sábado, 3 de marzo de 2018

DE LA PALABRA AL HECHO

Las posibilidades de un “golpe” civil hoy son nulas: ¿Quién lo daría? ¿Un sindicalista a punto de ir preso en compañía de uno de sus hijos? ¿Un patotero que acaba de cerrar su negocio de panchos con un teniente general detenido en Ezeiza? ¿Un ex juez locador de prostíbulos que fuma cigarrillos marca Vogue?
Por Jorge Lanata
Cristina creía, por ejemplo, en una especie de vínculo mágico: creía que si un deseo secreto llegaba a expresarse en palabras tenía grandes posibilidades de volverse cierto. Eso era lo que más le molestaba de “Cristina presa”. Decirlo lo volvería posible. Pero hasta ahora, por cierto,su temor no funcionó. Quizás, por cercanía, Zaffaroni, Moyano y Moreno mantengan la superstición: ---A Macri le queda poco tiempo –sentenció Moyano hace unos días, en lo que la psicología de café llamaría una evidente “proyección”: ¿le queda poco tiempo a Macri o a sí mismo?.
”Yo quisiera que se fueran lo antes posible”, soñó luego el jurista dandy Zaffaroni en su primera versión.
“Puede que se vayan en 2019, total hay un año de diferencia, pero esto nos está llevando a una catástrofe social. Que se vayan con un procedimiento constitucional de juicio político, no sé”, dijo el anciano dandy en su segunda versión.
Macri tiene que llegar al 2019, pero no lo podemos garantizar”, dijo el amigo del Papa Guillermo Moreno.
El deseo que finalmente fue palabras no tiene asidero alguno, y fue expresado por personajes que hoy no ganarían ni la asamblea de un consorcio. Moreno y Zaffaroni llegaron a sus cargos en paracaídas y Moyano vive en estos días en carne propia que el sindicalismo puede ser increíblemente cruel: lo dejaron casi solo. Los tres piden algo que nadie está pidiendo, a excepción de la secta fanática en la que, fuera del poder, se ha convertido el kirchnerismo. Y los tres desconocen, a la vez, que desde el helicóptero de De la Rua hasta hoy algunas cosas han cambiado.Los tiempos del público son mas lentos que los tiempos de la política, pero también más inflexibles: cuando la gente cambia, cambia.
Las posibilidades de un “golpe” civil hoy son nulas: ¿Quién lo daría? ¿Un sindicalista a punto de ir preso en compañía de uno de sus hijos? ¿Un patotero que acaba de cerrar su negocio de panchos con un teniente general detenido en Ezeiza? ¿Un ex juez locador de prostíbulos que fuma cigarrillos marca Vogue?. No parece alcanzar con esa Armada Brancaleone.
Los tres piensan –actúan- creyendo que el país siempre es el mismo, y que la gente nunca termina de aprender. Aún cuando el gobierno no supera el regular, las expectativas del publico cambiaron: las cajas fuertes de los sindicalistas, la cantidad de ex funcionarios presos, los intentos oficiales –a veces ficticios y otras reales- de ordenar el Estado fueron marcando una agenda débil pero novedosa. Sin oposición organizada, hoy es el mismo gobierno su peor enemigo : los olvidos y conflictos de intereses de Toto Caputo, los salarios en negro de Triaca, los despidos indiscriminados en el INTI (todo despido colectivo es,por definición, injusto y proclive a las equivocaciones, mucho más si, al mismo tiempo, el titular nombra decenas de asesores nuevos) o la actitud diletante sobre las metas de inflación y la displicencia para aumentar la deuda.
No es de un golpe civil –y mucho menos militar- de lo que el gobierno debe cuidarse sino de sus propias torpezas.


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