Por Alberto Buela
Cuando hace muchos años leíamos La sociedad abierta y sus enemigos (1966) de Karl Popper (1902-1994) pensábamos que era una propuesta inocente de un judío liberal de origen austriaco en contra del marxismo, y nunca barruntamos que este libro pudiera ser hoy la biblia de su correligionario George Soros y su fundación Open Society que alienta todas las propuestas culturales que padece Occidente: campañas internacionales a favor del aborto, de los grupos LGTB, feministas, aborígenes en América del Sur e inmigración islámica en Europa. A favor también de los programas de aprendizaje global del inglés (Globish) contra el castellano. Financió últimamente la gran marcha de 6000 migrantes que partiendo de Honduras llegó a Norteamérica.
El reciente Pacto mundial sobre migraciones, que Macri firmó alegremente, no así Brasil, Chile e Israel, puso en el tapete de las noticias mundiales esta tarea de zapa sobre las identidades nacionales que lleva adelante la fundación Open Society.
Víctor Orban, el presidente de Hungría afirmó que: “Soros va a traer a Hungría millones de africanos… es el hombre más peligroso del mundo… se hizo rico delatando a otros judíos… es anticristiano”.
El ideal que se propone es un liberalismo progresista, que busca la apertura de todas las sociedades disolviendo los diferentes ethos nacionales en un hombre mundialmente homogeneizado.
Un operador privilegiado en pos de este ideal fue el inglés Peter Sutherland quien ante la Cámara de los Comunes del Reino Unido sostuvo en junio de 2012: “La Unión Europea debe socavar la homogeneidad de las naciones”.
Hay dos autores que ha estudiado las consecuencias políticas y culturales del denominado popperismo: el belga y amigo Robert Steuckers y el francés Thierry Meyssan y a ellos se los puede consultar con provecho.
Un ejemplo vale por mil palabras, la coincidencia de ideas entre un ultra liberal como José Luis Espert y uno de izquierda como Nicolás del Caño: los dos están en contra del sistema previsional, los dos a favor del aborto, para los dos Macri y Cristina son lo mismo, y siguen las coincidencias.
El ideal es la formación de un sujeto único y homogéneo que desde la derecha o desde la izquierda piense, mutatis mutandi, de manera similar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario