Si los plazos dados por los científicos se cumplen, el primer código genético de una especie humana extinguida está a punto de convertirse en noticia mundial.
Por M. S. Marqués
Tal como se anunció en 2006, cuando se dio a conocer la secuencia del primer millón de letras del ADN fósil neandertal, los investigadores tienen listo el primer borrador del genoma de la especie que nos precedió, una hazaña que algunos consideraban imposible pero que la tecnología ha convertido en realidad.
El proyecto «Genoma neandertal», desarrollado en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania, y 454 Life Sciences de Estados Unidos, cambiará la historia de la evolución humana. Por un lado, deja al descubierto innumerables características de la especie, rasgos y genes relacionados con el aspecto físico imposibles de averiguar mediante el estudio de los fósiles. El color de los ojos o el aspecto de la piel y el pelo serán a partir de ahora cualidades físicas tan al alcance del conocimiento como antes fuera la tipología del esqueleto.
Si todo transcurre como prevén los expertos, podremos saber mucho más del comportamiento de los hombres de Sidrón, de su metabolismo y capacidades cognitivas y de las enfermedades que padecieron y que probablemente les llevaron a la extinción hace 30.000 años. El genoma del neandertal también será crucial para saber más de nosotros mismos.
Nuestra especie, el Homo sapiens, se separó de los neandertales en África hace más de 500.000 años. Desde ese momento ambos linajes evolucionaron por separado, hasta que se volvieron a encontrar en Europa hace unos 40.000 años. Entonces ya eran dos especies diferentes, lo que debió de influir para que no hubiera cruce con descendencia fértil entre ellas. Eso es al menos lo que defienden algunos investigadores; otros sostienen que neandertales y hombres modernos se cruzaron, con posible existencia de híbridos. También aquí será el genoma el que zanje el debate.
Conocer los 3.000 millones de bloques que forman el mapa genético del neandertal significa estar más cerca de nuestro propio proceso evolutivo y, con ello, de descifrar lo que nos hizo únicos. Sabremos los cambios exclusivos de nuestra especie y las mutaciones que compartimos con los hombres de Sidrón, heredados de un antepasado común.
Para Carles Lalueza, responsable del estudio paleogenético de los fósiles asturianos, «el conocimiento científico generado por el proyecto genoma nos llevará a replantearnos el significado mismo del concepto de humanidad y nos definirá como especie hasta el más pequeño detalle, hasta el último gen».
Hasta ahora los estudios genéticos realizados a partir de fósiles de Sidrón han aportado datos como el hallazgo del gen FOXP2, relevante para conocer que la especie podía hablar. Otro descubrimiento de los investigadores españoles fue la recuperación en neandertales del gen que regula la pigmentación de la piel y el cabello. Ese avance deja al descubierto la posibilidad de que en la especie que nos precedió hubiera individuos con la piel clara y el cabello entre rubio y rojizo, similar al que se encuentra en poblaciones de origen europeo.
Junto a los avances genéticos han continuado produciéndose importantes hallazgos derivados del trabajo de campo que se realiza en la cueva. El Sidrón es ya, con 1.500 restos óseos, la caverna que más fósiles de la especie neandertal ha propiciado. Esa generosidad de materiales y las últimas técnicas «limpias» de extracción utilizadas por el equipo que dirige el catedrático de prehistoria Javier Fortea están posibilitando el trabajo con éxito en el laboratorio.
La última novedad ofrecida por la especie fue el descubrimiento de que los neandertales que vivieron en Europa fueron muy pocos y que, por tanto, la selección natural en su caso fue muy limitada y su evolución en los 350.000 años que existieron, mínima. Esta observación fue dada a conocer por los científicos del Max Planck este verano al conseguir descifrar el genoma mitocondrial completo de un neandertal. La secuenciación de ese ADN puso en la rampa de salida el genoma nuclear, que contiene mucha más información y que abre la puerta al conocimiento de la biología de la especie.
Por esa puerta han ido colándose en las últimas fechas datos lo suficientemente explícitos para dejar de ver a los hombres y mujeres que vivieron antes que nosotros con el aspecto simiesco y salvaje con que se han venido representando. Ahora sabemos que algunos tenían el grupo sanguíneo 0, como muchos de nosotros, y que fueron intolerantes a la lactosa, entre otras características que los humanizan.
El proyecto «Genoma neandertal» se desarrolló a partir de los fósiles de Vindija (Croacia), pero también jugaron un importante papel los procedentes de lugares como la cueva asturiana. Las investigaciones arqueológicas y paleontológicas de Sidrón están financiadas por la Consejería de Cultura del Principado.
La Nueva España
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