Los restos "Ardi" corresponden al esqueleto de una hembra que medía de 1,20 metro de altura y pesaba 50 kilogramos que vivió en los bosques hace millones de años antes que la famosa "Lucy", que fue estudiada desde hace mucho como el más antiguo esqueleto de nuestros antepasados humanos.
La historia de la humanidad se remonta a otro millón de años conforme los científicos estudian más a "Ardi", un humanoide que vivió hace 4,4 millones de años en la región de la actual Etiopía, y que confirma que el hombre no desciende del mono sino que, cada una de las dos especies, evolucionó a partir de un antepasado común.
Los restos "Ardi" corresponden al esqueleto de una hembra que medía de 1,20 metro de altura y pesaba 50 kilogramos que vivió en los bosques hace millones de años antes que la famosa "Lucy", que fue estudiada desde hace mucho como el más antiguo esqueleto de nuestros antepasados humanos.
Este esqueleto más antiguo aún cambia el conocimiento común de la evolución humana, comentó el antropólogo C. Owen Lovejoy, de la Universidad Estatal de Kent.
En vez de humanos que evolucionaron de una antigua criatura parecida al chimpancé, el nuevo hallazgo brinda evidencia de que los chimpancés y los humanos evolucionaron de un antepasado común que existió hace mucho, pero cada uno evolucionó y cambió de manera aislada desde entonces.
"Este no es el antepasado común, pero viene a ser el más cercano que hayamos podido encontrar", destacó Tim White, director del Centro de Investigación de la Evolución Humana de la Universidad de California, en Berkeley.
Las líneas de descendencia que dieron lugar a los humanos modernos y los actuales simios probablemente comparten el mismo antepasado que data de 6 a 7 millones de años atrás, dijo White.
Pero "Ardi" tiene muchos rasgos que no aparecen en los simios africanos actuales, lo cual lleva a la conclusión de que los simios también evolucionaron ampliamente desde que compartimos el mismo antepasado común.
Un estudio de "Ardi", que se realiza desde que los primeros huesos fueron descubiertos en 1994 en Etiopía (en total son 125), indica que las especies vivieron en bosques y podían trepar usando las cuatro extremidades por las ramas de los árboles, pero el desarrollo de sus brazos y de sus piernas indican que no pasaron mucho tiempo sobre los árboles. Y que podían caminar erectos, en las dos piernas, cuando estaban sobre el suelo.
Denominado previamente Ardipithecus ramidus, que significa la raíz del simio terrestre, el hallazgo definido en 11 documentos de investigación fue publicado ayer en la revista Science.
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