Para aquellos funcionarios, responsables de la seguridad, y a los que les gustan los "slogans" o frases hechas como "mano blanda", "mano dura" o "mano justa", los "ciudadanos" les pedimos que se pongan a trabajar "con la ley en la mano"
Por Alfredo E. Grimaldi (*)
Hoy todos los habitantes de la Nación saben, perciben, sienten y padecen la inseguridad cotidiana. Saben porque los medios los bombardean permanentemente con noticias, donde el delito es siempre el centro de la historia y, a juzgar por los hechos, es el vencedor diario, en la lucha de éste con la seguridad. Perciben que las autoridades no solamente no logran dar vuelta el resultado de este combate (delito vs. seguridad), sino que no se avizora algún proyecto, tanto a largo plazo como inmediato, tendiente a revertir los hechos. Sienten una constante amenaza a su tranquilidad, a su derecho de poder desarrollarse en una sociedad organizada para proteger a sus integrantes. Padecen día a día la angustia de enfrentarse a una evidente y desequilibrante sensación de indefensa, que no es otra cosa que la alarmante presencia de ausencia de seguridad.
Cuando me refiero a la "presencia de la ausencia de seguridad", estoy marcando, en realidad, el territorio donde se desempeñan tanto los "ciudadanos" (y no es necesario aclarar que son los individuos que se desarrollan y desenvuelven dentro de las leyes, normas y reglamentos que establece una republica) y los "delincuentes" (sujetos cuyas actividades se realizan al margen de cualquier cuerpo legal y que establecen sus propios códigos). El primero, (ciudadano) por la necesidad del segundo (delincuente) de concretar su actividad, se convierte en "victima", y como respeta la ley imperante y dejó su defensa en manos del "Estado", espera resultados concretos que reestablezcan su interrelación con el cuerpo social, y que el motivo que lo victimizó no pase de ser un hecho aislado y perteneciente a una estadística normal a la densidad poblacional en la que convive y totalmente controlado por las autoridades.
El segundo actor (delincuente), ajusta su accionar acorde al tipo de delito, a las características de la victima (ciudadano) y, por sobre todo, a los métodos de control y vigilancia (seguridad) que aplican los organismos (Estado) destinados a tal fin.
Con esta simple descripción de actores y escenario podemos interpretar los acontecimientos actuales en materia de inseguridad. Hoy, el "ciudadano" convive con la nefasta "presencia de la ausencia de seguridad" cuando sale a la calle, cuando sus hijos están en sus actividades diarias y aun cuando están en sus hogares, ya que la "inviolabilidad" de domicilio es constitucional, pero recordemos que no está contemplada en los "códigos" delictivos. El "delincuente", lógicamente, percibe esta "presencia de la ausencia de seguridad", y eso lo anima a realizar su cometido. Es tan fuerte la "presencia" que la mayoría de los delitos contra lo propiedad son perpetrados sin planificación previa; lo realizan si se presenta la ocasión, "al boleo" según la jerga de la calle.
Vale aclarar que esta "presencia de ausencia de seguridad" es más tenebrosa cuando los hechos delictivos son cometidos por "delincuentes" disfrazados de "ciudadanos", por ejemplo funcionarios policiales. Es entonces cuando el cuerpo social está infectado y podemos caer en soluciones peligrosas; cuando no se aplica la "fuerza de la justicia" puede resurgir la retrograda idea de la "justicia por la fuerza". O cuando funcionarios políticos quedan expuestos en casos de corrupción y la justicia no actúa con el rigor correspondiente, socavando la confianza del "ciudadano" que se ve defraudado y alentando al "delincuente" que se siente igualado a las máximas autoridades a través del delito, haciendo propicia la oportunidad que siempre están esperando los enemigos de la democracia para instalar algún régimen tirano y, lógicamente, arrasando con las garantías constitucionales, implantando "códigos" que los exponen como "delincuentes" sediciosos y traidores, ya que delinquen contra a la "Republica". Soy terminante en este punto, porque quiero dejar bien en claro que "régimen militar" no es sinónimo de "Seguridad"
Lamentablemente, la "presencia de la ausencia" se ha instalado en nuestros jóvenes, y no me estoy refiriendo a la juventud que por su estado de "marginalidad" hizo del delito su medio de sustento: me refiero a los que ostentan la responsabilidad republicana del futuro de nuestra Nación, a los que pertenecen a la fabrica inagotable de "dirigentes", la "clase media argentina".
Muchachos que perciben esa falta de control, que han estirados los limites hasta casi hacerlos desaparecer y que, lamentablemente, empeñan su futuro, tanto cuando se convierten en victimas o victimarios, en una pelea callejera a la salida de alguna disco, o a través de una botella que es arrojada al paso de transeúntes desde una ventana. Cuando la ausencia de seguridad es tan omnipresente, el traspaso de la condición de "ciudadano" a la de "delincuente" demora una cuestión de segundos.
Para aquellos funcionarios, responsables de la seguridad, y a los que les gustan los "slogans" o frases hechas como "mano blanda", "mano dura" o "mano justa", los "ciudadanos" les pedimos que se pongan a trabajar "con la ley en la mano", para que "la presencia de valores republicanos" reemplace la "ausencia de seguridad".
(*) Secretario de Seguridad del Grupo Pampa Sur.
Comisario (R) Policía Federal Argentina.
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