Hablar de internas entre personalidades tan civilizadas como los actuales integrantes de la Corte Suprema, sería simplificar de manera brutal los matices de las discusiones, alianzas y proyectos de sus integrantes. Pero aún a pesar de la voluntad de sus protagonistas, una inevitable puja de protagonismo se ha iniciado entre sus integrantes más famosos: Ricardo Lorenzetti, presidente del máximo tribunal y Eduardo Zaffaroni, el más mediático y observado de los hombres de los jueces supremos.
Entre Lorenzetti y Zaffaroni existe una excelente relación, coinciden en su prestigioso pasado académico –aunque en este punto el penalista le saca varios cuerpos a sus colegas- y hasta votan muchas sentencias en consonancia, pero… Siempre hay un pero.
Desde el Gobierno hace rato que empezaron a ver con otros ojos a Zaffaroni, más favorables que los que tenían hace algunos meses, y hasta en voz baja algunos oficialistas especulan en convertirlo en el presidente de la Corte, en reemplazo del abogado rafaelino que se destapó con actitudes, advertencias y silencios que provocaron disgustos en Balcarce 50.
Cuando a Zaffaroni le hacen llegar esa clase de comentarios, el penalista frunce el ceño para saber de donde salió esa extraña especulación, mientras se limita a sonreír.
Es que Zaffaroni ya hizo público su decisión de abandonar el máximo tribunal de Justicia apenas firme "dos o tres fallos importantes". Dice que la Corte no es para él, que no llegó para aferrarse a uno de esos sillones señoriales, que la república no tolera cargos vitalicios –un tiro por elevación a Carlos Fayt- y que tiene otros planes más tranquilos y personales para el futuro.
Pero también es verdad que con un gran manejo político de los tiempos suele irrumpir con declaraciones resonantes, como las últimas, que dedicó a criticar la idea de Daniel Scioli de bajar la edad de imputabilidad. Una posición que si no fue alentada por la Casa Rosada, al menos le cae de maravillas para acotar al siempre inquietante gobernador bonaerense, y de paso acentuar el perfil progresista del kirchnerismo.
“Zaffaroni se diferencia en sus temas, los penales, los vinculados a los derechos humanos. Con eso no tenemos mayores problemas. Pero en las cuestiones políticas y económicas importantes, es un hombre con el que se puede hablar y sabe transmitir de manera adecuada nuestras posiciones al resto del tribunal”, le reconocen a este juez en lo más alto del kirchnerismo, más precisamente en el Ministerio de Planificación que conduce Julio de Vido.
Es que en la Casa Rosada le cuestionan a Lorenzetti que por su falta de cintura política siempre logre asegurar una mayoría en la Corte, cuando hay que tratar fallos claves para el poder. “El que cierre cuatro votos más rápido, ese es nuestro hombre”, se sinceran.
La referencia no es caprichosa, Zaffaroni combinó con su extensa trayectoria judicial una fuerte actividad política, fue legislador porteño, convencional constituyente de la Ciudad y candidato en otras tantas ocasiones, siempre de la mano de movimientos progresistas como el desaparecido Frente Grande de Carlos “Chacho” Alvarez.
Como sea, a Lorenzetti, las versiones de su eventual reemplazo por Zaffaroni no le causan tanta gracia como al penalista, confirmaron a La Política Online fuentes allegadas al máximo tribunal. Es que esas versiones en parte revelan la voluntad oficialista de 'marcarle el terreno' al presidente de la Corte, con quien acumulan algunas cuentas pendientes.
Viejos enojos
Néstor Kirchner no le perdona al presidente del máximo tribunal haber filtrado a la prensa un encuentro con la Presidenta en pleno conflicto del campo. La reunión ocurrió el fin de semana del Día del Padre del año pasado, en medio de los cacerolazos y protestas por la tozudez del Gobierno de mantener la resolución 125.
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El 1 de julio del 2007, La Nación informó que Cristina Kirchner había ordenado mandar al Congreso el proyecto de las retenciones móviles. El diario aclaró que esa decisión se tomó luego de que Lorenzetti le advirtiera a la jefa de Estado que, así como estaba, la resolucion 125 no sortearían el aval judicial.
Al día siguiente, Kirchner salió a negar cualquier encuentro secreto entre su esposa y el titular del Alto Tribunal. "La Presidente me ha pedido desmentirlo absolutamente. No hubo reunión secreta con nadie. Todo lo que hace la Presidente lo hace públicamente", dijo Kirchner y -en una clara indirecta- añadió: "Estoy seguro que el doctor Lorenzetti va a desmentir absolutamente esto".
Lorenzetti guardó un frío silencio y recién horas después, tras insistentes llamados periodísticos, la Corte emitió un comunicado que decía que su función consiste en "ocuparse de las cuestiones de Estado y no intervenir en debates políticos" y que además "sólo opina a través de sus sentencias". Solo la liberación por esas horas de la colombiana Ingrid Betancourt salvó a la Corte Suprema de una nueva afrenta pública.
Jueces y partidos
Lorenzetti encabeza una Corte Suprema de Justicia de la Nación, que durante el 2008, irrumpió en la escena política de una manera contundente, a través de sus fallos y de declaraciones publicas que, varias veces, fastidiaron a los hombres del Gobierno.
La orden de actualización de los haberes de los jubilados, la decisión de tomar en su manos la limpieza del Riachuelo y el freno al Congreso en la causa Luis Patti, fueron algunas de las sentencias que contrariaron al poder. A esto se sumó un Lorenzetti pidiendo más independencia para los jueces. Y no fue un lugar cualquiera en el que lo dijo: lo hizo en el encuentro de jueces más importante a nivel nacional. Luego de sus dichos, el Consejo de la Magistratura quedó en el ojo de la tormenta.
Zaffaroni salió días después a respaldar a su colega Lorenzetti en ese pedido de independencia, pero sus dichos se tomaron con mayor naturalidad en la Casa Rosada, casi como un inevitable saludo a la bandera ante la declaración de su presidente.
Para esa altura, Zaffaroni ya era mejor visto en el Gobierno. Es que a los hombres del sur les gustó la presencia del penalista en un acto que organizó el Partido Justicialista en julio pasado para homenajear al laborista Norberto Centeno, impulsor de la ley de Contrato de Trabajo y desaparecido durante la dictadura. Hasta allí se acercó Zaffaroni para dar un discurso en memoria del colega desaparecido, y terminó -.algo incómodo- en un escenario enredado en una proclama justicialista cuando Néstor Kirchner, su esposa y los gremialistas presentes comenzaron a tararear la marcha peronista
A partir de entonces, en algunos corridillos oficiales comenzaron a tejerse versiones que indicaban que Zaffaroni apuntaba a un "proyecto político". "No sé quién lanzó las versiones sobre candidaturas. Es absolutamente infundado, no tengo ningún proyecto político", respondía Zaffaroni cada vez que le preguntan sobre el tema. "Ya me hicieron candidato a varias cosas, a diputado, a senador, a gobernador; me falta a obispo", ironizó, con humor que lejos de tranquilizar, agigantó la inquietud en el despacho más importante de la Corte Suprema.
La Política Online
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