Perdí a mis camaradas en el camino, los perdí en bloque, no sé si mutaron, desintegraron, desaparecieron, huyeron o se escondieron. La cosa es que no los hallo por ningún sitio.
Por el Alcaide (R) Nelson David Cremades
Y eso que los busqué, que grité sus nombres pidiendo ayuda, que avisé a voces que estaban cazando a los nuestros de a uno.
Teníamos una familia, pero se desintegró. Ahora tengo otra: la que conformamos los presos políticos, sus familiares de sangre y nosotros sus familiares del afecto y la lealtad. Es una nueva familia, unida por sufrir la injusticia. Es una familia que no necesita ni del dinero ni de la fama, ni del rango ni de la figuración, ni del miedo ni del temor reverencial. Es decir, tan sólo necesita saber que hay uno de los nuestros preso del enemigo de ayer, de esa guerra que hoy sigue causando daño.
Ya no somos, ni verdes, ni azules, ni grises, ni blancos, ahora somos la Argentina prisionera. Y digo esto, pensando que lo mejor de nuestra raza, está en prisión. Y que sus familiares y amigos y compañeros de lucha, conformamos una gran familia que tiene mucho en común.
Tengo más en común con el padre del Capitán Cavallo, que con muchos compañeros de mi promoción. Más en común con Cecilia Pando, que con los que fueron mis jefes. Mas en común con Anita Lucioni o Marta Matheu o Agustín Laje o Carlos M. Acuña o Shafferstein o hijosynietosdepresospoliticos.wordpress.com que con los cadetes que adiestré. Son mas camaradas los que se organizan para hacer las compras del super y llevar comida a los pobres suboficiales presos, que con los jefes administrativos que jamás tuve.
Esos que comparten los autos para ir a Marcos Paz, Ezeiza, Devoto o Bower o Campo de Mayo o Candelaria, o Tucumán o Bahía Blanca etc. a visitar y hacer saber de su incondicionalidad a su presos. Esos son los míos.
Ya no me gusta ni me sirve, un gran asado, donde no se planee visitar a los presos, o colaborar con ideas, o con acciones simples, pero siempre dirigidas a la libertad de los quedan injustamente son prisioneros de la venganza montonera.
Quizás tenga nuevos camaradas.¿Necesito otros?. Claro que no. Los de antes ya no están, los de ahora, si.
Y como debo mirar para adelante, sepan mis nuevos camaradas, que cuentan conmigo. Los otros, los de antes, son cosas del pasado que ya no volverán, así que sacudirse las plumas y resucitar, que vamos a por un mañana y no por un ayer.
Que las canas no te engañen, que no te pegue al sillón, que tenemos que sacar a los nuestros de la cárcel.
¿Será la hora de conformar una comisión nacional de voluntarios por la libertad de los presos políticos? ¿Necesitamos damas de blanco o huelgas de hambre?
Lo nuestro es un objetivo irrenunciable: liberar a nuestros presos políticos, que lo sepa el mundo, que aquí se prevarica, que aquí se toman represalias, que aquí se está desarrollando un silencioso Katyn. Que aquí se está ejecutando una venganza anacrónica e injusta. Nuestros soldados y oficiales presos, los civiles honestos también y la calle es para las milicias populares y pobrerío adocenado y rendido de rodillas por las migajas llamadas planes sociales, donde se los disciplina y reduce a servidumbre.
Conformamos una nueva familia, una igual a las demás, con sus diferencias y coincidencias, pero unida ante la agresión.
No llamo a la paz, porque no la habrá mientras tengamos presos políticos.
Un abrazo para mi nueva familia, para mis nuevos camaradas: los que se revuelven contra la injusticia, sean civiles, militares, maestros, hijos, esposas, amigos, padres o personas de bien de todo nuestro sagrado país. Los adopto como mis nuevos camaradas y los quiero mucho.
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