miércoles, 8 de agosto de 2018

CREACIÓN DEL EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA FORENSE (“EAAF”)



Equipo Argentino de Antropología Forense (“EAAF”)

…El objeto de estudio de la antropología forense son los restos humanos. Mediante el empleo de técnicas propias de la arqueología histórica, de la medicina, de la radiología y de la odontología, la antropología forense intenta determinar la identidad del individuo en cuestión. Además, permite reconstruir en forma precisa las condiciones en que fue inhumado el cuerpo y el contexto en que se hallaba ubicado. Esta disciplina tuvo un impulso importante después de la Segunda Guerra, ya que la gran cantidad de esqueletos que produjo la contienda permitió a los estudiosos elaborar nuevas tablas con parámetros más precisos para determinar raza, sexo, edad y estatura. Libro Tumbas Anónimas. Mauricio Cohen Salama, ed. Catálogos, 1992.

En 1979, a tres años del golpe de Estado el gobierno de facto podía hacer el siguiente balance:

Primero: Había cumplido con los principales objetivos de la orden de aniquilamiento a las OPM.

Segundo: Había puesto en marcha un nuevo plan económico que parecía iba a tener éxito.

Tercero: Tenía muy buenas relaciones con la jerarquía eclesiástica y buenas con los principales partidos políticos. Controlaba el Poder Judicial y los medios de comunicación.

El punto más débil que reconocían eran “los derechos humanos”, en especial a partir de la visita de Patricia Derian del Departamento de Estado de EE.UU. en 1977. La imagen internacional con respecto a ese aspecto ya preocupaba. Se esperaba una visita de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) y en el país las protestas de las organizaciones de Madres de Plaza de Mayo y familiares de desaparecidos con el apoyo del CELS, empezaban a crecer. Todavía la opinión pública no estaba concientizada acerca de las desapariciones y muertes.

Ante esas dificultades los comandos superiores querían dejar establecido el hecho que los desaparecidos estaban muertos. El Comandante General del Ejército y futuro presidente, el General Roberto Viola, el 29 de mayo de 1979, conmemorativo del Día del Ejército, luego de otras declaraciones acerca de las voces existentes en el extranjero y en el país desnaturalizando la victoria sobre la subversión expresó que acá había habido una guerra desatada por el terrorismo y luego de explicar que se trataba de una “guerra no convencional” agregó:

“Hemos cumplido nuestra misión. Esa es la única y creemos suficiente explicación. (…) Esta guerra, como todas, deja una secuela, tremendas heridas que el tiempo, y solamente el tiempo, puede restañar. Ellas están dadas por las bajas producidas; los muertos, los heridos, los detenidos, los ausentes para siempre. (…) No se busquen explicaciones donde no las hay, no se busquen justificativos donde no cuadran, no se deforme la realidad, no se malogre el duro precio de la victoria militar. Quiera el mundo también entenderlo así y sepa ver esta verdad. El Ejército está seguro que el país que sufrió la guerra ya la entendió y asimiló como propia.” Antes de concluir, Viola tuvo palabras para los familiares de las víctimas: 
Las familias afectadas sin culpa por el dolor, son también argentinas. El Ejército lo sabe y lo siente. Su única explicación es la libertad que la Patria le encomendó…

Posteriormente, en 1983, y luego de la entrega del gobierno de facto al nuevo presidente constitucional, comenzó a ratificarse que los desaparecidos estaban muertos, que no habían más prisioneros en lugares clandestinos. Diecisiete días después, el 27 de diciembre de 1983, fue denunciada la inhumación de 14 (catorce) cadáveres pertenecientes a NN en fosas comunes en el Cementerio de Rafael Calzada –Moreno, provincia de Buenos Aires– los cuales habrían sido acribillados a balazos en la vía pública, según declaró a la prensa el juez federal de Mercedes. El 28 de diciembre el intendente Melchor Posse denunció ante la justicia penal la existencia de 41 cadáveres inhumados en el Cementerio de Boulogne expresando que eran personas abatidas en el último gobierno de facto.

Prácticamente a partir de aquí se inició una cadena de denuncias similares en distintas zonas del país acerca de la inhumación de cuerpos NN en la época de la lucha contra el terrorismo subversivo las que fueron difundidas por diarios y revistas, algunas en forma sensacionalista. Como ejemplo diremos que desde el 27 de diciembre a fines de marzo del año siguiente, hubo 42 denuncias por inhumaciones en distintas ciudades.

A principios de 1984, la CONADEP, por pedido de las Abuelas de Plaza de Mayo, invitó a una delegación de científicos de la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia (AAAS). En mayo de ese año llegó la delegación de EE.UU. formada por el Dr. Clyde Snow, antropólogo forense (con mucha experiencia en accidentes aéreos y crímenes), el Dr. Lowell Levine, odontólogo forense, el Dr. Leslie Lucas patólogo forense, la Dra. Claire King especialista en genética, dos médicos más y un periodista. La comisión, sin mucho crédito de las organizaciones de DDHH, dictó una conferencia científica en La Plata y en junio, una conferencia de prensa. Allí Levine explicó la importancia de la identificación y determinación de las causas de muerte de todos los NN, que podían aportar evidencias científicas importantes para condenar a los culpables por los crímenes. Explicó a continuación el procedimiento a utilizar, comienzan- 
1 Clarín 30/05/1979 por los datos “pre-morten” y recomendando la creación de equipos multidisciplinarios que debían ser los únicos responsables de las exhumaciones a realizarse. También se habló de la necesidad de crear un banco nacional de datos.

Al día siguiente en otra conferencia de prensa, Levine explicó, que si bien era imposible determinar la causa de muerte de todos los cuerpos NN, en algunos casos sí era posible hacerlo. El 14 de junio varios estudiantes de antropología social participaron con Snow y su equipo de una exhumación de cadáveres NN para tratar de proceder a su identificación y causas de su deceso. En julio de 1984 y luego de la partida de los estadounidenses, cinco de esos estudiantes enviaron una carta al presidente de la CONADEP, Ernesto Sábato, proponiendo la creación de un equipo arqueológico especializado, fundamental para identificar los restos de los NN ya que los médicos forenses disponibles no estaban capacitados para examinar restos óseos y por lo tanto no podían hacer una correcta interpretación de los restos. No hubo contestación a la carta.

El gobierno, luego de la entrega del “Informe de la CONADEP” decidió que su labor fuera continuada por la “Subsecretaría de Derechos Humanos” creada al efecto por el Decreto 3090/84. Además se encomendó a la misma, entre otras tareas la formación de un equipo técnico que se ocupara de la exhumación y el estudio de restos NN. El reciente subsecretario elegido, Eduardo Rabossi, (profesor de filosofía y ex miembro de la CONADEP) para cumplir ese cometido invitó al Dr. Snow y a otros profesores norteamericanos a dictar un curso destinado a capacitar a un grupo de argentinos. El mismo, denominado “de antropología forense” empezó luego de algunos inconvenientes en enero de 1985 con la asistencia de 22 personas. Al finalizar, Snow preparó un proyecto de organización con una estructura administrativa que era excesivamente ambiciosa la que fue archivada por Rabossi en virtud de directivas presidenciales para evitar, según algunos, “problemas con los militares”. El 22 de abril de ese año comenzaron las audiencias públicas del juicio a los ex comandantes y entre otros, los fiscales llamaron a testificar al Dr. Snow quien hizo una descripción detallada e ilustrada con diapositivas de las técnicas usadas para intentar la identificación de restos óseos y establecer la causa y manera de la muerte de cada persona en cuestión.

Poco después Snow viajó a EE.UU. y se comprometió, si era necesario, a volver a organizar el centro de investigación. Cosa que hizo posteriormente. En 1992, el ya organizado “Equipo Argentino de Antropología Forense” EAAF– hizo editar un libro, escrito por Mauricio Cohen Salama, con el título Tumbas anónimas y el subtítulo Informe sobre la identificación de restos de víctimas de la represión ilegal. Ed. Catálogos, 1992. Este informe, según su autor, fue parte de un proyecto financiado por la Ford Foundation y elaborado por el mencionado EAAF. En su introducción se historia sobre el rito existente en la especie humana de enterrar a sus muertos y comenta que durante las guerras, se intenta rescatar los cadáveres del campo de batalla y una vez finalizado el conflicto se honra a los desaparecidos en una tumba simbólica. Y que muy pocas personas se habían preocupado por los miles de muertos sin sepultura que existían en la Argentina. Además recuerda que luego de las denuncias judiciales de fines de 1983 y principios de 1984 por la aparición de muchas tumbas NN hubo una gran sorpresa inicial, pero que luego el asunto fue dejado de lado, primero por los medios de comunicación y enseguida por casi todo el mundo… Las bolsas que contenían los huesos exhumados quedaron abandonados en distintos depósitos o fueron enterrados nuevamente.

Los informes que señalaban gran cantidad de tumbas de NN en numerosos cementerios del país fueron archivados. Haciendo distintas exposiciones de lo sucedido, expresa que prácticamente nadie estaba interesado en el problema de los “muertos anónimos” y daba el ejemplo de la organización Madres de Plaza de Mayo quienes dijeron no querer los restos de los hijos dando como clarificadora de esa situación, las expresiones de Hebe de Bonafini quien les dijo: 
Si nuestros hijos fueron fusilados con sus compañeros, ahí van a quedar. Porque ellos murieron por un ideal, por querer algo mejor, ahí van a quedar. (…) Para nosotras el afecto impresionante que tenemos por nuestros hijos, no es justamente buscar un montón de huesos. Nuestros hijos son otra cosa, han pasado a ser otra cosa, están en todos los que continúan la lucha política” (entrevista registrada en el libro de referencia a Hebe Bonafini el 30/7/88).

Analizando las denuncias producidas en los últimos días de 1983 y a principios de 1984, Cohen Salama dice: 
Hubo denuncias sobre inhumaciones irregulares en 19 cementerios, en 6 de éstos no se especifica el número de muertos NN involucrados; para los 13 restantes se denunció un total de 1.341 casos. (…) en otros 16 restantes, distintos de los anteriores, se exhumaron los restos de 598 personas. (En síntesis, un total de 1.939 cuerpos más un número no determinado correspondientes a los 6 cementerios en los que no especifican cantidades.)

Por entonces la Subsecretaría de DDHH iba perdiendo interés en el asunto. Las Madres de Plaza de Mayo, se oponían abiertamente a las exhumaciones, mientras que otras organizaciones similares, las “Abuelas”, la APDH y el “CELS” las apoyaban, pero sin hacer pública su opinión para no enfrentarse con “las Madres”. En agosto de 1985, el juez Ramos Padilla pidió a uno de los estudiantes que habían trabajado con Snow y al que conocía, que hicieran una exhumación de 11 personas en el cementerio de Boulogne. El grupo, luego de resolver trabajar sólo un día por semana –debido a sus empleos– y luego de varios trabajos lograron identificar los restos de uno de los NN, lo que les dio la confianza necesaria para empezar a actuar como un grupo independiente dedicado a la investigación de restos de NN con un mayor compromiso. Después de varias dificultades políticas (por la indefinición de los funcionarios radicales de la investigación de las tumbas NN) y económicas (falta de fondos para solventar sus actividades) hubo un distanciamiento entre Snow y el grupo de antropólogos argentinos. Pasó todo 1986 con algunos trabajos efectuados por ellos a pedidos de abogados y organizaciones de DDHH. En marzo de 1987 los antropólogos, mediante la intermediación de los dirigentes del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), obtuvieron de una institución suiza dependiente de iglesias protestantes una contribución inicial de 5.500 dólares y además, otros 1.000 dólares de la vicegobernadora radical de la provincia de Buenos Aires. En mayo de ese año se constituyó como asociación sin fines de lucro, como “Equipo Argentino de Antropología Forense”.

Sus miembros fundadores fueron: Morris Tidball Binz, Patricia Bernardi, Mercedes Doretti, Luis Fondebider, Darío Olmo y Alejandro Incháurregui. Clyde Snow fue nombrado miembro honorario de la institución. Otros participantes anteriores ya habían dejado el grupo. Ese año se incorporó el estudiante de antropología y de abogacía Carlos Somigliana (a) Maco, ex militante de montoneros (UES). El Dr. Snow redactó un informe a fines de 1987, en base a una recopilación de María Julia Bihurriet, sobre datos proporcionados por 110 municipios de la provincia de Buenos Aires. Snow comprobó que en 34 (treinta y cuatro) de ellos, había diferencias estadísticamente significativas entre el número de tumbas NN registradas durante los años 1976 y 1977 y el número de tumbas NN considerado habitual para cada lugar.

Además, comparativamente había más jóvenes, más mujeres y un porcentaje mayor de muertes violentas o sospechosas. Ello indicaba una alta probabilidad de que se tratara de restos de “desaparecidos”, por lo que se estableció que esos restos pertenecían a unos 1.078 cuerpos (Prov. de Buenos Aires). El informe, según el autor, fue entregado al subsecretario Rabossi quien no le habría dado ningún uso. Posteriormente Snow se desvinculó de la Subsecretaría de Derechos Humanos. A partir del fracaso tenido en el intento de identificación de los restos de 30 personas asesinadas en Fátima en un solo hecho (20 de agosto de 1976), los antropólogos comprobaron la necesidad de obtener información no sólo de las causas judiciales y se dedicaron, por medio de los familiares de desaparecidos y organizaciones afines, a organizar archivos y un banco de datos digitalizados lo más completo posible. Al ser un equipo independiente el EAAF decidía si las investigaciones que como peritos algunas veces realizaba, debían comunicarse a los familiares para que conocieran lo actuado al margen de las distintas reacciones de los mismos.

La organización “Madres de Plaza de Mayo” siempre expresaba que 
recuperar los restos de sus hijos era una cuestión individualista que cambiaba a la gente del eje de la lucha política… y que cada devolución quitaría a la madre involucrada la posibilidad de continuar con su protesta”

(página 107 de Tumbas anónimas).

El 21 de diciembre de 1989, la mencionada organización publicó una solicitada en el diario Página 12 titulada: Luchemos por la vida, no los traicionemos. Allí, en los párrafos más salientes decían: 
En nuestro país, todas las crisis se resuelven de acuerdo a las órdenes emanadas del Pentágono, el Fondo Monetario Internacional y la Banca Internacional. También los jueces condenan y absuelven de acuerdo a esas mismas órdenes. (…) Nuestros hijos, por más antropólogos que investiguen, jamás morirán, nosotros no lo vamos a permitir, sus ideales, sus ejemplos, alumbran el camino de muchos jóvenes que creen que la utopía es posible. Es fácilmente deducible, mediante el análisis del contenido del libro de referencia así como de una innumerable cantidad de información de otras fuentes incluyendo diarios, que en la época de los enfrentamientos armados del 70 era cuasi una norma que los muertos del enemigo subversivo terrorista se enterraran subrepticiamente en los cementerios o se dejaran en la vía pública desde donde eran retirados por la policía que procedía al mismo procedimiento, sin efectuar su identificación inhumándolos como “NN”. (Tal procedimiento era consecuencia de que no se quería poner en evidencia la identificación de las víctimas ni el proceso: “secuestro, tiempo en lugar de detención y muerte”…)

Los familiares de las presuntas víctimas, respecto a la actuación del EAAF estaban divididas entre quienes aprobaban el trabajo y trataban de investigar para identificar los restos de sus familiares y quienes por razones políticas no querían identificar los restos de sus víctimas, para que siguieran desaparecidas al no publicarse su identificación, como una bandera política para continuar “la lucha ideológica de sus hijos o parientes”.

Hay casos comprobados –registrados en el libro de Cohen Salama de familiares que no quisieron los huesos de sus desaparecidos porque eso significaba para sus padres, en lo sicológico, que definitivamente no regresaría nunca más, lo que les quitaba abruptamente, “la esperanza”. En otros casos, por interés político, sentían que el cadáver les quitaba su herramienta de lucha. Hay que tener en cuenta que por las directivas vigentes en los cementerios reglaban que los enterrados como ”NN” al pasar una determinada cantidad de años (normalmente 5) debían ser trasladados al osario común. Esta situación atentaba contra la tarea del EAAF debido a que numerosas exhumaciones fueron efectuadas sin las técnicas y procedimientos antropológicos. También, el tiempo transcurrido, había perjudicado enormemente las posibilidades de identificación de los cuerpos enterrados sin identificación, lo que además de no permitir que los deudos tuvieran la certeza de su muerte, habría aumentado la cantidad de desaparecidos sin identificar.

Concluyendo este importante tema del EAAF, observamos que mínimamente habría habido unos 3.008 cadáveres de desaparecidos que pudieran haber sido identificados entre los N.N. enterrados en distintos cementerios de haberse contado con la decisión política por parte del gobierno de Alfonsín. La cifra final de desaparecidos hubiera sido mucho menor, subiendo la cifra de los muertos identificados. Se ha comprobado que más de un tercio de los cadáveres identificados antes de 1991 y que figuran en el libro Tumbas anónimas editado en 1992, no han sido quitados de las listas que aparecen en el libro Memoria debida, al cual nos hemos referido, a pesar de haber sido editado éste en 1999, ni en el Anexo 1 del Nunca Más, reeditado en el año 2006 por el ya fallecido secretario de DDHH Eduardo Luis Duhalde, donde aún continúan personas desaparecidas con documentos falsos (señalados en rojo en el documento 9 de la página web complementaria).

Todas las víctimas identificadas por este EAAF fueron extraídas del libro Tumbas anónimas y posteriormente de los informes anuales que se obtenían en sus oficinas o que eran publicados en Internet.

A partir del 2008 los informes no fueron divulgados como antes para ubicarlos en la web y en oportunidad que en el año 2015 intentamos obtener de sus archivos el número de identificaciones exactas para corroborar con exactitud los datos obtenidos, nos informaron que ellos habían cambiado los procedimientos de difusión, que los datos los daban a la justicia y que los juzgados pertinente eran los encargados de dar esos datos, de conformidad con las familias. Evidentemente esto ha sido una nueva imposición del gobierno (Secretaria de DDHH) lo que limita el conocimiento público de los identificados, sin conocerse los argumentos para tal limitación poco republicana.

Mientras se mantenga esa norma es casi imposible obtener y difundir datos fidedignos sobre la cantidad real de muertos identificados por lo que los datos exhibidos en los Anexos con datos agregados, en la celda “Situación” acerca de esta información señalados como “MID” (muerto identificado) serán relativos y en menor cantidad que la real. Ver los muertos identificados (MID) en los documentos los desaparecidos numerados del 1 al 9 según el índice de la página web www.granfraudeargentino.com.


ARGENTINA INÉDITA


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