Por
Mariano De Vedia
Con
el grado de teniente de corbeta, a los 27 años, el joven nacido en Puerto
Belgrano pidió la baja, dolido por la situación que vivió su padre, el capitán
de fragata Marcelo Toulemonde, que en abril último fue pasado a retiro
obligatorio. Esa jubilación forzosa llegó luego de sucesivas sanciones
derivadas del episodio en el que su esposa le gritó a la Presidenta, en un acto
oficial, para reivindicar el papel de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la
subversión.
"Al
fundamentar mi pedido de baja, expresé mi preocupación por lo sucedido con el
retiro de mi padre y la existencia de arbitrariedades, falta de valores y
actitudes de mis superiores y de funcionarios del Ministerio de Defensa, que
desalentaron mis expectativas", relató el hijo de Toulemonde a LA NACION.
"También
expliqué por escrito mi asombro por los recursos obsoletos y la falta de medios
con que hoy conviven los oficiales y suboficiales de la Armada", contó el
joven marino, que guarda un récord digno del libro Guinness: el año pasado
cursó un año de especialización en la Escuela de Submarinos, donde
históricamente se impartían 180 días de navegación y tuvo apenas 29 horas de
inmersión para operar en el mar, como parte del entrenamiento profesional.
La
baja le fue concedida, finalmente, a partir del 1° de este mes. Pero
previamente fue notificado de la sanción de arresto por exponer
"apreciaciones improcedentes" en los fundamentos de su petición.
"Molestó
mucho la mención del caso de mi padre, pero no tanto la descripción de la falta
de recursos", explicó el joven oficial, que en los últimos meses fue jefe
de navegación, con diez subordinados en el submarino Salta, un buque que no
navegaba.
El
acto de su propia graduación, en diciembre de 2007, le anticipó las
turbulencias que llegarían después.
Su
madre, Mónica Liberatori, interrumpió con un grito el discurso de Cristina
Kirchner en el Colegio Militar, para reivindicar el nombre del coronel
Argentino del Valle Larrabure, secuestrado por el ERP en agosto de 1974 y
muerto un año después, en pleno gobierno constitucional.
"Viví
el calvario de mi padre, pero no sentí un hostigamiento personal", admitió
Toulemonde, cuyo hermano Matías, dos años menor, también integra la fuerza y
recibió el sable de guardiamarina, al graduarse, de manos de Cristina Kirchner.
"Sí
percibí la atmósfera de incertidumbre y falta de rumbo en la institución. La
Armada dejó de participar en entrenamientos internacionales y nos acercamos a
Venezuela y Angola. Sin adiestramientos serios, no podemos conducir a nuestros
subordinados", lamentó el joven oficial.
El
teniente Toulemonde sufrió con sus compañeros los retiros forzados de oficiales
muy destacados, primeros en su promoción, por portación de apellido. "El
Ministerio de Defensa hurga siempre en el pasado y pareciera que no le
importaran otros temas, como el insuficiente entrenamiento por falta de
recursos", describió. "Sabía que no era una carrera para hacer
dinero. Pero nunca imaginé que iba a tener que lidiar con medios tan
obsoletos", agregó, preocupado por el rumbo de la fuerza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario