"Es tanto el amor que tengo guardado que, pobrecito, espero que no se asuste", dice la abuelita…
"Mi nieto, a quien todavía no encontré, se llama Guido, así le puso mi hija Laura, como mi marido". Guido nació el 26 de junio de 1978 en el centro clandestino de detención 'La Cacha' de la Plata y Estela lo busca "desde antes de que naciera porque Laura, en su primer matrimonio, cuando estaba en libertad, perdió dos embarazos".
"Estando secuestrada, sin ningún tipo de atención y con la experiencia de los partos anteriores, se me ocurría que éste quizás se le adelantara. Entonces empecé a buscarlos a ambos, a Laura y a Guido, antes de tiempo. Pero mi nieto finalmente nació en término, lo cual demuestra cómo Laura, al igual que muchas otras detenidas embarazadas, se aferró a esa vida que llevaba en el vientre".
"Sueño con que mi nieto algún día toque el timbre de la Casa de las Abuelas. Me lo imagino con los ojos de Laura, con su hermoso cabello y tal vez bajito porque tanto su mamá como su papá no eran altos. Y seguramente, en su interior, sin darse cuenta, lleva muchas cosas de ellos".
Estela sueña con el momento de contarle a Guido sobre sus papás. "Para saber quiénes fueron, no sólo contamos con el Archivo Biográfico Familiar sino que además estamos sus familiares esperándolo: mis otros tres hijos, mis doce nietos. Cuando Guido encuentre su verdad, también va a encontrarse con sus tres tíos y sus parejas, con sus doce primos, que ya lo conocen sin haberlo visto, con una familia muy tana y dicharachera".
"¿Con qué plato lo vamos a recibir? Pienso en los tallarines de los domingos, con toda la familia reunida. Tengo un montón de fotos y otras cosas que he ido juntando para mostrarle el camino que significó su búsqueda. Guardo una caja con llaveros que me fueron regalando en distintos lugares de la Argentina y del mundo. Conservo también una plaquita esmaltada que dice 'Guido', para poner en la puerta de su habitación... Son símbolos de cariño y de nuestra lucha. En realidad, como el resto de las Abuelas, yo había tejido un ajuar, porque al principio pensábamos que nos iban a entregar a los nietos enseguida. Pero el ajuar se lo regalé a mis otros nietos que fueron naciendo y me di cuenta que Guido ya no tendría edad para ponerse una batita".
"Es tanto el amor que tengo guardado que, pobrecito, espero que no se asuste". Hoy, mientras busca a Guido, Estela disfruta de los 97 nietos encontrados. "Son parte de mi vida y son como propios".
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