viernes, 30 de enero de 2009

La "industria del holocausto" y los dichos del Cardenal Williamson

Cabría recomendarles a los jerarcas del buró de Tel Aviv que tengan mucho cuidado con despertar al león dormido de la Cristiandad, porque por mucho menos desapareció el comunismo soviético hace dos décadas; vaya si no tenía bastante más poder político y militar que los sionistas.

Por Eduardo Linares

“Publicado el año 2000 en Estados Unidos y en Europa, la obra continúa desencadenando polémica en todo el mundo. Escrita por un profesor judío americano de la Universidad de Nueva York, hijo de judíos egresados del Gueto de Varsovia y sobrevivientes del campo de concentración de Maidanek y Auschwitz.

El libro es una denuncia de la explotación política, ideológica y financiera del Holocausto por las grandes organizaciones judaicas internacionales. Para Norman G. Finkelstein, “las atrocidades nazis se transformaron en un mito americano que sirve a los intereses de la élite judaica, siendo que en ese sentido, el holocausto se transformó en Holocausto (con h mayúscula), o sea, en una industria que exhibe como víctimas el grupo étnico más famoso de Estados Unidos y presenta como indefenso un país como Israel, una de las mayores potencias militares y nucleares del mundo, que oprime los no judíos en su territorio y en áreas de influencia”.

En su último libro, Norman Finkelstein muestra que el exterminio de judíos durante la Segunda Guerra fue transformado en “una representación ideológica que defiende intereses de clase y sostiene políticas”.

Si hay que indemnizar a las víctimas de las guerras, esto debe hacerse en un marco democrático, es decir a través de tribunales internacionales e imparciales, sometidos a principios jurídicos enunciados y aprobados después que la decisión de indemnizar se haya tomado por referéndum en el mundo entero, y debe abarcar a todas las víctimas de todas las guerras habidas y por haber. En caso contrario, a eso se le llama venganza, y no es nada cristiano.

Sólo Alemania en concepto de indemnizaciones a los supervivientes ha tenido que pagar hasta la fecha más de 70 billones de marcos alemanes, a los más de 3 millones de judíos supervivientes. Lo gracioso es que según datos de la época hubo sólo 600.000 supervivientes judíos. Así que el resto hasta 3 millones han debido resucitar milagrosamente.”

Hasta aquí la data bajada de la red, a propósito de la crítica al libro de Norman G. Finkelstein, “La industria del holocausto”. El tema, la verdad, es apasionante, porque lo que este catedrático judío de NY está intentando ventilar, debatir, dentro de la colectividad judía y el mundo de la cultura y la ciencia política, su cátedra, es cómo una élite sionista se está aprovechando del holocausto, el cual, según la data que maneja este hijo de sobrevivientes de Auschwitz y Maidanek, no pudo ser nunca de 6 millones de judíos, porque esa cantidad no vivía ni en Alemania ni en toda la Europa conquistada por los nazis; a tal punto se están aprovechando, estamos hablando de plata, de mucha plata, de miles de millones de dólares, que hace pocos meses, el premier de Israel debió soportar movilizaciones de miles de judíos sobrevivientes del Holocausto, que en cantidad de 250.000 viven en el territorio del estado sionista, reclamando por las miserables pensiones que están cobrando, la gran mayoría, de tan sólo 250 dólares al mes. “Perdón por haber sobrevivido”, rezaban los pancartas que exhibían los abuelos judíos de protestas en Tel Aviv.

Dudo que los militantes de izquierda y de Quebracho, que hace un par de días escracharon a Eduardo Elsztain supieran que el dueño del Hotel Intercontinental, lugar en donde lo abordaron, sea tanto el titular del grupo inmobiliario IRSA, socio durante 10 largos años del judío húngaro George Soros, colaboracionista nazi durante la II Guerra, rey de narcolavado (leer excelente nota sobre Narcotráfico S.A., en http://www.larouchepub.com/), como de la mayor cantidad de tierras cultivadas de la Argentina, sí, el mayor latifundista, con 600.000 has., así como el principal aportante del la organización Taglit Birthright, asociación civil que promueve viajes de postgrado a jóvenes judíos de todo el mundo al Estado de Israel, por 10 días, para “afianzar el orgullo y la alegría de ser judíos” y reencontrarse con sus raíces; proyecto al cual Elsztain aporta 70 millones de dólares anuales.

Dudo que supieran que además es el tesorero del Congreso Judío Mundial, entidad, que, entre otras cosas, dictamina que todo aquel que critica las políticas racistas y genocidas del Estado de Israel es acreedor inmediato del mote de “antisemita”. El CJM se encarga a la vez de la distribución de los fondos de compensación de las víctimas del holocausto que se les siguen cobrando a naciones de Europa, Alemania, a la fecha, 70 billones de marcos, sí, leyó bien, 35 billones de euros, que, como sostienen los 250.000 sobrevivientes que viven en Israel, no llegan a ellos.

Quiero dejar expresamente claro que detesto los escraches, se hagan contra quien sea, Astiz, Videla, o el tesorero del CJM. El escrache para mí es una expresión de cobardía política, en donde una patota, en el caso de Quebracho, enmascarada, ataca a un individuo solo e indefenso. Ya sea para insultarlo, tirarle huevos o patadas. Es un asqueroso acto de cobardía que no apoyo ni promuevo, propio de grupos de choque fascistas, que pueden, indefectiblemente, ser comprados o alquilados por cualquiera, y, por lo general, sirven siempre a intereses ajenos a sus militantes, son usados e instrumentados, ya sea por servicios, grupos de presión, agentes de acción sicológica, o, en el peor de los casos, los mismos agredidos, victimándose ante la opinión pública.

Que una semana antes del 50 aniversario del Día del Holocausto, el Papa Benedicto XVI, tuviera la peregrina idea de perdonar a cuatro cardenales tradicionalistas excomulgados por Juan Pablo II por no acatar el Concilio Vaticano II, coincidiendo con el 50 aniversario del llamado de Juan XXIII a la realización del Concilio, es una pura coincidencia. Vamos a analizarla en detalle. Es más, el Papa acaba de sostener en una audiencia pública la doctrina de la Iglesia al respecto de la tragedia del Holocausto. El Cardenal Williamson, con sus declaraciones tomadas y difundidas tan fuera de contexto, las hizo hace años en un reportaje de la televisión sueca, les ha venido de perillas a los jerarcas del buró sionista del Estado de Israel, cuando toda la opinión pública internacional clamaba por la matanza de Gaza. Los medios lo presentaban ayer como el “Cardenal nazi”.

Hoy, la portada del diario Critica de la Argentina, juega con la imagen del papa Benedicto XVI, "lo condena por su pasado", llevando el climax del nivel de agravio y ataque contra la Iglesia Católica, la cual expresa, con todas las contradicciones habidas y por haber, a la mayoría de los creyentes de Argentina y América, sin ir más lejos, al paroxismo. Sería justo que tomara cartas sobre el asunto, discriminació n religiosa, el INADI, que para eso existe.

Lo que llama poderosamente la atención, es que por primera vez en la historia, el Vaticano, a través de su Ministro de Justicia y Paz, el Cardenal Renato Martino, había comparado a Gaza con un gigantesco campo de concentración, en la primer semana del 2009. Veinte días más tarde, el rabinato de Israel rompía relaciones diplomáticas con la Santa Sede, a propósito del perdón otorgado por Josef Ratzinger al Cardenal Williamson, quien lo único que ha sostenido es que el número de judíos asesinados por los nazis era inferior a los 6 millones promocionados por la Industria del Holocausto, punto en el que coincide con el catedrático judío neyorquino, Norman Finkelstein, negando asimismo que hubieran sido exterminados en cámaras de gas, opinión personal atrevida y controversial, la cual se inscribe en una línea de revisionismo histórico del cual Williamson es sólo un religioso católico opinando sobre el punto; hay historiadores judíos, rabinos, antisionistas, Dovid Weiss de NY, Beck de NY, Cohen de Manchester, quienes también lo sostienen, habida cuenta de que a la fecha no hay una sola prueba documental que lo avale. Las fotografías exhibidas tomadas desde dentro de una supuesta cámara de gas, por judíos dedicados a la limpieza del exterminio de Auswichtz son cuando menos dudosas, al punto tan factibles del descrédito, que no figuran en los listados on-line del Museo del Holocausto de Jerusalén.

Serio es consignar, que a la fecha, pasados 64 años del fin de la II Guerra, los registros oficiales de Israel sobre el tema, han recabado la identidad de 3 millones de judíos como víctimas del Holocausto. Como que también la cantidad de étnias, como los gitanos, que sufrieron la política de exterminio nazi, por ser no alemanes, no arios, suma millones. Incluso de católicos.

Asimismo, la pregunta que cabe, es porqué el millón de armenios exterminados por los turcos, o los 4 millones de ucranianos exterminados por el stalinismo, no figuran en ningún listado de compensación monetaria; no, la lista es larga, Vietnam, Palestina, luego de 60 años de políticas de exterminio sionistas.

Ahora bien, llama poderosamente la atención la cruzada sionista desatada en los medios, presionando al Estado argentino, en el caso concreto, por medio del INADI, o la reiteración de reproducciones del reportaje de la televisión sueca a Willkinson, cuando en definitiva, el Príncipe de la Iglesia Romana está más allá de cualquier intriga y conspiración, llegado el caso que decida, como lo hizo, de buscar el perdón y la reconciliación con un Cardenal de su Iglesia, sean cuales fueran las circunstancias del caso.

¿O ahora resulta que la Iglesia Católica debe contar con el aval de rabinato de Israel para ratificar su mandato? ¿Quién está en condiciones de asumir y a qué precio? ¿Que está por sobre el Obispo de Roma para calificar sus actos? ¿Quién puede arrogarse autoridad moral para hacerlo? ¿cuando con sus doctrinas y actos, está avalando la matanza sistemática del pueblo semita de Palestina.?

Estuve hojeando antes de redactar esta nota el libro “Sal de la tierra”, de Josef Ratzinger, formateado con el estilo de un reportaje, extenso, antes de ser elegido el sucesor de Pedro, obra muy relajada y mesurada, en donde sobre el punto concreto del Holocausto y la mirada moderna de la Iglesia sobre la relación con los judíos, no encuentro una letra que hable de otra cosa que no sea respeto, reconciliación, tolerancia.

Pretender presentar al Papa como otra cosa, nos habla de una aventura mediática que sólo tiene el sello de la manipulación y la herejía sionista. Lo único que cabría recomendarles a los jerarcas del buró de Tel Aviv es que tengan mucho cuidado con despertar al león dormido de la Cristiandad, porque por mucho menos desapareció el comunismo soviético hace dos décadas; vaya si no tenía bastante más poder político y militar que los sionistas.

Democracia Directa

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Al margen de cualquier consideración filosófica,negar la muerte de 6 millones de judíos,de armenios,de negros o de lo que fuera no hace honor a la verdad histórica ni a la entereza moral de ciertos adalides del tradicionalismo.Si estos negacionistas adoptan estas actitudes,condenadas justamente por nuestra Iglesia y sus pastores,incluido Bergoglio,mañana serán capaces de decir que tampoco Cristo existió,que no hubo evolución alguna en siglos y que debemos volver a las cavernas.