Carta al Ministro Aníbal Fernández

Todavía resuenan en mis oídos las ya antiguas palabras del Ministro de IN-Seguridad, IN –Justicia y Deshechos Humanos, Aníbal Fernández en cuanto a que la inseguridad es una “sensación” de la gente. ¿Sabe una cosa Sr. Ministro?: Tiene razón.

Por Ángela Maria Fassone

Son una “sensación” los asesinatos de nuestros buenos policías, de profesionales, comerciantes, padres de familia, hijos, hermanos, niños baleados, viejos golpeados, quemados, ancianos desfigurados por las palizas, bebés tiroteados, hogares desvalijados, colectiveros mutilados, mujeres violadas…. quiere que siga?

Tengo la sensación que Ud no sabe lo que dice y también me da la sensación que habla desde el refugio protector de sus guardaespaldas y su cachet ministerial.

Tengo la sensación que no lee los diarios, ni ve TV ni escucha radio como tampoco a la gente, las víctimas reales, concretas, materiales y bien definidas e identificadas que a diario expresan su impotencia y desconsuelo ante los ataúdes de sus amores asesinados.

Tengo la sensación que le importa un reverendo bledo el cargo al que fue destinado y es mi deber decirle que la sensación térmica anímica y personal del pueblo está en sus grados más altos.

Qué cosa, ésta de las sensaciones, no? Su sensación NO ES LA NUESTRA, porque tengo la sensación que algo no cierra.

Si Ud no puede, no sabe, no encuentra la solución y no logra paliar esta espantosa situación real entonces tengo la sensación que el cargo le queda grande y si por el contrario sabe lo que debería hacer y aún así nos deja librados a nuestra suerte o más bien mala suerte, mi sensación me dice que no es Ud una persona de fiar.

Si Sensación significa según el diccionario: Impresión que las cosas dejan en el alma por medio de los sentidos, lamento comunicarle que nuestra vista está oscurecida de ver tantas muertes, los oídos desgarrados de escuchar tanto llanto, estamos a punto de perder el tacto – aunque sea un juego semántico –y descuidar la compostura lingüística con un improperio pero de lo que estoy absolutamente segura es que un sabor amargo a injusticia se ha apoderado de todos nosotros y algo huele muy pero muy mal… sensaciones aparte.

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