lunes, 3 de octubre de 2016

LA POBREZA, TRISTE REALIDAD QUE YA NO SE ESCONDE



Por Jorge R. Enríquez

EL INDEC informó el 28 de setiembre que la pobreza en La Argentina es de alrededor del 32%.

Lo primero que salta a la vista es que ese dato , que es una noticia espantosa, no surge de estimaciones privadas, sino del propio organismo estadístico oficial, recuperado en su profesionalismo y credibilidad luego de ser destruido a partir de comienzos de 2007 por los gobiernos kirchneristas.


Hacia el fin de su presidencia, la señora de Kirchner afirmó que la pobreza en nuestro país era del orden del 5% y el entonces Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, siempre listo en primera fila para hacer los mandados, agregó que se trataba de un porcentaje inferior al de Alemania.

Por cierto, ambas declaraciones no despertaron otra cosa que indignación en algunos y sonoras carcajadas en muchos otros. Al margen de que es una obviedad, que no necesita demostración estadística, que la pobreza de Alemania es enormemente inferior a la Argentina, la forma de medirla es distinta. En el país europeo, se destaca en el índice correspondiente la situación relativa de las personas de menores ingresos respecto del ingreso medio. No se expresa, como entre nosotros, la capacidad de adquirir un conjunto de bienes y servicios de primera necesidad (la denominada canasta básica).

La cifra del INDEC coincide, a grandes rasgos, con la que informaba en los últimos años el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, pese a las descalificaciones a la que esa entidad académica era sometida por parte de Aníbal Fernández y otros altos funcionarios.

Lo curioso que ahora los dirigentes kirchneristas usan los datos del INDEC para intentar fustigar al gobierno nacional.

Lo cierto es que esta foto demuestra por sí sola el rotundo fracaso del kirchnerismo, que se llenó la boca – y nos llenó los oídos– con vocablos tan bellos como “inclusión social “y despilfarró la lotería de la soja y otras materias primas, que alcanzaron precios récord, para dejar la pobreza igual que hace 10 años, que es el dato más cercano que puede compararse, porque después el gobierno apagó la luz y nos dejó en un apagón estadístico.

Como dijo el presidente Mauricio Macri, “de aquí partimos”.

Es una realidad dolorosa. La Argentina, esa Argentina que fuera el granero del mundo, hoy tiene más pobres, en términos porcentuales, que Uruguay o Chile.


Muchas décadas de populismo, que llegaron a su cénit en los últimos doce años, explican esta caída vertical, que debería invitarnos a una profunda reflexión.

Vamos a salir. Pero los desafíos que nos esperan son mayúsculos. Que un tercio de nuestra población sea pobre es mucho más que un dato económico: es la expresión de una decadencia moral cuya superación ha de requerir un esfuerzo extraordinario.


Estamos, por fin, bien encaminados. No dejemos esta vez para pasar el tren de la Historia.


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