miércoles, 27 de junio de 2012

Dirán que todo es mentira

El hambre duele, pero más duele cuando se ve como se manipula a esa gente que carece de todo y que no tiene lo más básico que es un plato de comida diario y el poder se aprovecha de sus necesidades utilizándolos como comodines para sus fines electorales.

Por María Celsa Rodríguez

La felicidad es un estado de ánimo que produce  bienestar, una sensación de  alegría y  de  satisfacción frente a la vida.
Pero ¿se puede ser feliz siempre? Muchos han estudiado e investigado sobre el tema pero hasta ahora nadie ha encontrado la fórmula de la eterna felicidad. Esa llave mágica que nos conduzca hacia las puertas del paraíso.
Solo se puede decir que es un estado interno que nos mantiene en una actitud positiva, mirando la vida  con una sonrisa, disfrutando cada día de las pequeñas cosas. Viviendo todo con satisfacción y estando en un estado de complacencia frente a nuestras circunstancias.
Pero ¿somos todos felices los argentinos? Irónicamente en el ranking del "El Happy Planet Index", la Argentina está en el puesto 17 de los países más felices. Y utilizan para medirlo parámetros como la esperanza de vida, el bienestar y el manejo de la ecología" entre otras cosas.
Pero ¿todos los 40 millones nos sentimos felices?

Si bien los malos momentos pueden golpear a nuestra puerta, como, los problemas económicos, la inflación, la familia, los negocios, las cuentas que no cierran, los problemas de salud, el estrés, la inseguridad, la corrupción, etc., entonces en esos momentos los pensamientos negativos pueden convertirse en salvavidas de plomo que afectará nuestra aptitud frente a la realidad, debilitándonos ante los cotidianos embates que nos acosan. Y esto luego puede influir en nuestras decisiones y al final terminan por afectarnos internamente y reaccionamos equivocadamente.

Pero ¿qué pasa cuando es el sustento diario el único problema que preocupa a un ser humano? Si se carece del alimento necesario para vivir, y se es un niño que no tiene posibilidades de tener un plato de comida cada día ¿Se puede ser feliz con hambre?
¿Puede aceptar un funcionario, legislador, ministro, intendente, gobernador, vicepresidente y presidente de Argentina sin revolvérseles las entrañas que  un niño  de su país no tenga que comer y que solo cene una taza de té?

Y teniendo en cuenta  que  desde la Fundación Conin (Cooperadora para la Nutrición Infantil) dice que en el país mueren por desnutrición 20 chicos cada 1000, y 2.100.000 no tienen asegurado el acceso a una alimentación diaria, mientras 260.000 niños menores de 5 años sufren algún grado de desnutrición. Entonces ¿podemos sentirnos bien, con niños con hambre, sin expectativa de vida, sin bienestar y sin fuerzas para jugar, para sonreír, para tener una infancia feliz?
¿Qué le pasará por la cabeza a la Presidente cuando ve en la televisión y en las calles de la República Argentina a su pueblo con carencia de alimentos? ¿Cuando dice que  gobierna para 40 millones de argentinos, acaso esos niños no son parte de esos 40 millones? ¿Qué siente cuando ve gente sufriendo y viviendo en la más cruda pobreza? ¿Qué sentirá cuando ve a familias que se alimentan de la basura? ¿Qué piensa cuando ve niños desnutridos y con poco desarrollo? ¿Cómo se sienten sus funcionarios, y ministros cuando despilfarra el dinero del pueblo en cosas que no son tan prioritarias como es la comida?
Los millones que se gastan en Aerolíneas -que está mal administrada- manteniendo aeronaves por las que pagan fortunas, dinero que pueden ser destinado para dar de comer a tantos pequeños pero que se gastan en aviones que están abandonados en las pistas y sin cumplir sus funciones. O cuando se pagan millones en programas o en  proyectos que terminan truncos pero que sirvieron para favorecer a unos pocos, o cuando se dilapida en publicidad y no en alimentar a los niños de su país.

Es verdad, el hambre duele, pero más duele cuando se ve como se manipula a esa gente que carece de todo y que no tiene lo más básico que es un plato de comida diario y el poder se aprovecha de sus necesidades utilizándolos como comodines para sus fines electorales.

Pero mientras ellos se engalanen de soberbia y vanidad seguirán sordos y ciegos y los niños del país dormirán con hambre. Pero sus aplaudidores obsecuentes que nada les importa, dirán que todo es mentira.

Más información www.politicaydesarrollo.com.ar

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