domingo, 15 de diciembre de 2019

CRISTINA FOMENTA MÁS GRIETAS

En pocos días Cristina demostró que fue exitosa su táctica para volver al poder, pero que vuelve recargada de chavismo y sed de venganza

Por Alfredo Leuco


A esta altura, la grieta que los Kirchner cavaron en la Argentina, ya tiene dimensiones de abismo. Pero semejante drama, a Cristina, no le parece suficiente. La jefa del presidente Fernández, fomenta más división todavía, para seguir reinando.

Para garantizar la continuidad de la dinastía con el príncipe Máximo. Fogonear un enfrentamiento entre porteños y bonaerenses es de una irresponsabilidad muy peligrosa. Y eso es lo que hizo Cristina en sus últimas apariciones. Con hipocresía y mentiras estadísticas dijo más o menos, que los porteños viven como reyes y que, los habitantes de La Matanza, como mendigos.

Exageró al plantear que en Capital hasta los helechos tienen luz y agua y que se cambian las baldosas a cada rato para que las veredas estén cada día más brillantes mientras que los matanceros viven chapaleando en el barro porque ese territorio se inunda cada vez que llueve.

Directamente entró en un delirio cargado de resentimiento al descalificar el Paseo del Bajo, una de las obras de infraestructura, más útiles para bajar la contaminación que producen los camiones y para mejorar su rendimiento productivo porque se ahorran mucho combustible y tiempo. Para Cristina, eso solo fue un túnel para que los vecinos ricos de Puerto Madero no tengan tantos problemas con el tránsito.

El doble discurso es patético. Hace que defiende a los pobres con las palabras, pero en la realidad, Cristina vive en el corazón de la Recoleta hace años y compró departamentos y cocheras en Puerto Madero. Son dos de los barrios donde más caro cuesta el metro cuadrado. Quiere ser una líder popular pero no come vidrio. Porque sería una jugada coherente con su relato que Cristina se mudara a algún barrio de La Matanza.

Así sería más creíble su discurso. ¿Se imaginan los títulos de los diarios? La vice presidenta se mudó a La Matanza? De hecho Fernando Espinoza se lo insinuó: “esta es la capital del peronismo y fue, es y será tu casa, Cristina”.

La demagogia y la falsedad hacen que Cristina no se pregunte porque La Matanza en particular y la provincia de Buenos Aires en están con un nivel de deterioro brutal. Porque es verdad que no hay cloacas ni agua suficientes y que las calles son un desastre y la luz y el gas falta en muchos lugares.

Cristina debería saber, en realidad lo sabe, pero finge que no sabe, que en 36 años de democracia recuperada, la provincia que representa casi el 40 % del padrón, fue gobernada solo en dos períodos de 4 años por no peronistas: Alejandro Armendáriz, empujado por el huracán alfonsinista y María Eugenia Vidal.

Esa provincia tan golpeada y con tantas carencias fue gobernada durante 28 años, repito 28 años, por el peronismo en todas sus variantes. Y ni que hablar de La Matanza. Federico Russo, Héctor Cozzi, Alberto Balestrini, Fernando Espinoza, Verónica Magario y ahora nuevamente Fernando Espinoza.

En los últimos 36 años solamente gobernaron dirigentes peronistas. Ellos son los responsables de las humillaciones a las que han sometido a los ciudadanos y de las necesidades básicas insatisfechas que tiene ese distrito.

Cristina nos quiere hacer creer que la culpa la tienen los porteños. O una mala asignación de los recursos coparticipables. La Nación recibe el 25% de su recaudación de la ciudad de Buenos Aires que, solamente, recupera el 3,5%. La gran diferencia es que en la Ciudad, en general, se gobernó con eficiencia y honradez y que en la Matanza, se hizo clientelismo populista y corrupto.

Basta de construir nuevas grietas. ¿No le alcanza a Cristina con las que ya instalaron? ¿Con peronismo- antiperonismo? ¿O con el pueblo contra los oligarcas? ¿O los chavistas revolucionarios enfrentados a los capitalistas republicanos? ¿Es necesario sumar una pelea entre porteños y bonaerenses?

A esta altura está claro que Cristina volvió peor. Más autoritaria y más fantasiosa. Su invento sobre la mariposa, más que poesía sonó a autoengaño. Dijo que una mariposa la acompañó todo el tiempo en La Matanza. Y que la leyenda o una fábula que nadie conoce, dice que dentro de cada mariposa anida un guerrero o un combatiente.

Su conclusión es que el espíritu de Néstor Kirchner la cuidó todo el tiempo en ese lugar. Muchos recordaron que algo parecido había dicho Nicolás Maduro sobre un pajarito que no era el de Twitter y que le hablaba como si fuera el comandante Hugo Chávez.

Otro momento que definió el estado de ánimo y sicológico de Cristina fue cuando le habló públicamente a su hija Florencia desde un escenario en Avellaneda. Como justificando la falta de dedicación a su hija, le pidió que se imaginara lo que hubiera ocurrido con un hijo de Perón y de Evita. Dijo que no quería compararse con ellos, pero se comparó.

Una forma de sacarse las culpas de encima y engañarse a sí misma al pensar que todos los problemas serios de salud que tiene Florencia, se deben a la persecución judicial a la que la someten para castigar a Cristina por ser una líder popular que elige el afecto de la juventud y los trabajadores.

Todo el mundo sabe que no es así. Hasta Víctor Manzanares, el propio contador de la familia dijo que Florencia nunca quiso saber nada con las dos obsesiones de sus padres: el poder y el dinero.

La metieron de prepo en un baile nefasto de militancia no querida y de millones de dólares termosellados en su caja de seguridad y la hicieron firmar en varios directorios y balances que ahora la comprometen ante las investigaciones de la justicia.

Fue Cristina la que metió a Florencia en esta trampa. Y es ella como madre, la que tiene que hablar estos temas en un mano a mano afectivo y constante con Florencia. No creo que la sufriente hija, mejore su estado de salud que al parecer es muy delicado, con palabras pronunciadas desde un acto político.

En pocos días Cristina demostró que fue exitosa su táctica para volver al poder, pero que vuelve recargada de chavismo y sed de venganza.

Saludar con desprecio al presidente Macri que se va, cantar la nueva estrofa de la marcha que la nombra a ella, darle consejos al presidente frente a la multitud en plaza de Mayo y pedirle que no se asuste con “la tapa de un diario”, son apenas perlitas de un collar que la muestra menos sincera y más agresiva que antes. Con sus joyas y zapatos de 1.300 dólares.

Con los retos y desplantes que le hizo a los jueces del tribunal que debe decidir sobre la banda delictiva que lideró para saquear al estado y enriquecerse colosal e ilegalmente. Momento histórico e intimidatorio cuando aseguró que la historia ya la absolvió y que van a ser los magistrados los que tengan que contestar preguntas.

Con contradicciones brutales que vacían de credibilidad sus palabras respecto de su apoyo y rechazo a la doble indemnización. Hasta fustigó a Macri porque la había vetado ¿En qué quedamos Cristina?

Las falsedades están a la orden del día. Otra de las estrofas que los muchachotes de la Campora le agregaron a la marchita peronista dice que resistieron en los ’90. Bad information, doctora.

En los ’90 los Kirchner fueron 7 veces en la boleta electoral con Carlos Menem y Néstor lo definió como uno de los mejores presidentes, incluso superior a Perón y ahora Alberto lo abrazó en su asunción y Cristina lo sumó al bloque de senadores que ella va a manejar.

Esa intolerancia baja como línea directa a sus discípulos más amados, con perdón de Boudou. Axel Kicillof, además de nombrar dos funcionarios procesados, convirtió ese disvalor en algo heroico. Dijo que son perseguidos por sus ideas. ¿Quién conoce las ideas de Daniel Gollán y Cristian Girard? Es el primer paso formal hacia una amnistía encubierta con premio sorpresa.

Los procesados por las justicia por casos de corrupción serán contratados nuevamente con medalla y beso. Ya no deberán bajar la cara de vergüenza, podrán sacar pecho con orgullo revolucionario. Por el mismo camino fue el Pami y dicen que hasta el escribano de Hebe y Schocklender también fue subido al barco de los Fernández.

Y Axel, el niño mimado y mejor alumno de Cristina, encima rescató de la derrota electoral a Florencia Saintout para ponerla al frente de un nuevo organismo que va a coordinar la política universitaria.

Resultado: habrá más adoctrinamiento burdo a los alumnos por parte de quien hizo profesor a Fernando Esteche y homenajeó a Hugo Chávez por su aporte a la libertad de prensa. Esa furia tóxica llevó a Tristán, el ministro de propaganda y venganza, a vomitar un panfleto hecho película que pagamos todos los argentinos y a copar el edificio y de paso, arrancar y romper el aparato que controlaba en el presentismo.

Algo parecido pasó con Luana Volnovich en el PAMI. Vienen por todo. Y volvieron peores. De todas maneras, lo más grave fue la proclama golpista y la apuesta a la tiranía que hizo el general preferido de Cristina y Hebe Bonafini.

César Milani, que fue salvado por la justicia de las acusaciones de violación de los derechos humanos durante el Proceso que el integró y que todavía tiene un juicio por enriquecimiento ilícito.

Milani demostró que estaba sacado, fuera de sus cabales, y que fue una grave provocación darle poder a este chavista de pacotilla que además hizo inteligencia paralela con aparatos sofisticados que ahora nadie sabe dónde están.

Como guardaespaldas desde los afiches, Evita y el Che Guevara fueron testigos del lenguaje y los conceptos fascistas de izquierda que indignan a los que quieren democracia republicana. Su presentador dijo que lo atacaron desde la derecha y la izquierda y el denunció sin una prueba que Clarín y La Nación lo quisieron extorsionar.

“Los Magnetto están acá”, dijo y acusó a “la derecha reaccionaria de atacar a la compañera Cristina” y levantó las figuras, obviamente de Rosas y Dorrego. Fue defendido por Guillermo Moreno que quedó afuera de todo y llamó al ejército nacional y popular tomar el poder verdadero. Patricia Bullirch pidió que la justicia lo citara por esta proclama absolutamente golpista y destituyente.

Lo de Milani fue muy grave. Y ningún peronista ni kirchnerista le salió al cruce. Callan y otorgan. Construyen todos los días, igual que Cristina, una grieta más profunda, un abismo donde la Argentina se hunde.

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