al igual que otros soldaditos de plomo- irá preso, más tarde o más temprano. Solo es cuestión de sentarse a esperar.
Otro tema candente que ocupa las planas de los periódicos por estos días es la claudicación del contrato que tenía el Dr. Nelson Castro en Radio del Plata, por parte de la compañía kirchnerista Electroingeniería (ahora en el siempre prolífico negocio de los mass media), que oportunamente estuvo salpicada por el caso Skanska. Pero, ¿qué demonios hace esta empresa adquiriendo medios de comunicación? ¿Acaso en realidad se trata de -como algunos lo sugieren- una suerte de empresa fantasma que opera vía testaferros para un personaje poderoso... y que ha sido Presidente de la Nación no hace mucho tiempo atrás?
De todas maneras, la noticia que refiere a las desventuras del Dr. Castro no reviste nada de nuevo. Las novedades tal vez solo tienen relación con los nombres involucrados.
Desde este medio digital se había aclarado oportunamente que una victoria de Cristina Fernández de Kirchner en las presidenciales de octubre traería aparejadas este tipo de situaciones. Pueden esperarse episodios muy similares de aquí a octubre de 2009, cuando se produzca la caída del imperio kirchnerista. Como siempre, la responsabilidad es de los comunicadores que operan en los medios independientes que aún resisten -¿queda alguno?-. Ellos son los que deberían recoger el guante. ¿Nadie imaginó que los Kirchner, en tiempos de debilidad, mueven agresivamente sus piezas sobre los medios de comunicación? Ellos, desde el inicio, son unos convencidos de que el control de medios es efectivo para modelar la realidad en tiempos adversos. Para los trabajadores de prensa ya es hora de abandonar la hipocresía. De nada sirve invertir tiempo en posiciones corporativas funcionales a la táctica oficial del divide et impera.
Muchos nombres reputados que han demostrado sus apoyos al brillante periodista despedido son parte del payroll del oficialismo, pero creen que la gente jamás se dará cuenta. ¿Se habrá hecho la hora de revelar la lista completa de nombres de los periodistas mercenarios del poder? Monarcas absolutos, estrategas chinos del siglo XII y hasta Nicola Machiavelli se inclinarían ante los postulados del amigo Néstor. La práctica ha convertido a los Kirchner en excelsos maestros a la hora de atropellar y doblegar a la democracia. Pero ningún líder nacional podría llevar al terreno de la cotidianeidad esta monumental faena sin secuaces.
La última parada de este tren coincide con el teatro de operaciones todavía en construcción y que apunta a la competencia presidencial en 2011 como encumbrado objetivo. Aquí no hay mucho de nuevo para decir, salvo renovar nuestra visión de cara a las probabilidades y al estudio de los escenarios futuros.
Sin importar el número de candidatos bajo el spotlight, el único dato fehaciente es que el propio electorado será quien decida la continuidad o no del kirchnerismo. Lo que suena a obviedad no lo es tanto. Esta vez, un dato es seguro, y es que los candidatos que pueda presentar el matrimonio presidencial no se verán beneficiados por la indiferencia generalizada que puso a Cristina Fernández de Kirchner en el poder. Será categórica, esta vez, la percepción que los votantes tengan del gobierno en función de la gravedad del panorama económico para 2009, que se percibe de color negro azabache.
Mal que nos pese, durante este año, decenas de miles de argentinos perderán su empleo. Si acaso el matrimonio presidencial es culpable o no de la crisis internacional será la comidilla que pondrán sobre la mesa muchos analistas de calidad dudosa, al estilo de Gustavo Sylvestre y Marcelo Bonelli, del programa de Todo Noticias (TN) A Dos Voces. Mas, en la psicología del votante, lamentablemente para los usurpadores de Balcarce 50, en la Argentina, el mal momento económico o financiero de una persona en determinado tiempo y lugar, ha sido asociado históricamente a aquellos que detentan el poder en ese preciso tiempo y lugar en que la crisis se produce. Los Kirchner no son culpables directos del colapso de las bolsas internacionales ni del neocrack financiero, pero son responsables ineludibles de no haberle dedicado el debido tiempo al siempre necesario requisito del ahorro interno, mientras las condiciones eran óptimas. Por ende, se los puede calificar como decidida y supinamente ineptos a la hora de proveer soluciones para los tiempos de vacas flacas.
Culpar a los Kirchner por el mal momento de la Argentina y por la propia situación económica no solo es lícito sino que se impone como obligatorio en cualquier debate, sea televisivo o de café.
Por si ello fuera poco, la realidad se encarga, por sí sola, de obsequiarle herramientas a los electores enfurecidos: antes de Cristina, estaba Néstor. Retomar el rebenque virtual para terminar de sacudir culpas sobre Fernando de la Rúa o Carlos Saúl Menem no servirá de mucho esta vez.
Como ya nos hemos ocupado de destacar, y siempre de acuerdo a nuestras fuentes, lo mejor que podría ocurrirle a los Kirchner es que Mauricio Macri se anime, se postule para el máximo cargo nacional, y se imponga en 2011. El Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires jamás procesará al matrimonio presidencial por su interminable concatenación de actos de corruptela.
Después de todo, Mauricio literalmente arrugó ante los reclamos de un puñado de incorregibles porteños de Recoleta y Palermo que echaban pestes contra los parquímetros instalados en sus barrios. Esta horda de falsos ciudadanos de bien exigían, en resumidas cuentas, que se les renueve su impunidad para aparcar sus vehículos en la calle, continuar estorbando el tránsito y provocar accidentes por colocar sus rodados sobre los espacios prohibidos y rampas para discapacitados. Por sobre todo, un alcalde debe comprender que los vecinos de su ciudad muchas veces pondrán el grito en el cielo contra medidas que los afectan en sus respectivos caprichos. Retroceder no evitará el desangramiento de votos; solo prolongará la aparición de soluciones, en este caso de cara a la problemática del tránsito. ¿Es Mauricio Macri una solución a los problemas del país? Desde luego que no. Si fuera ungido presidente, lo más lógico es imaginar que se ocupará de garantizar las tropelías de los caudillos inútiles del Interior que viven de los dineros de la Nación, como también es presumible suponer que regalará cheques en blanco para los corruptísimos y camorreros intendentes del conurbano bonaerense, expertos en cargarse administraciones enteras. No se podrá esperar mucho del ex presidente de Boca Juniors.
Candidatos de papel como Felipe Solá, Daniel Scioli, Carlos Reutemann y Hermes Binner solo servirán para hacer las delicias del matrimonio saliente y de toda la lacra que hoy se hace llamar Partido Justicialista disidente. Rejunte de impresentables caudillejos inoperantes que se divierten poniendo palos en la rueda para luego hacer exhibición de su poder frente a los medios.
Lo peor que podría pasarle a Néstor Carlos Kirchner, Cristina Fernández, Máximo y Florencia se llama Elisa Carrió. Pero la chaqueña -si acaso algún día llega a ganar-, solo aguantaría en la Presidencia un año calendario y luego sería devorada por los buitres pejotistas. Todo lo cual incluso serviría para preparar el manjar del triunfal regreso de los santacruceños. Postales macabras de una nación sin memoria.
Felipillo Solá, después de todo, fue uno de los kirchneristas más obsecuentes de la historia reciente. Casi al punto de habilitar una sección en el Libro Guiness. Lo propio puede decirse de Scioli, cuyos títulos de motonáutica valen menos que una gastada moneda de un peso -sería largo extenderse aquí sobre las carreras arregladas y la inexistente categoría donde "competía"-.
El santafesino Hermes Binner, por otro lado, no parece tener más relevancia política que la que podría caberle a un eterno segundón, y en sus expresiones públicas jamás dice nada realmente. Una cáscara vacía es la metáfora que viene al caso.
A los candidatos éticamente válidos habría que buscarlos, definitivamente, en otra parte, si acaso alguien estuviera interesado.
Mas siempre corresponde tener en cuenta lo sucedido luego de la caída del radical Fernando de la Rúa : Adolfo Rodríguez Saá -se comenta- tuvo la intención de quedarse en el poder pero fue magistralmente amenazado para que abandone aquella pretensión. Referentes del conurbano le enviaron elocuentes mensajes mafiosos al respecto de que su familia y sus hijos eran fotografiados periódicamente, y sus movimientos finamente estudiados. El misionero Ramón Puerta fue advertido frente a la posibilidad de los aviones que "pueden caerse del cielo". Las respuestas para aquel intríngulis deben buscarse siempre en Saint Vincent, que no es precisamente una iglesia. Aunque sí podría tildarse de templo. Bondades del videogame Storm Rider.
A aquellos que creen oler animadversión en este escrito, vale la pena recordarles la caída del avión del boliviano-argentino Estenssoro, quien se oponía cabal y gallardamente a la privatización de YPF en tiempos de Carlitos. Aquí estamos bordeando temarios que ponen los pelos de punta pero que, indefectiblemente, son indisolubles del patrón de los esquemas políticos de la Argentina. Que los agentes de la CIA son unos niños de pecho, joder.
Una pena que el grueso de esta información jugosa pase notoriamente desapercibida por las páginas de medios tradicionales como Clarín o La Nación. Se avecina la victoria del Gran Hermano, ahora que también hemos perdido a Ambito Financiero a manos de Belial.
El Ojo Digital
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